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Red Internacional
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14D Huelga estudiantil en Catalunya: enfrentemos la violencia machista y la oleada reaccionaria sin caer en la trampa del punitivismo

El próximo 14 de diciembre el Sindicat d’Estudiantes dels Països Catalans (SEPC) llama a la huelga en institutos y universidades contra las agresiones machistas y para "construir coeducación". Diversas asambleas de facultad se han sumado a la convocatoria. Mariona Tasquer, de la agrupación juvenil Contracorrent aborda en este artículo como enfrentar las violencias machistas y el auge de la derecha sin caer en la trampa del punitivismo.

Miércoles 13 de diciembre de 2023

Desde hace tiempo hemos observado en la mayoría de los países del mundo un auge de los discursos reaccionarios y de la extrema derecha más rancia y conservadora. Lo vimos en Italia con la victoria de Meloni y en Argentina más recientemente con la victoria del candidato ultraliberal Javier Milei. Este aumento de los discursos reaccionarios se ha reflejado también en un aumento de las violencias del capitalismo patriarcal como la violencia machista, la LGTBI-fobia, el racismo...

En el Estado español hemos visto estas semanas como algunos sectores de la derecha y la extrema derecha salían a la calle a manifestarse junto a los sectores más reaccionarios. Los hemos visto ondeando banderas españolas, con el "pollo" o sin él, y entonando cánticos misóginos, racistas, LGTBI-fóbicos y franquistas. Una derecha, representada en las Cortes, gobiernos autonómicos y ayuntamientos por el PP y Vox, que es la misma que quiere recortar derechos a las mujeres y las personas LGTBI, como el derecho al aborto o la Ley Trans.

El año 2022 fueron asesinadas por violencia machista alrededor de 89.000 mujeres y niñas en todo el mundo, según la ONU. Se trata de la cifra de feminicidios más alta registrada en los últimos 20 años. En el Estado español son casi 100 mujeres asesinadas por violencia machista desde el mes de enero de este año hasta finales de noviembre. A la vez, vemos como las agresiones sexuales aumentan cada año. En el 2022, los delitos contra la libertad sexual aumentaron un 13% respecto al 2021 y desde el 2019 las denuncias por violación han aumentado un 53,2%.

Este aumento de la violencia hacia las mujeres se da a todos los ámbitos de nuestra sociedad, y las universidades no son ninguna excepción. Un estudio sobre la violencia machista en las universidades, donde participaron 45 universidades de toda Europa, desveló que el 62% de las mujeres de la comunidad universitaria -alumnas y trabajadoras docentes y no docentes- ha sufrido algún tipo de violencia machista en la universidad. Un 57% de las 40 mil personas encuestadas reconoció haber sufrido violencia psicológica y un 31% haber sufrido acoso sexual y sexista.

El aumento de las violencias machistas es parte de la tendencia de un sector de la juventud a adoptar el discurso de la derecha reaccionaría, machista y lgtbifóbica. Un fenómeno que se da y refuerza en un momento en un gobierno, supuestamente "progresista" y que se autodenomina "feminista", sigue precarizando a la juventud y aplicando políticas de social-liberales. Esto facilita justamente a los partidos de derecha y extrema derecha capitalizar el malestar e instrumentalizarlo contra la lucha de las mujeres y la comunidad LGTBI, dirigiendo la rabia de un sector de la juventud más precaria y explotada hacia los discursos de odio y antiderechos.

A la vez, este aumento de las violencias genera un aumento de la tendencia de un sector de jóvenes precarias, mujeres trabajadoras y migrantes a organizarse y movilizarse para atajarla. El cómo hacerlo abre diversos debates que atraviesan hoy al movimiento feminista.

Diferentes sectores del movimiento feminista - tanto de partidos del régimen como de agrupaciones de la izquierda anticapitalista - toman un fuerte discurso punitivista, centrado en el refuerzo de los mecanismos judiciales y policiales del Estado como una supuesta solución. Un claro ejemplo fue la aprobación de la ley del ’Solo sí se sí’.

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El punitivismo supone la idea que aumentando las penas en el Código Penal se solucionará una violencia que es estructural. Al mismo tiempo, supone reforzar un sistema judicial reaccionario formado por una casta judicial que defiende los intereses de empresarios, políticos corruptos y el statu quo del capitalismo patriarcal. Por la vía del punitivismo y en defensa de la lucha de las mujeres, se refuerzan también las prisiones y la policía, la misma que reprime a manifestaciones en solidaridad con el pueblo palestino o que se infiltra en movimientos sociales, valiéndose de engaños para mantener relaciones sexuales con mujeres activistas y conseguir sus objetivos represivos. Que la justicia actúa de manera patriarcal es un hecho, y la vía punitivista que refuerza el aparato represivo del Estado no es una salida para nosotras.

El próximo 14 de diciembre la Coordinadora de Asambleas Interuniversitaria (CAI) convoca una huelga contra los profesores agresores, impulsada también por el Sindicat d’Estudiantes dels Països Catalans (SEPC), tanto a universidades como institutos. Desde Contracorrent damos apoyo a la convocatoria y lo hacemos planteando un programa para combatir estas violencias sin caer en la trampa del punitivismo o la confianza en la casta universitaria.

Las universidades no escapan de la estructura patriarcal del capitalismo, al contrario, la reproducen. La violencia machista es una realidad en el Estado español, es una violencia estructural presente a todas las instituciones y que se reproduce a todos los ámbitos de la vida diaria, desde casa hasta los centros de estudio y de trabajo.

Frente a esto, la institución universitaria ofrece como solución las llamadas "comisiones de igualdad" impulsadas desde los propios equipos decanales y dirigidas y controladas por la casta universitaria. A pesar de ser las estructuras supuestamente dedicadas a combatir las violencias machistas, su existencia es opcional y están totalmente desligadas de la participación y el control por parte de las trabajadoras docentes y no docentes y de las alumnas.

Estas comisiones de igualdad oficiales terminan actuando como un lavado de cara para la universidad y quedan totalmente por fuera los problemas reales y cotidianos que sufrimos las mujeres en la universidad; como el acoso sexual, los abusos, la invisibilización… que ejercen muchas veces alumnos o docentes, y también la precariedad, las brechas de género y otras discriminaciones y violencias, que van a cargo de la institución.

La mayoría de estudiantes y profesoras no conocen los protocolos de la comisión de igualdad. Tampoco han participado en su elaboración. Estos protocolos se han puesto en funcionamiento en muy pocas ocasiones y en muchos casos es la propia comisión de igualdad la encargada de tapar casos de violencia de profesores hacia alumnos y de silenciar a las víctimas.

El SEPC llama a la huelga para condenar los casos de acoso por parte de profesores a alumnas, y apuntan como objetivo la "construcción de la coeducación" en las aulas para "confrontar el patriarcado desde dentro". Denuncian la ineficacia de las instituciones para combatir esta situación, pero su objetivo es intentar reformarlas "desde dentro", apelando a la misma institución a que mejores los mecanismos existentes para, supuestamente, combatir las violencias machistas.

Para nosotras, centrar esta pelea en señalar a individuos concretos como los únicos responsables de esta violencia y pedir a las instituciones que sean eficaces en la hora de aplicarles castigos, no es ninguna solución y refuerza la confianza y legitimidad de las mismas instituciones que ejercen sobre nosotros esta violencia estructural.

No tenemos ninguna confianza en las llamadas "comisiones de igualdad" de las universidades y su posible mejora desde la misma institución. Para combatir la violencia contra las mujeres en la universidad, desde Pan y Rosas, creemos necesario construir comisiones de mujeres independientes de la casta universitaria. Comisiones que no dependan de la burocracia universitaria, que estén integradas por una mayoría estudiantil, junto a docentes y no docentes, que se propongan ser una auténtica herramienta para hacer frente a la violencia machista en las facultades y en los despachos universitarios, y la violencia y discriminación estructural llevada adelante por la misma institución.

Al mismo tiempo, creemos que hay que pelear por un programa que combata las otras formas de violencia y discriminación que cotidianamente nos afectan en las facultades. Desde la revisión de los temarios y planes docentes y de investigación, al servicio de las empresas y en las que el sesgo de género es evidente. Hasta el combate a la precariedad laboral, que sigue teniendo rostro de mujer. Terminar, por ejemplo, con el régimen de subcontratación y sobrexplotación que sufren trabajadoras de sectores como la limpieza o las cafeterías, es también parte de la lucha contra las violencias estructurales que no cuestionan ni las "comisiones de igualdad" ni la casta universitaria.

Defendemos, por lo tanto, unir la lucha contra la violencia patriarcal en la universidad, con la lucha contra la universidad empresa en manos de una casta de decanos, catedráticos y rectores, de los que nada podemos esperar. Necesitamos construir en nuestras facultades un movimiento feminista, junto al resto del movimiento estudiantil, que se ponga a la cabeza de la creación de comisiones independientes de la casta universitaria y que se proponga pelear por un programa como este que destierre el machismo de nuestras aulas y campus.