Entre las atrocidades de la dictadura genocida –de la que el sábado se cumplen 42 años- hubo una que marcó al fútbol argentino: el exilio forzado de San Lorenzo del barrio de Boedo y la demolición de su cancha, el querido Viejo Gasómetro. La Izquierda Diario se comunicó con Pablo Artecona, licenciado en Comunicación Social (UBA), para charlar sobre su libro Boedo, la otra obsesión que aborda esta temática y que será presentado este viernes 23 a las 18.30 h en el SUM de la editorial Libro futbol.com en Olga Cosettini 1112, CABA (a una cuadra del Puente de la Mujer), con entrada libre y gratuita.
LID - ¿Por qué sos hincha de San Lorenzo? ¿Qué fue lo que te llevó a adoptar los colores azulgranas para toda tu vida?
PA - Al principio fue un clásico mandato familiar, mi viejo. Pero decidí hacerme cuervo por elección en la época más difícil del club sin cancha y en pleno descenso, al apreciar más allá de ese gran dolor y vacío, lo que era la gesta de la gente de San Lorenzo explotando canchas en la plena adversidad, eso me terminó de convencer. De chico pensaba “si esta gente es así en la mala, esto es lo más parecido al amor auténtico”, eso me hipnotizó de por vida. Más en una época donde otros equipos brillaban de títulos y prosperidad, yo ratifiqué mi decisión, por enamoramiento supongo o algo de altruismo.
¿Cómo surgió la idea de escribir Boedo, la otra obsesión?
El disparador fue la tesina con la que me egresé en la UBA en mi larga pero hermosa carrera de Comunicación Social. Quién evaluó a la tesina de grado -la cual a su vez, estaba compuesta con una base de un trabajo para Taller de periodismo en donde se realizó un informe sobre la vuelta a Boedo y marco duro al tema sobre los murales-, me dijo que estaba muy bien, pero que entendía que podría dar para más el tema, si se iba más allá de los murales. “Esto daría para libro con la inclusión de otras aristas” me señaló oportunamente la docente. Creo que no se equivocó. Después es como todo, aparece una persona que te lee y dice “esto merece una chance editorial” y la cosa empieza a tomar forma con la fuerza del universo mismo, casi por inercia. Creo igual, que si pensara en una génesis auténtica debería volver a la pregunta anterior y tratar de explicarte lo que se siente cuando sos pibe y te dicen “no tenemos cancha porque la cerraron los militares”. Así de duro, encima el tema que fue heavy y que con el tiempo se supo, era motivo del “chiste fácil”. Uno lo acepta como parte del folclore, pero pienso que lo que le pasó a San Lorenzo, le podría haber pasado a cualquier club.
Para quienes no conocen la historia ¿Nos podés contar brevemente cómo sacó la dictadura a San Lorenzo de Boedo?
Ufff. Una historia compleja. Los distintos presidentes militares que gobernaron a finales de la década del 70 llevaron adelante una reestructuración urbanística que implicó la creación de muchas de las autopistas que aún hoy existen, como por ejemplo la 25 de Mayo o la General Paz. En ese proyecto de infraestructura para la Capital Federal, el dominio situado en Avenida La Plata al 1700 supuestamente interrumpía a la Autopista Central (AU3), que el intendente Osvaldo Cacciatore planeaba construir para unir el norte con el sur de la ciudad. Además, el propósito exigía abrir las calles Salcedo y Muñiz, partiendo el estadio en cuatro manzanas, para construir varias escuelas y un complejo de viviendas en la zona. Todo este propósito, desembocó en el desalojo del club San Lorenzo de Almagro en el año 1979. Ya en 1982, con San Lorenzo descendido y bajo la presidencia de Héctor Habib, se aprobó el remate del predio. En las ordenanzas N° 36.019 y 38.696 había un artículo en el que se aclaraba que no se podrían construir emprendimientos comerciales, ya que la zona era habitacional. Sin embargo, en febrero de 1983, el gobierno militar en funciones derogó las referidas ordenanzas, luego de que una Sociedad Anónima apócrifa comprara los terrenos a fines de 1982 en casi 1.000.000 de dólares, aproximadamente.
Poco tiempo después, el predio sería vendido a la empresa francesa Carrefour S.A. en aproximadamente 10 millones de la moneda norteamericana. Se debería agregar, finalmente, que El Gasómetro no era solamente una cancha, sino que además funcionaba allí un club social y deportivo que durante las décadas del ´30 y del ´40 fue la entidad civil que más socios concentró dentro los límites de la Nación. Queda como reflexión final aclarar que el Gobierno que por aquellos años comandaba nuestro país, imponía algunas formas de opresión que trascendían la mera supresión de libertades individuales o persecución política de opositores al régimen y realizaba, adicionalmente, toda clase de negociados en donde las presiones extorsivas eran moneda corriente, sin derecho constitucional alguno en el que poder ampararse. Osvaldo Bayer, me dijo en una entrevista para el libro, que era sabido que lo de San Lorenzo era cosa juzgada, desde el momento que le abrió las puertas a las Madres de desaparecidos para pedir por sus hijos. Como que fue una vendetta.
En base a lo que pudiste investigar ¿Qué nos podés decir de cómo vivió la gente de San Lorenzo la dictadura en general y la demolición del viejo Gasómetro en particular?
Mirá, el sentimiento es despojo. Cómo venga alguien y te saque tu casa por la fuerza y te diga, “desde ahora vos vas a vivir a un terreno baldío en otro lugar, sino te gusta terminás flotando en el Río de la Plata”. Sabemos que era literal, lamentablemente. Las generaciones del vacío posterior, sufrimos lo peor, el destierro. Un club grande sin su estadio (que además fue modelo, lugar donde jugaba la Selección Argentina por ejemplo, se hacían carnavales, tocaban orquestas de tango o se hacían recitales), es difícil de pensar. Por eso se ensalza tanto la gesta popular de su gente.
¿Qué sectores –incluso externos a San Lorenzo- apoyaron y se comprometieron con esta restitución histórica para el club?
Al principio fue arduo. El marco legal que fue impecable desde un comienzo, con gente muy preparada que encolumnó el reclamo. Sin embargo, tuvo el veto de Telerman cuando era Jefe de Gobierno inicialmente. Después hubo idas y vueltas, pero la causa tomó su esencia en las marchas de la gente, que llegó a meter 110.000 personas en Plaza de Mayo, para pedir por la sanción de la ley. La marea se llevó puesta la causa, creo ese fue el sector que más empujó y vino desde abajo.
El historiador Julio Frydenberg sostiene que en el origen de los clubes a principios del siglo XX se desarrolló una “militancia futbolera” (los dirigentes eran a la vez jugadores, socios e hinchas y se movían para crear y darle vida a un club)… ¿En las marchas y acciones de la gente de San Lorenzo por recuperar su espacio histórico sentís que hay algo parecido?
Claro. Excelente idea. Acá hubo algo de eso, la gente entendió que si esperaba que el club active, la cosa no iba a caminar. Es un poco esa idea que planteaba Cooke de salir de esa cultura burguesa del Estado benefactor a través líderes que resuelven todo por nosotros, y empezar a crear desde abajo hechos tan poderosos que no tengan más remedio que aceptarlos desde arriba. Acá pasó eso y la gente se puso el equipo al hombro con ese espíritu amateur que tenían los clubes en sus comienzos, tomaron la causa desde afuera y la empujaron hacia adentro o hacia arriba, como prefieras.
¿Cómo será la presentación oficial del libro?
La presentación será este viernes 23 de marzo en Olga Cosettini 1112 en CABA, a una cuadra del Puente de la Mujer. En el SUM de la editorial Libro futbol.com con entrada libre y gratuita, obviamente. Allí se podrá conseguir el libro, también estaremos en la Feria del Libro en el stand de la editorial. Está bueno dejar en claro como idea final, de que vuelvan la cancha y el club a Boedo, es un acto de justicia que trasciende a San Lorenzo y es una cuenta pendiente -una de tantas- que posee la sociedad Argentina. Con la vuelta del club al barrio, no sólo se recupera la cancha robada sino fundamentalmente, se recupera la idea primaria de los clubes de sacar a los pibes de la calle o (deja esa alternativa al menos) de incluir social, cultural y deportivamente a las personas, en una época donde sólo hay exclusión y emporios para el desarrollo de la economía de mercado. |