Este 25 de noviembre, en México las calles se inundaron de mujeres —estudiantes y trabajadoras— en la movilización por el Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres. Se realizaron marchas simultáneas en la zona metropolitana de la CDMX y las principales ciudades del país.

Pan y Rosas México México | @PanyRosasMex
Jueves 28 de noviembre de 2019
Este 25 de noviembre, en México las calles se inundaron de mujeres —estudiantes y trabajadoras— en la movilización por el Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres. Se realizaron marchas simultáneas en la zona metropolitana de la CDMX y las principales ciudades del país.
Esta protesta evidenció que, más allá de todas sus promesas, con el gobierno de la 4T seguimos lejos de un cambio sustancial que mejore las condiciones de vida de la gran mayoría de las mujeres pobres y trabajadoras, quienes padecemos trabajos precarios, despidos por la llamada “austeridad republicana”, la prohibición de decidir sobre nuestros cuerpos, el despojo de nuestros territorios y recursos naturales para megaproyectos que sólo benefician a los grandes empresarios, esto con el corolario de la brutal violencia feminicida.
De ahí que salimos nuevamente a las calles a expresar nuestro hartazgo contra la miseria, explotación, opresión y violencia que padecemos todos los días y que no estamos dispuestas a tolerar más. En otros países, las mujeres también nos manifestamos como parte de un creciente movimiento internacional, que de múltiples formas, enfrenta las consecuencias una mayor degradación que nos impone este sistema capitalista y patriarcal.
Alto a la represión contra el movimiento de mujeres
Aunque los gobiernos federal y de la CDMX se presentan como defensores de los derechos de las mujeres y aseguran que en esta administración “no habrá machismo”, desplegaron un gigantesco operativo policiaco para “custodiar” la marcha en la CDMX, con —según cifras oficiales— 2,500 elementos, más un “cordón de paz” con trabajadoras de diversas dependencias que fueron obligadas a asistir, a pesar del repudio a estas medidas represivas que expresaron con antelación las organizaciones feministas convocantes.
Se trató de una evidente provocación y represión, que tuvo el objetivo de amedrentar y disuadir nuestra protesta en las calles con el pretexto de evitar “actos vandálicos”. Nosotras no olvidamos que son esos mismos policías los que violan mujeres con total impunidad; quienes reprimen y abusan de las jóvenes, trabajadoras, campesinas o indígenas cuando salimos a protestar; y quienes se encargan de mantener el “orden” misógino y machista que nos impone este sistema capitalista y patriarcal.
Medidas cosméticas
Dos días antes del 25N, en la CDMX, donde el gobierno del Morena concentra a sus principales figuras femeninas como Claudia Sheinbaum, Luisa María Alcalde, Olga Sánchez Cordero o Citlalli Hernández, fue aprobada la ley de Alerta por Violencia de Género (AVG), anunciada con bombo y platillo por la Jefa de Gobierno.
No es casual que el gobierno de Sheinbaum haya adoptado esta medida de último momento, luego de que se había negado durante meses, con la intención de mostrar ante la opinión pública que atiende y da respuesta a los reclamos del movimiento de mujeres.
Pero ya se ha demostrado durante años en otras entidades que la AVG es incapaz de acabar con la violencia patriarcal pues no representa un plan integral y efectivo que garantice la seguridad de las mujeres, sino que es utilizada para reforzar el aparato represivo del Estado y sus medidas punitivas.
En la CDMX, la marcha fue convocada por la Asamblea Feminista Metropolitana (AFM) y la Asamblea Feminista Autónoma e Independiente (AFAI), que agrupan a cientos de compañeras y a decenas de organizaciones que han impulsado el movimiento de mujeres en México. A la acción se sumó el Observatorio Nacional del Feminicidio, en el que participan reconocidas luchadoras y madres de víctimas de feminicidio.
Lamentablemente, esta movilización —en la que participamos miles—, fue empañada por las acciones “radicales” unilaterales de algunos grupos aislados, en las que se enfocaron los medios de comunicación para deslegitimar y satanizar nuestra justa protesta.
Acciones que, sin respetar los acuerdos tomados democráticamente por quienes impulsamos y convocamos a la marcha, se oponen en los hechos a impulsar un movimiento de mujeres masivo, junto a nuestros aliados —las y los millones de trabajadores—, con una política amplia, independiente y combativa para acabar con la violencia patriarcal. Son acciones que terminan sirviendo de pretexto al gobierno para justificar la represión contra las movilizaciones de mujeres, desvían la atención de nuestras demandas centrales y polarizan la opinión pública, y que han sido el pretexto para la reacción de los sectores de derecha machistas y misóginos.
Basta de provocaciones y agresiones contra Pan y Rosas
En este contexto, un grupo de mujeres con el rostro cubierto que surgieron del contingente “separatista”, atacaron el contingente de Pan y Rosas, con métodos porriles y agresiones físicas, rociando a compañeras con aerosol y amenazándolas con martillo en mano, como se puede ver en los videos que registraron la agresión. Posteriormente, en el mitin con el que concluyó la marcha en el Zócalo, el mismo sector lanzó objetos e intentó acallar a la compañera que habló a nombre de Pan y Rosas en el Zócalo, trabajadora despedida del DIF por luchar contra la precarización laboral, los recortes presupuestales y los despidos que afectan principalmente a las mujeres.
Estas agresiones hacia nuestra organización y a nuestras compañeras feministas socialistas son escandalosas si se considera el enorme esfuerzo que significó impulsar una movilización unitaria por parte de la Asamblea Feminista Metropolitana y la Asamblea Feminista Autónoma Independiente, en la que nos organizamos mujeres trabajadoras, estudiantes de distintas expresiones del feminismo, donde más allá de las distintas perspectivas, tenemos claro que el enemigo es el patriarcado y el capitalismo.
Resultan escandalosas también en el contexto de la ofensiva de la derecha para mantener y profundizar la criminalización de las mujeres que abortan; que buscan impedir hasta el debate parlamentario sobre proyectos de ley acerca de la interrupción del embarazo, mientras las cúpulas eclesiásticas —como la Iglesia católica y la Luz del mundo— mantienen la impunidad de sacerdotes abusadores de niños y de mujeres.
Desde Pan y Rosas México repudiamos estos métodos, característicos de grupos de choque, contra mujeres feministas, jóvenes y trabajadoras organizadas en PyR. Buscan amedrentarnos pero no lo vamos a permitir. Estos ataques derechistas le hacen el trabajo sucio a las autoridades y tienen un contenido claramente reaccionario, al golpear a quienes, desde el feminismo socialista y la izquierda independiente, impulsamos la organización democrática del movimiento de mujeres, la unidad en las calles para hacer a este movimiento más amplio y potente, así como libramos una lucha consecuente por los derechos de todxs, sin confiar en las trampas del Estado.
Somos Pan y Rosas: impulsemos una corriente anticapitalista, socialista y revolucionaria
A las militantes socialistas de PyR nos inspira la batalla que dan nuestras hermanas chilenas contra la represión y la herencia de la dictadura de Pinochet que hoy encarna el gobierno de Piñera; nos inspiran las hermanas bolivianas que enfrentan el golpe de la derecha, la policía y el ejército; así como la tradición combativa y de lucha de las mujeres que en México han enfrentado la represión y las torturas sexuales del Estado. No van a callarnos pues nuestras convicciones están forjadas sobre la tradición de miles de militantes revolucionarias que en la historia han sido perseguidas por los gobiernos capitalistas e imperialistas, por la Iglesia, las bandas fascistas y los burócratas sindicales, por buscar transformar este mundo de opresión y miseria desde la raíz.
En estos años de lucha hemos enfrentado represión, violencia, calumnias, ataques, difamaciones, por parte de la policía, el Estado, y ahora también, por sectores minoritarios que escudándose en las demandas de las mujeres, agreden cobardemente a compañeras. Pero ni las policías, ni el Estado, ni las agresoras que se mostraron en la movilización del 25N, nos van a callar. Desde esta perspectiva impulsamos un amplio movimiento de mujeres, independiente del Estado, del gobierno de la 4T y los partidos del Congreso, masivo y autoorganizado, aliado a la clase trabajadora, internacionalista y antiimperialista.
Nuestra lucha de fondo es por acabar con el capitalismo y el patriarcado. Pan y Rosas es una agrupación de mujeres y de la diversidad sexual que desde hace 10 años en México, y una década más en Argentina y otros países, hemos impulsado la organización y lucha de las más oprimidas: las obreras que dejan la vida en los trabajos, las jóvenes precarias, las estudiantes combativas, aquellas a las que nos han negado todo. Porque nuestras vidas están puestas al servicio de construir un mundo en el que las mujeres vivamos plenamente, para dar esa pelea te invitamos a impulsar y construir con nosotras una corriente de mujeres y de la diversidad sexual, anticapitalista, revolucionaria y socialista.