Se cumplen 13 años desde que se empezó a conmemorar a nivel internacional el día de la visibilidad trans, tras años de lucha se han conquistado varias luchas, pero aún hace falta más.
Jueves 31 de marzo de 2022
En el 2009 se empezó a conmemorar el día internacional de la visibilidad trans, cuando la activista transgénero Rachel Crandall consideró que faltaban días que permitieran reconocer a las personas trans y sus derechos, ya que solo existía un día de Memoria Trans, para recordar a las personas trans asesinadas por crímenes de odio, esta fecha se conmemora el 20 de noviembre, desde 1998 y a pesar de los avances en derechos como la aprobación de leyes de identidad de género en países como Bélgica, Dinamarca, Irlanda, Luxemburgo, Malta, Portugal, Países Bajos, Noruega, Argentina, o ciertos avances en países como Australia, Canadá, Chile Colombia, Costa Rica o en el caso de nuestro país que hasta hace poco se conquistó la aprobación de leyes de identidad de género en 13 estados.
Por otro lado, según datos del tercer informe de ILGA, en países como Guatemala, Hungría, Mongolia, Nueva Zelanda, Reino Unido, Estados Unidos, Uruguay, India y Nepal, los derechos se han estancado o han retrocedido, mientras en naciones como Gambia, Indonesia, Jordania, Kuwait, Líbano, Malawi, Nigeria, Omán, Sudan del Sur, Tonga, Emiratos Árabes Unidos e Irán, las personas trans enfrentan la criminalización, ya sea por medio de leyes explícitas, ley religiosa o edicto.
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Esta criminalización es algo que incluso ocurren en países que cuentan con leyes que reconocen algunos derechos para las personas trans, ya sea mediante el acoso policial, o incluso ocupando la existencia de leyes como molestia pública, la indecencia, las buenas costumbres, usurpación de identidad, delitos relacionados con el trabajo sexual, e incluso ocupando problemas como la guerra contra el narco, para justificar y dar carpetazo a los crímenes de odio y transfeminicidios.
Estas cuestiones incluso se profundizaron con la pandemia, como lo demuestra la Encuesta mexicana de vivencia LGBT+ ante Covid-19, donde se muestra como el 67.7 % de las personas trans y de identidades no binarias, presentan una mayor afección tanto en derechos laborales, como en la salud mental, entre otros.
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En América Latina y en otras partes del mundo hemos visto como han surgido discursos de odio, de derecha, disfrazados de supuestos argumentos biologicistas, que lo único que hacen es vulnerar los derechos de las personas trans, que el último nivel de violencia son los transfeminicidios y los crímenes de odio.
Simplemente, entre el 2020 y el 2021, según el Observatorio de Personas Trans Asesinadas, se registraron 125 asesinatos en Brasil, seguido por México donde se registraron 65 asesinatos, en Honduras y en Estados Unidos se registraron 53 y en Colombia 25.
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Cabe destacar que, debido a estos niveles de violencia, las personas trans, principalmente las mujeres trans en América Latina, la esperanza de vida es de 35 años, mientras la esperanza de vida del resto de la población es de 70 años, además que la misma discriminación niegan derechos como al trabajo y a la salud.
Pero en contraparte han surgido sectores de la diversidad sexogenérica que cansadxs, enojadxs de la situación de violencia y discriminación, han vuelto a recuperar las calles para luchar por plenos derechos para las disidencias.
Recuperemos el espíritu de Stonewall
Es necesario que, ante los discursos de odio, la discriminación y la violencia, nos organicemos y luchemos por plenos derechos para todas las disidencias a nivel nacional y así poder conquistar el derecho al cupo laboral trans, leyes de identidad de género, derecho a la salud gratuito y que se garanticen de manera gratuita inhibidores, hormonas y todo lo necesario para la reasignación de sexogenérica.
Pero para lograr todos nuestros derechos es necesarios construir un movimiento de las disidencias, que sea combativo e independiente a los partidos patronales y el gobierno, que recupere el espíritu de Stonewall y que busque la unidad con otros sectores como el movimiento de mujeres y con el resto de la clase trabajadora, porque si realmente queremos conquistar todos nuestros derechos, solo va a pasar por construir un mundo libre de toda opresión y explotación.
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