Diez años se cumplen de la toma de la catedral de santiago por el entonces emergente movimiento feminista y de las disidencias sexuales. Un hecho condenado ampliamente por la derecha, los empresarios e incluso sectores de la izquierda. Sin embargo, ese hito de lucha y confrontación a la institución reaccionaria del catolicismo fue el punto de partida de la instalación de la demanda del aborto libre, legal y gratuito , y de su posterior apoyo mayoritario en la población.
Domingo 1ro de octubre de 2023
Imagen prensa opal
Año 2013. Prácticamente todas las universidades y centenares de liceos volvieron a movilizarse en un nuevo intento de doblarle la mano a Piñera en la batalla por la educación gratuita. Aún estaba fresca la memoria del 2011, muchos de sus protagonistas seguían estudiando. Para muchos de ellos no era fácil aceptar que el año 2011 culmina en una derrota.
La estrategia de la izquierda autónoma, que lideraba la FECH por segundo año consecutivo tras el triunfo de Gabriel Boric, junto a la del Partido Comunista había consistido en buscar incidir en el debate parlamentario . Por aquel entonces, el Partido Comunista había logrado ser admitido en el club de partidos de la ex concertación, empujando la candidatura de Michelle Bachelet. Los partidos de lo que ahora es el Frente Amplio debaten como mantenerse críticos a dicha coalición pero buscando insertarse en el mundo parlamentario.
En las universidades y Liceos la estrategia de “repliegue” e incidencia parlamentaria de la conducción no era aceptada unánimemente en el estudiantado. A nivel nacional continuamente las elecciones estudiantiles mostraron un avance de la “izquierda revolucionaria” y los secundarios se desmarcan de todo el sistema haciendo eco del llamado a no votar en las elecciones. Cientos de colegios y la mayoría de planteles universitarios volvieron a estar en toma o paralizar, retornando las marchas masivas acompañadas de asambleas multitudinarias. La idea era desbordar al régimen en las calles una vez más.
Sin embargo, tras los acontecimientos del 2011, era inevitable que la discusión estratégica en la izquierda radical y el estudiantado alcanza una madurez importante. Esta vez no se podía apostar solo al apoyo pasivo de la ciudadanía. Era necesario una movilización activa con otros sectores, en particular los trabajadores que venían encabezando un importante alza de la movilización y de las huelgas. Piquetes sindicales, asambleas triestamentales, participación en coordinadoras territoriales, en su conjunto los activistas del movimiento estudiantil utilizaron la movilización para buscar articularse con otros sectores.
El punto más álgido lo constituyó el 26 de julio, cuando los enfrentamientos con la policía en varios puntos de la capital, con movilizaciones que salían de todas las facultades, eran acompañadas de paralización en los puertos, movilización de los empleados públicos, profesores y sectores de trabajadores. Fue un “hito multisectorial” como se le llamó por aquel entonces.
En ese contexto es que comenzaron a tomar fuerza las demandas del movimiento de mujeres y de las disidencias sexuales. El 2011 ya había puesto en la palestra el cuestionamiento del sistema profundamente conservador en lo moral que acompañaba la restauración neoliberal pinochetista, con la iglesia católica que oficiaba de guardiana también de la herencia dictatorial.
Con el impulso de las movilizaciones estudiantiles comenzaron a aparecer las secretarias de genero y diversidades sexuales, que comenzaron a organizar ay reagrupar a diversos activistas de la causa feminista y de las diversidades sexuales, reponiendo las discusiones sobre el patriarcado y la heterónoma , y como esta era funcional a la estructura de la dominación capitalista. Las movilizaciones , por más gremiales que parezcan, en la medida que se desarrollan empujan la conciencia no solo a pensar en los problemas inmediatos, si no a cuestionar radicalmente el sistema de conjunto.
Nuevas coordinaciones comienzan a surgir en el movimiento feminista, de disidencias sexuales. En ese clima es que se da a conocer el aberrante caso de Belén, una niña de 11 años violada y obligada a parir. El régimen mostró su lado más reaccionario, cuando Piñera, empresarios, la iglesia católica , la derecha y la democracia cristiana celebraban que belén cumpliese con su rol de madre.
La indignación se tomo las organizaciones feministas y disidentes, quienes decidieron convocar a una marcha no autorizada para el 28 de septiembre, día mundial de la acción por el aborto. Por primera vez en Chile, uno de los países con la legislación más retrógrada del mundo en materia de derechos sexuales y reproductivos, se marcharía ese día.
Años de manifestaciones reducidas y ninguneadas , esta vez encontraron respaldo de varias organizaciones de izquierda y del estudiantado, permitiendo que se conformase una columna de miles de personas exigiendo el aborto libre y el derecho a decidir. Tal era el nivel de convocatoria que pese a no estar autorizada , la policía no pudo evitar que los manifestantes avanzaran por la alameda.
Casi llegando al palacio de la moneda, la columna fue detenida por un cordón policial que les impedía el paso. Los manifestantes sin embargo, con el entusiasmo de haber logrado un hito importante al obtener una convocatoria importante en la lucha por el aborto, decidieron continuar la protesta. Algunos gritos comenzaron sugerir avanzar hasta la plaza de armas donde se encontraba la catedral de Santiago, símbolo de las fuerzas reaccionarias, medievales y conservadoras. El epicentro de la sotana que perseguía a las disidencias sexuales y a las mujeres.
De manera inesperada, la catedral carecía de vallas de contención y se encontraba abierta de par en par, dado que en ese momento se desarrollaba una misa dirigida ni más ni menos que por el arzobispo de santiago, Ezzati, cardenal encubridor de los millonarios negocios de la iglesia católica, de los abusos sexuales en la iglesia y cómplice del poder económico.
En ese momento la manifestación ingreso a la catedral de santiago, generando enfrentamiento entre los católicos reaccionarios y las mujeres y disidencias, para quienes manifestarse en el principal templo de la reacción implicó una potente señal tras años de oscurantismo, de perseguir a las disidencias sexuales, de mantener a las mujeres relegadas del derecho a decidir sobre sus vidas.
Tal era la algarabía generada en el interior que carabineros no sabía como intervenir, sorprendidos de que un grupo de mujeres y maricones hubiesen tomado el templo practicamente solo con la resistencia de un puñado de fanaticos que se encontraban en su interior y que respondieron con inusitada violencia contra los manifestantes.
El régimen político, por su puesto, condenó unánimemente la acción. La entonces alcaldesa de santiago, devenida en “ministra feminista”, Carolina toha condeno el “agravio” sufrido por la catedral, excuplando a Ezzati de cualquier responsabilidad al promover la tortura de Belen, quien fue obligada a parir. Incluso la futura candidata presidencial del Frente Amplio, Beatriz Sanchez, condenó la manifestación. Por supuesto, para todos estos hipócritas, la vida de miles de mujeres era menos importante que un par de graffitis en la catedral y un par de señoras católicas asustadas de ver entrar a las fuerzas de satanás.
Pero tras la masiva marcha del aborto y la toma de la catedral el debate se tomo también a las organizaciones de la izquierda revolucionaria. Los libertarios, por ejemplo, que en ese entonces eran la corriente mayoritaria de dicho sector, vieron exacerbadas sus divisiones. El entonces periodico oficial de la corriente, Perspectiva Diagonal, publicó una columna condenando la acción de la catedral, dado que se dividía a la clase obrera. Los anarquistas usaban el clásico argumento estalinista de que el feminismo dividía a los revolucionarios y sus aspiraciones eran , en última, pequeñoburguesas.
Dicho debate motivó el surgimiento de organizaciones feministas en todas las corrientes de izquierda, un impulso a las secretarias de género y a los colectivos disidentes, cuyo punto culmine fue la convocatoria al Congreso por la educación no sexista, punto de partida de toda una ola feminista chilena que años más tarde protagonizaría masivas movilizaciones. Independiente de la valoración que pueda tenerse de la toma de la catedral, el hito fue un éxito para instalar la lucha por el aborto libre, demanda que desde entonces no ha hecho sino ganar apoyo en amplias capas de la población, quienes ven como la privación de derechos sexuales y reproductivos solo genera mayor pobreza y sufrimiento.
El fortalecimiento del movimiento de mujeres y de las disidencias sexuales es inseparable de una década de movilizaciones sociales estudiantiles y de trabajadores. Aunque muchas veces sus dirigencias han buscado imponer un sentido gremialista a cada una de ellas, históricamente han estado relacionadas y la unidad de esta fuerza sigue siendo una tarea estratégica para derrotar no solo a la sotana conservadora, sino al poder empresarial que financia y sostiene dicha moral para mantener en el embrutecimiento a la clase obrera.
Es por lo mismo que ante una avanzada reaccionaria contra los derechos de la mujer, impulsada por el consejo constitucional, se hace más necesario que nunca la unidad en las calles para derrotar a la derecha y su fraude constituyente. En una nueva conmemoración de la lucha por el aborto libre en chile, retomar las calles se vuelve imperioso como camino para acabar con la herencia conservadora del régimen neoliberal.
Ιωαχειν
Editor y columnista de la Izquierda Diario