Este 10N desde la CRT impulsamos una campaña en la que pedimos el voto para la CUP en Catalunya, a la vez que impulsamos el voto nulo en el resto del Estado en solidaridad con el pueblo catalán, ya que consideramos que no existe una alternativa de independencia de clase que no tenga confianzas en un gobierno “progresista” con el PSOE del 155 y el IBEX.
Miércoles 6 de noviembre de 2019
Foto: Los candidatos del BNG al Congreso junto a la portavoz nacional, Ana Pontón, en la presentación - BNG
La izquierda reformista española, desde Podemos, Más País hasta Izquierda Unida, ha dejado claro que acata la sentencia contra los líderes sociales y políticos del procès y la represión en Catalunya, ya completamente integrada en un Régimen reaccionario y antidemocrático contra al derecho a decidir de los pueblos. Además, su tímido programa de reformas sociales queda supeditado a un hipotético gobierno con el PSOE, un partido del gran capital, y acaba por ser papel mojado. Mucho hemos escrito de por qué estas formaciones políticas no tienen nada que ofrecer a la clase trabajadora y los sectores oprimidos de la sociedad. Esta situación se repite en Galiza, donde En Común-Unidas Podemos, Anova y En Marea se han transformado en meros gestores de los ayuntamientos.
Sin embargo, hay personas de izquierdas que nos han planteado que en Galiza el BNG, un partido nacionalista y de izquierdas que firmó una declaración de apoyo a Catalunya junto con otros partidos independentistas, apoyando a los presos políticos del procés, sería una buena opción para la cual pedir un voto crítico.
Para nosotros existen múltiples diferencias entre las posiciones de la CUP en Catalunya y el BNG en Galicia, y que este último se ubica en una posición similar a la de ERC, deseando un gobierno con el PSOE para una negociación de traspaso de competencias, a diferencia de la CUP que, denuncia la represión no sólo del Estado central sino también del Govern catalán, y ha hecho explícito su objetivo de bloquear en el parlamento un gobierno falsamente progresista.
Mientras Catalunya ardía en más de dos semanas de lucha social continuada frente a una sentencia infame y a una enorme represión policial, el principal partido del nacionalismo gallego apenas reaccionó tímidamente. La plataforma “Galiza con Catalunya”, de la que el BNG forma una importante parte, sólo convocó a dos pequeñas concentraciones en las siete ciudades gallegas, y está prevista una manifestación para el día 8 de noviembre.
Pero mientras la extrema derecha de Vox reunía a cientos de personas con su discurso racista, machista y antiderechos en Vigo y la policía cargó contra los manifestantes que protestaban contra su presencia, el BNG calló y no condenó la represión. Desde nuestro punto de vista la reacción del BNG a la explosión de la lucha social y de clases en Catalunya, con una huelga general y otra estudiantil, ocupaciones de edificios públicos, cortes de vía pública… ha dejado mucho que desear.
Pero, sobre todo, lo que hay que considerar es que el BNG ya gobernó Galiza con el PSOE desde el 2005 hasta el 2009 en lo que se conoció como el bipartito. Un período en el que las condiciones de vida de la población no mejoraron y se mantuvieron altos niveles de desempleo juvenil, pobreza y corrupción. Para hacernos una idea, empresas público-privadas como SEAGA, dedicada a servicios agrarios, y que aplicó la subcontratación de bomberos y peones forestales para reducir costes labores o los casos de corrupción en las concesiones de explotaciones eólicas se produjeron entonces.
Y actualmente el BNG sigue gobernando en ciudades como Pontevedra con el PSOE, donde además de realizar obras estéticas de “humanización” y peatonalización de calles, sigue manteniendo las concesiones privadas de los servicios públicos municipales, las cuales lucran a grandes empresas y todo su progresismo se materializa en unas pocas iniciativas públicas para el “comercio local”. Acerca del problema de la vivienda, más de lo mismo.
Además, la responsabilidad del BNG en el desarrollo (y en su falta) de la lucha de clases y social es aún mayor, ya que la UPG, su principal corriente interna tiene gran influencia el principal sindicato gallego, la CIG, con cerca de 80.000 afiliados. Mientras sindicatos como ISC y CSC convocaron dos huelgas generales en dos años, la CIG amagó con convocar a una “huelga general” para junio del 2018 para luego desconvocarla para darle un voto de confianza al gobierno del PSOE, desmovilizando y desmoralizando a su base y amplios sectores que habían visto con ilusión esta convocatoria.
En ese momento pareciera que la CIG respondía a los intereses electorales del BNG más que a los intereses de la clase trabajadora gallega. En aquella desconvocatoria se había dicho que no dudarían en convocar de nuevo otra huelga general si el siguiente gobierno no daba pasos adelante para realizar reformas a favor de los trabajadores y el pueblo. Bueno, lo cierto es que se ha demostrado evidente que el PSOE no ha derogado la reforma laboral ni la ley mordaza -ni se propone hacerlo-, reprime el derecho a decidir del pueblo catalán, en el debate electoral de este lunes ha planteado reformar el Código Penal para prohibir los referéndums -retomando una medida propuesta por el PP-, quiere implantar la mochila austríaca y se prepara para aplicar el ajuste social que le imponga la Unión Europea en el próximo período, cuando se acercan vientos de recesión económica.
Incluso para defender las pocas reformas que plantea la CIG y el BNG, hay motivos suficientes para convocar a la huelga general, o al menos a un plan de movilizaciones mucho mayor para conquistar todas las demandas sociales y democráticas pendientes.
Es sabido que históricamente el BNG ha usado la movilización social con fines electoralistas, y no como principal herramienta de lucha para conseguir victorias, pero de un tiempo a esta parte, ha dado un salto en su pasividad. Algo que consideramos claramente perjudicial para la organización de la juventud y la clase trabajadora gallega.
En su programa, por ejemplo, el BNG habla de forma abstracta de “banca pública” y no plantea la nacionalización de las eléctricas si no el “control público gallego de un sector estratégico e implantación de una tarifa eléctrica gallega que baje el precio de la energía”. Tal y como se deduce por el contexto ese control público se refiere a una forma de control estatal de precios, pero nunca directamente a la propiedad. ¿Está planteando entonces seguir subsidiando la electricidad a las grandes compañías electrointensivas como Alcoa y Ferroglobe para evitar que estas realicen despidos masivos? Pareciera una medida que no pretende hacer pagar la crisis a los capitalistas si no repartir “mejor” la tarta del presupuesto estatal. Las propuestas del BNG no terminan de cuestionar la legalidad vigente y siempre desde un respeto a la propiedad. En este sentido sus críticas al sistema capitalista son superficiales.
En ese marco se entiende perfectamente que en estas elecciones el BNG ha decidido “sumar” con una fuerza residual nacionalista de derechas, Compromiso por Galicia, que no recabó ni el 1 % (0,48 %) de los votos en las pasadas elecciones municipales. CxG solo ha puesto la condición de que se sitúen a miembros de su partido en puestos simbólicos de la candidatura conjunta. Pero el BNG pierde más de lo que pudiera parecer, ya que bajo una fachada en donde se dice hacer políticas para la clase trabajadora, lo que realmente propone es un programa de competencias y negociación con el Estado para una mayor financiación. Así, vuelve a dejar claro que hace tiempo ha renunciado a impulsar un plan de lucha obrera y popular para “ampliar la base” con una mediocre suma aritmética con una antigua escisión que corresponde a su parte más pequeño-burguesa y de derecha, que realiza una política con tintes caciquiles en los pequeños núcleos donde gobierna o tiene fuerza.
En definitiva, pensamos que el BNG hace tiempo que es un partido plenamente integrado en el Régimen, que más allá de cierta retórica de izquierda, ha aplicado sistemáticamente la misma receta cuando obtuvo suficiente representación electoral. Pactos con el PSOE para llegar a posiciones de poder y reformas cosméticas. Es por ello que, en el Congreso de los Diputados, representación que perdió hace 4 años, su intervención siempre estuvo centrada en una mayor financiación para Galicia y un traspaso de competencias, pero sin cuestionar la propiedad privada de los sectores económicos estratégicos, ni cuestionar el marco legal existente del capitalismo español.
Es por ello que desde la CRT en Galiza también pedimos el voto nulo, en solidaridad con Catalunya y con la perspectiva de que se pueda construir más pronto que tarde una alternativa de izquierda anticapitalista. Y para esto llamamos a todas las personas, grupos políticos y sectores que compartan esta perspectiva a debatir cómo conseguirlo y a sumarse a nuestra campaña.
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