El año 2014, ya sobre su orilla final, culminó como no podía ser de otra forma en Santa Fe: con rosca política. A instancias de un senador peronista, pero con aval y conveniencia por parte del gobierno de Antonio Bonfatti, se aprobó una reforma de la ley electoral que establece un piso de 1,5% del padrón (unos 40 mil votos a nivel provincial y poco menos de 15 mil en Rosario) para pasar las internas de abril y poder presentarse en junio. Se trata de una reforma proscriptiva, macartista por donde se la mire: es aun más antidemocrática y oligárquica que las PASO que impuso el kirchnerismo, que instalaron también un piso del 1,5%, pero en ese caso del número de votantes, no del conjunto de los votantes habilitados. Encima los espacios para la publicidad prácticamente no existen, pudiendo hacerse conocidos solo… los que ya son conocidos por contar por una enorme billetera para afiches gigantes. Una ley bozal.
Misión: callar a la izquierda
Los motivos para haber impulsado esta reforma son varios. En primer lugar encajar (poner en caja) a las disidencias internas en cada uno de los tres grandes conglomerados políticos tradicionales que responden a los grandes empresarios: el Frente Progresista (PS más UCR), el peronismo y el PRO. Así, lleva todo al redil de la negociación de cargos, concentrando la mayor atención posible en los grandes aparatos. En segundo lugar, pero de ninguna manera menos importante, se busca proscribir, silenciar, obstaculizar a la izquierda. En realidad, este es el principal motivo de esta reforma: silenciar la voz de la izquierda en Santa Fe.
Esto, incluso, es gráfico, explícito, casi pornográfico: las mismas autoridades que impiden la publicidad gratuita, los mismos gobernantes que no cumplen la ordenanza municipal que exige que se distribuya gratuitamente un porcentaje de las carteleras en la ciudad de Rosario, encima ponen multas a los partidos y agrupaciones que nos vemos obligados a pegar afiches en paredes o postes. Nos silencian en los medios de prensa, nos silencian en el espacio público. Pero no silencian nuestras luchas diarias. Entre ellas, la batalla contra esta ley macartista y derechista.
Quieren tapar los reclamos
Los autores (y los votantes) de esta ley bochornosa explican que el motivo de la misma es terminar con los kioskos electorales, acabar con partidos que solo existen en períodos electorales. Esto no es más que una mentira. Todo lo contrario, lo que tratan de obstaculizar es a la izquierda que lucha día a día, desde hace años, entre los docentes por salario y condiciones de trabajo, en los barrios contra la represión policial y la mafia narco, entre las mujeres contra la violencia machista y por anticonceptivos para no abortar y por el derecho a abortar para no morir. Callar a la izquierda es tapar la boca a los que denunciamos la complicidad de los tres grandes partidos con la impunidad narcopolicial; que no hable la izquierda es garantizar que casos como los de Franco Casco se conviertan en pibes que se ahogan en accidentes, en lugar de que salte a la luz que la Policía aprieta, tortura y mata a los jóvenes hijos de la clase trabajadora, en cada una de las comisarías de Santa Fe.
En el caso del PTS y el Frente de Izquierda, además, silenciarnos, dejarnos afuera de las elecciones es garantizar que no se eche luz sobre las condiciones de vida y de trabajo, y sobre la absoluta falta de derechos sindicales, de decenas de miles de jóvenes que trabajan de sol a sol en fábricas, talleres, galpones, obradores, sin derecho alguno, y teniendo para colmo e estigma social de vivir en los “barrios peligrosos”. El ejemplo de los trabajadores de Liliana no es un mero ejemplo de lucha sindical: hay que tomarlo como la emergencia de una juventud trabajadora despojada de derechos, para lo cual la izquierda, el PTS y el FIT, son parte constitutiva.
Un primer desafío: superar el piso de las PASO
Como izquierda, como parte del Frente de Izquierda, el PTS asume un primer desafío, combate hacia las próximas elecciones. Superar los pisos que el Estado nos impone en cada una de las categorías es el primer objetivo que nos proponemos y que proponemos a toda la militancia y a todos nuestros simpatizantes: que cada uno sea parte, más activamente o menos, de ayudar a la izquierda a llegar a las elecciones generales, superando el piso que nos imponen. Algunas fuerzas de centroizquierda como el Frente de la Ciudad Futura consideran que denunciar este piso “rebaja” a la izquierda. Disentimos: siendo parte del Frente de Izquierda, una expresión con importante presencia a nivel nacional, con una bancada parlamentaria activa y combativa y con presencia en la mayoría de las luchas de trabajadores a nivel nacional, aún así creemos que enfrentar el piso es una condición sine qua non para ser una izquierda anticapitalista y antiestatal consecuente, y no una mera comparsa de los grandes partidos. Pero además resulta un poco contradictorio plantear que no hay que denunciar el piso mientras se cultivan lazos cotidianos con sectores del peronismo, como María Eugenia Bielsa, y del Frente Progresista que tratan de que la izquierda no tenga voz propia.
Que la izquierda hable es también que se escuchen los reclamos de la juventud, de las mujeres, de los trabajadores, de las docentes, de los colectivos LGTTBi, de todos los sectores que hoy, en este régimen de políticos amigos de los narcos, los empresarios y la Policía, no tienen “carta de ciudadanía”. Este es el desafío, ahora, para la izquierda. |