Si la desigualdad social es de por sí un gran obstáculo para el aprendizaje de millones de niñas, niños y adolescentes, sus consecuencias se exacerban durante la pandemia.
Arturo Méndez Agrupación Magisterial y Normalista Nuestra Clase
Miércoles 1ro de abril de 2020
Ayer, el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, anunció que atendiendo a la emergencia sanitaria declarada por el Consejo de Salubridad General, la suspensión de actividades escolares -programada originalmente hasta el 19 de abril- se extiende hasta el 30 de abril.
Previo a la suspensión de clases (viernes 20 de marzo), en las escuelas se planearon actividades para que los alumnos realicen en sus casas durante el receso por la contingencia.
La SEP impuso todavía, para el lunes 23, la realización de un consejo técnico escolar extraordinario para abordar, entre otros, el tema de las actividades. Pero resultó irrelevante pues ya prácticamente todo estaba hecho, aunque significó un día más de riesgo al obligar a los maestros a asistir a la escuela.
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Desde actividades explicadas a los alumnos en clase hasta la solicitud, por parte de los directivos a los maestros, de elaborar reactivos a modo de guías de estudio, o armar blogs para hacer llegar la información a los alumnos, la tendencia parece ser al atiborramiento de tareas.
Junto a ello, la SEP implementó una modalidad de aprendizaje a distancia, tanto en línea como por televisión. Dicho sea de paso, ahora el secretario Moctezuma contempla la incorporación paulatina de la modalidad virtual como modo de enseñanza habitual: a río revuelto, ganancia de empresarios.
Pero ¿cuáles son las condiciones para el aprendizaje de los alumnos en casa?
En muchos casos, en casa no se cuenta no sólo con libros (salvo los de texto gratuitos) o espacios adecuados para realizar las tareas, sino ni siquiera con agua. En México, se calcula que 56.4% de los hogares tienen acceso a internet.
Como en muchos otros aspectos de la vida social, la pandemia pone al desnudo las enormes desigualdades sociales, en este caso expresadas en las restricciones para acceder al conocimiento que tiene la mayoría de la población, y más durante una cuarentena.
Por otra parte, muchas madres y padres de nuestros alumnos y alumnas trabajan en el sector informal o por cuenta propia, lo que los obliga a salir de sus casas y arriesgar su salud y la de sus familias para poder sustentarse.
En muchos otros casos, se trata de trabajadores súper explotados y sin derechos, a los que la patronal los está obligando a seguir trabajando durante la crisis sanitaria aunque se trate de sectores no esenciales, o simple y sencillamente están siendo despedidos.
Y son estas mismas madres y padres, o tutores, los que después de largas y extenuantes jornadas de trabajo, o en medio de la desesperación por el desempleo, deben intentar acompañar a sus hijas e hijos en sus actividades escolares.
Si en periodos de “normalidad” la explotación, la precarización laboral y la pobreza de millones son un enorme obstáculo para el aprendizaje de las hijas e hijos del pueblo trabajador, esto crece exponencialmente con la pandemia.
Por eso, para garantizar que nuestras alumnas y alumnos, así como sus familias, pasen estos días de receso escolar en las mejores condiciones posibles, las maestras y maestros de la agrupación Nuestra Clase exigimos:
Los recursos estatales para la implementación de estas medidas, así como para garantizar todo lo necesario para enfrentar eficazmente la pandemia, pueden salir del no pago de la deuda pública, de impuestos extraordinarios a las grandes fortunas y del presupuesto que hoy se destina a la Guardia Nacional para perseguir migrantes.
Exigimos a la dirección del SNTE y llamamos fraternalmente a la CNTE a retomar estas demandas.
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