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Red Internacional
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Efemérides. 17 de mayo: Día contra la Discriminación por Orientación Sexual e Identidad de Género

El 17 de mayo de 1990 la homosexualidad fue quitada del listado de enfermedades mentales de la Organización Mundial de la Salud. Tras el triple lesbicidio ocurrido en Barracas, vienen en el centro del debate los prejuicios reaccionarios y discursos de odio contra las personas LGBTIQ+, discursos que hoy provienen desde el propio Estado y los voceros de la extrema derecha.

Pablo Herón

Pablo Herón @PhabloHeron

Viernes 17 de mayo de 2024 09:53

Cada 17 de mayo es el Día Internacional contra la Discriminación por Orientación Sexual e Identidad de Género. Hace 34 años la Organización Mundial de la Salud sacaba la homosexualidad de su listado de enfermedades mentales. Disciplinas como la medicina, psicología y psiquiatría desde fines del siglo XIX difundieron, parándose en prejuicios reaccionarios que corrían en la sociedad, que la homosexualidad era una enfermedad. La pelea contra la patologización está centrada en el desarrollo del capitalismo.

Ideas que aún hoy escuchamos en palabras de voceros de la extrema derecha como Nicolás Márquez, biógrafo y amigo de Milei, quien hace poco asociaba la homosexualidad con conductas “insanas” y “autodestructivas”. Prejuicios que, promovidos desde el Estado, legitiman la violencia social que se materializa luego en hechos como el triple lesbicidio que ocurrió en el barrio de Barracas.

Por eso es necesario desentrañar estos discursos que, además de infundir miedos y prejuicios alrededor de la sexualidad, también buscan generar divisiones políticas echando culpas a grupos sociales como las personas LGBTIQ+ sobre la situación de miseria económica y social que viven las grandes mayorías.

Un poco de historia

Tras la Segunda Guerra Mundial, al desarrollarse el “libre” mercado de trabajo, un eufemismo para la explotación asalariada, se estableció la posibilidad de desarrollar una vida por fuera de la familia nuclear (John D’emilio) y un proyecto de vida/supervivencia basado en el matrimonio heterosexual. Entre los cambios que dejó la guerra, se desarrollaron comunidades urbanas donde se encontraban personas que deseaban su mismo sexo, sobre todo de varones.

Durante el Estado de Bienestar y el macartismo en Estados Unidos, surgieron las organizaciones homófilas (que significa amor a los iguales) que cuestionaban la criminalización que llevó adelante el Estado contra gays y lesbianas, y la idea de asociarlos a enfermos mentales.

Organizaciones como Mattachine Society y Daughters of Bilitis denunciaron los distintos estigmas en un contexto de altísima persecución. La consecuencia de esa patologización no quedaba solo en un estigma social, sino también llevaba al desarrollo terapias aberrantes para “curar” la homosexualidad, electroshock o lobotomías. Hoy llamadas terapias de conversión, en muchas ocasiones realizadas en establecimientos ligados a instituciones religiosas, que hoy siguen siendo denunciadas en distintos países como hace pocos años en Ecuador.

En la década de 1970, con la llegada del movimiento de liberación sexual el reclamo llegó a otro nivel. La revuelta de Stonewall, el enfrentamiento a las fuerzas represivas y el inicio de las marchas del orgullo marcó un antes y un después, se comenzaron a formar decenas de organizaciones en todo el país. Instituciones como la Asociación de Psiquiatría de los Estados Unidos (APA por su sigla en inglés) fueron uno de los focos de denuncia ya que en su manual de enfermedades mentales (DSM) incluía la homosexualidad. Ya para 1973 se logró que la APA elimine la homosexualidad de la sección “Desviaciones Sexuales” del DSM II.

Recién casi 20 años después, la Organización Mundial de la Salud realiza el cambio en su manual de Clasificación internacional de enfermedades (CIE-10), y deja de patologizar la homosexualidad. Desde 1948 la CIE-6 incluía la homosexualidad dentro de los desórdenes mentales. La elaboración de la edición 9 de la CIE culmina en 1975 coincidiendo con el período en que la APA ya había avanzado en la despatologización a raíz de las protestas y críticas por la estigmatización y la falta de bases científicas para sostener sus afirmaciones. Sin embargo, la OMS mantuvo una postura que fue caldo de cultivo para potenciar los prejuicios reaccionarios que los sectores conservadores reprodujeron contra gays y lesbianas durante la aparición de la pandemia del VIH.

Los discursos de odio y la crisis

El momento en que se produce este giro, no solo está atravesado por el activismo por la cura del VIH, sino también un cambio donde sectores de grandes empresas y partidos tradicionales (como el Demócrata en EE.UU.) comienzan a desplegar una política de “tolerancia” hacia las personas LGBT basada en el reconocimiento de algunos derechos democráticos como la descriminalizacion, despatologización o el matrimonio igualitario. Como define la filósofa Nancy Fraser, se trató de una estrategia para mostrar un costado progresista mientras los Gobiernos aplicaban medidas neoliberales que beneficiaron las ganancias de empresas y atacaron conquistas sociales de las grandes mayorías (derechos laborales con la precarización, jubilaciones, salud y educación, etc.).

Es sobre ese terreno de experiencias con gobiernos que buscan mostrarse progresistas mientras aplican ajustes, como se vio a las claras con el Frente de Todos, en el que se paran las extremas derechas en auge en el mundo. Uniendo temas como “feminismo” y crisis económica, o derechos de la diversidad sexual y pauperización social, despliegan su discurso de odio contra sectores sociales que lograron algunas conquistas democráticas. Una manera de generar chivos expiatorios en medio de la decadencia de las democracias capitalistas.

Sabemos que nuestros derechos no están tallados en piedra y será necesario movilizarse para defenderlos. Desenmascarar estas operaciones es crucial para dar respuesta ante la emergencia de discursos de odio contra la diversidad sexual y el feminismo, y además para poner en el centro que en esa mayoría social que está sufriendo el ajuste, las mujeres y personas LGBTIQ+ sufren aún más la crisis producto de esa discriminación, de ahí la necesidad de unir todas las luchas en curso.


Pablo Herón

Columnista de la sección Género y Sexualidades de La Izquierda Diario.

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