En México este #8M2024 fue, sin duda, la mayor movilización feminista de los últimos años. Finalizando el sexenio de López Obrador y con las elecciones presidenciales en puerta, el movimiento de mujeres demostró una vez más que sus demandas no son botín político de nadie y que el hartazgo contra la violencia continúa en aumento.
Miércoles 20 de marzo de 2024
Medio millón de personas en la CDMX; decenas de miles en Guadalajara, Monterrey, Hermosillo y La Laguna; miles más en Toluca, Colima, Zacatecas, Puebla, Mérida, Culiacán, Oaxaca y muchas más ciudades. Jóvenes y estudiantes, pero también trabajadoras, maestras, amas de casa, adultas mayores, familiares de víctimas de feminicidio, jubiladas, precarias, migrantes, mujeres de la comunidad palestina, musulmanas, judías antisionistas, mujeres con discapacidad, mujeres y hombres trans, personas no binaries y LGBT+.
Se trata de una jornada de lucha que hemos conquistado para nosotras y para las nuevas generaciones, un día en el que salimos a las calles a repudiar la violencia que vivimos a diario y desde hace décadas, desde el norte hasta el sur del país. En donde los feminicidios, transfeminicidios, crímenes de odio y desapariciones forzadas son los últimos eslabones de una larga cadena de violencias estructurales, que enfrentamos con mayor saña las mujeres, infancias y disidencias LGBT+ de las clases pobres, campesinas, migrantes y trabajadoras.
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8 de marzo y las elecciones presidenciales
Este año, la movilización por el Día Internacional de las Mujeres estuvo cruzada por la solidaridad con el pueblo palestino y las elecciones presidenciales en México. Por primera vez en la historia de nuestro país, las candidaturas de las principales fuerzas políticas están encabezadas por dos mujeres: Xóchilt Gálvez de la Coalición PRI, PAN y PRD, y Claudia Sheinbaum de la alianza Morena, PT y Partido Verde.
Se trata de un hecho histórico que expresa en la superestructura política la importancia que ha conquistado el movimiento de mujeres en los últimos años -a nivel nacional e internacional-, así como un nuevo intento de los partidos del régimen y la burguesía para congraciarse y conquistar el apoyo del movimiento feminista, de mujeres y disidencias LGBT+.
Sin embargo, las cientos de miles de mujeres y personas que tomamos las calles este 8 de marzo, no teníamos como principal consigna el apoyo político a ningúna de las candidatas y candidatos de los partidos del régimen. Por el contrario, fueron varias convocatorias y asambleas feministas las que reivindicaron la independencia del movimiento y dejaron claro que ¡gobierne quien gobierne, los derechos se defienten!.
Y es que nuestras demandas y hartazgo van mucho más allá de las contiendas electorales, son las mismas que gritamos en este sexenio y los anteriores, las mismas que gritaron feministas y luchadoras en décadas previas y que ningún gobierno ha resuelto de fondo: ¡Ni una asesinada ni desaparecida más! ¡Vivas se las llevaron, vivas las queremos! ¡Vivas y libres nos queremos!
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La lucha feminista y la represión como respuesta
Las luchas y demandas del movimiento feminisita, de mujeres y personas LBGT+ son legítimas y por eso, año con año, siguen sumando a más activistas y simpatizantes a su causa, sobre todo entre sectores de la juventud y también entre trabajadoras. Sin embargo, la respuesta de los gobiernos municipales, estatales y federal este 8M fue nuevamente la criminalización y represión policial. La gran pregunta es, ¿dónde estaban esos gobiernos y policías cuando las mataron? ¿dónde estaban cuando se las llevaron?
Horas antes del 8 de marzo la policía en Guerrero asesinó de un tiro en la cabeza al joven normalista Yanqui Kothan de 23 años, sumando a una nueva madre al movimiento por verdad y justicia para Ayotzinapa. En Zacatecas, el gobierno de David Monreal de Morena ordenó la represión de mujeres y niñas que marcharon a la Plaza de Armas. La gobernadora morenista de Colima, Indira Vizcaíno, ordenó agredir con gas lacrimógeno a mujeres e infancias que acudieron a la manifestación de forma pacífica. En Puebla y Toluca, gobernados por Sergio Salomón Céspedes y Delfina Goméz, también enviaron a la policía a reprimir las manifestaciones del 8 de marzo.
Los gobiernos y partidos de la oposición no se quedaron atrás en la represión del 8M. Samuel García y Movimiento Ciudadano ordenaron una salvaje represión a la marcha feminista en Monterrey que rápídamente se viralizó a través de las redes sociales. También el priísta Manolo Jimenez envió a la policía antimotines a la marcha de más de 10 mil mujeres en la Laguna; como también lo hizo la panista Maru Campos en Chihuahua capital.
Por más feministas que se presenten en sus campañas electorales, todos los partidos ordenaron la represión policíaca a las marchas y protestas del 8 de marzo, demostrando una vez más que no son aliados del movimiento de mujeres y disidencias LGBT+. También la extrema derecha aprovechó el día para atacar a través de sus trolls, influencers machistas y redes sociales al movimiento.
No es la primera ni la última vez que vemos al Estado, sus partidos y a sus fuerzas represivas -policía, ejército, marina o Guardía Nacional- reprimiendo y violentando al movimiento de mujeres o a cualquier movimiento social que no se alinee a los planes del gobierno y empresarios. Para las nuevas generaciones es importante recordar que en 2006 fue la policía, bajo las órdenes de Vicente Fox y Enrique Peña Nieto, quien reprimió brutalmente al pueblo de Atenco y torturó sexualmente a 47 mujeres que solo defendían su territorio. Por este y muchos casos más, el grito que se replica por miles tiene tanto sentido y vigencia: ¡la policía no nos cuida! ¡nos cuidan las amigas y el movimiento!.
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La salvaje represión que vivimos a través de las redes sociales -y no de los medios de comunicación masivos que siguen levantando cercos mediáticos- son también intentos que buscan mermar el impacto político y subjetivo que genera el 8M entre sectores de masas. El Estado y su policía recurrieron nuevamente al miedo, al terror, la violencia policiaca y el amedrentamiento psicológico buscando doblegar y domesticar al movimiento de mujeres, reprimiendo simbólicamente también a las juventudes, adultas mayores e infancias que nos acompañaron. Se trata de un castigo patriarcal hacia un movimiento que en este gobierno y en los anteriores se ha mostrado crítico ante las promesas oficiales y que mantiene su principal forma de protesta en las calles, y no en las vías institucionales como quiere el Estado. Esto es un problema político para cualquier gobierno y para cualquier presidenta o presidente, por más apoyo y legitimidad que sostenga.
Después del 8M ¿Qué sigue?
Recordemos que el 8 de marzo fue un día propuesto por las feministas socialistas en 1910, durante la IIº Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague. A más de 100 años de esta propuesta realizada por la revolucionaria alemana Clara Zetkin, esta fecha sigue manteniendo su vigencia y es reconocida por millones de mujeres en todo el mundo, como un día para expresar en las calles la rabia y descontento contra este sistema capitalista y patriarcal.
Este 8M nos deja la oportunidad de hacer un balance y reflexión colectiva sobre el devenir del movimiento en México, desde 2016 cuando comenzaron las movilizaciones nacionales del #24A, pasando por las diferentes convocatorias a #ParoInternacionalDeMujeres, el llamado a un día sin mujeres en 2020 y otras importantes experiencias. Se trata de un movimiento dinámico y con diferentes corrientes políticas y debates en su interior, que cuenta con asambleas feministas en los estados y hoy tiene el enorme reto de avanzar en la construcción de una gran Coordinación Nacional de Mujeres y Disidencias LGBT+, para darle mayor fuerza al movimiento de cara al próximo gobierno, que probablemente sea encabezado por una mujer y que sin embargo no nos da ninguna garantía.
Recuperando la tradición del movimiento feminista en América Latina, hoy podemos y debemos apostarle a la organización independiente mediante Encuentros Regionales y Nacionales de Mujeres y Disidencias LGBT+, que en décadas previas fueron cooptados por el PRD, pero que hoy tienen un gran potencial para articular todas nuestras luchas y demandas desde un Plan Nacional de Lucha, si mantenemos la independencia política de los partidos del régimen y nos planteamos la unidad con otros movimientos sociales, como el de víctimas de la violencia y la militarización, el movimiento estudiantil, de los pueblos originarios, migrantes, de solidaridad con Palestina y con el movimiento obrero, que hoy esta altamente feminizado y racializado.
Desde Pan y Rosas, una agrupación de feministas socialistas con 12 años de lucha en México y 20 a nivel internacional, peleamos desde una perspectiva anticapitalista y revolucionaria para el movimiento de mujeres y disidencias LGBT+. Estamos convencidas de que, como hace 100 años en México y en el mundo, las mujeres podemos ser la chispa que encienda las llamas contra este sistema capitalista y patriarcal.
A ti que fue tu primera marcha; que ya has asistido en otros años; a ti que no marchas pero apoyas el movimiento; a ti que estas harta de la barbarie de este cis-tema, te invitamos a contactarnos y abrazar la perspectiva del feminismo socialista y anticapitalista, que desde 14 países del mundo peleamos por todo ¡Por nuestro derecho al Pan y también a las Rosas para todas, todes y todos!
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