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Red Internacional
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Editorial. 8M: y estas, ¿de dónde salieron?

¿Quiénes fueron las protagonistas de la multitudinaria movilización del pasado #8M? ¿Qué las moviliza a las que se movilizan? ¿Cómo hacer que esa energía desplegada en las calles se mantenga viva y creciente para las batallas que el movimiento de mujeres tiene por delante?

Andrea D'Atri

Andrea D’Atri @andreadatri | Diputada porteña PTS/FIT

Sábado 17 de marzo de 2018

Al cabo de una semana del #8M, intentar discernir cuántas mujeres asistieron a la movilización carece de sentido. Es un hecho que aún se siga hablando del pasado Día Internacional de las Mujeres y de la multitudinaria concentración que copó la Avenida de Mayo –entre la Casa Rosada y el Congreso- derramándose por las calles laterales.

Una movilización en la que las columnas de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, las más diversas agrupaciones feministas, los sindicatos, los partidos de izquierda y las organizaciones sociales, que durante un mes se reunieron en asambleas para delinear su contorno y su contenido, fueron ampliamente superadas por las mujeres de todas las edades –pero mayoritariamente jóvenes, incluso casi niñas- que llegaron desde todos los barrios porteños y también del conurbano.

En esta ocasión, esa nueva generación de estudiantes secundarias fue la protagonista de la movilización en Argentina, el país que sorprendió al mundo con el grito de #NiUnaMenos en 2015, dándole nuevo impulso al movimiento de mujeres en otros países.

El futuro está aquí

Como lo señalaron todas las crónicas, las jóvenes llegaban en grupos, con sus amigas y compañeros de colegio, con la barra del barrio, ellas con sus novias o sus novios, con hermanas y madres, felices de compartir la calle con consignas pintadas a mano en cartulinas, en la ropa o en el cuerpo.

La legalización del aborto era uno de sus reclamos más sentidos, no sólo formulado desde la persistentemente negada libertad a poder decidir sobre sus propios cuerpos, sino también desde la comprensión de que se trata de un acuciante problema de salud pública, donde otras chicas –que no son las elegidas por los medios para ser entrevistadas en vivo- son las que ponen en riesgo su vida.

Las jóvenes olfatean que, en el oportunismo de Macri para que el aborto legal se discuta ahora en el Congreso, hay una oportunidad.

Esas jóvenes estudian en escuelas de la Ciudad de Buenos Aires o de la provincia: en ambos lugares gobierna el oficialismo. Viven cotidianamente la reticencia de las autoridades a implementar la Educación Sexual en sus clases y olfatean que, en el oportunismo de Macri para que el aborto legal se discuta ahora en el Congreso, hay una oportunidad.

También estuvieron las amigas y amigos de aquellas jóvenes que fueron asesinadas, conmocionando al país en los últimos años. Pero los carteles que reclamaban #NiUnaMenos no sólo portaban los retratos de las víctimas de femicidio. La consigna fue resignificada con nuevos y múltiples sentidos: “Para decir #NiUnaMenos, hay que dejar de criar princesas indefensas y machitos violentos”, decía la pancarta de una piba de Berazategui. Así, miles.

El debate de si varones sí o no quedó limitado a las agrupaciones militantes. Las pibas fueron con quien tuvieron ganas e hicieron lo que quisieron, como corresponde.

La marea de mujeres sobrepasó a las asambleas

Los medios oficialistas atacaron a la movilización por “politizada”. Agitar el fantasma de que la política es algo malo, ya no da resultado, cuando muchos feminismos asumieron, hace décadas, que lo que pasa en las vidas de las mujeres, en sus cuerpos y en sus relaciones tiene que ver con un régimen social, económico y político, donde capitalismo y patriarcado se dan la mano.

Sin embargo, ningún sector político podría adjudicarse la enorme movilización de amplios y difusos contornos. El “hit del verano” se cantó bastante menos de lo que algunas organizaciones peronistas presentes hubieran querido; pero la marcha aplaudió y gritó a viva voz por la separación de la Iglesia del Estado, mucho más de lo que los movimientos sociales amigos de Bergoglio, hubieran esperado.

Las trabajadoras elijen rodearse de la solidaridad del movimiento de mujeres en su lucha contra los despidos, uniendo lo que las burocracias sindicales son incapaces de unir.

De la misma manera que el paro aun fue más simbólico que efectivo; pero las trabajadoras en lucha contra los despidos y el ajuste, fueron más que las que el gobierno, las burocracias sindicales y hasta los propios medios oficialistas, hubieran deseado.

Fueron las trabajadoras despedidas del Hospital Posadas, las del INTI, las docentes y otras quienes ocuparon el escenario, poniendo sus rostros junto a la voz de Liliana Daunes, en la lectura de un documento que, por intentar contener la diversidad de opiniones de quienes lo redactaron, probablemente se escuchó algo alejado de los profundos motivos que llevaron a cada una de esas miles de mujeres a la calle.

Estas trabajadoras también resignificaron la consigna de #NiUnaMenos, agregándole, “sin trabajo”. Eligen así, rodearse de la solidaridad del movimiento de mujeres en su lucha contra los despidos, uniendo lo que las burocracias sindicales son incapaces de unir.

Ganar las calles, sin volver atrás

Después de este 8M, tenemos que desarrollar creativamente la organización, cada vez más amplia, de esta fuerza que emergió de una nueva generación de mujeres. Porque sabemos que el aborto será legal solamente si no abandonamos las calles y que, contra todas las maniobras de los partidos mayoritarios en el Congreso, nuestra fuerza organizada es la única garantía que tenemos para que se apruebe el proyecto de ley de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto y no cualquier otra cosa.

Y en cada empresa, cada fábrica, cada escuela, cada hospital, tenemos que impulsar la organización de comisiones de mujeres, para que la fuerza que las trabajadoras muestran en las luchas contra los despidos y el ajuste, también se convierta en una potencia imparable en la conquista de todos nuestros derechos.

El régimen político no es zonzo: desde Macri, haciendo demagogia con el debate del aborto legal y proponiendo leyes para achicar la brecha salarial, hasta la oposición intentando conducir este movimiento a depositar expectativas en las elecciones de 2019, pasando por los grandes medios que privilegiaron una cobertura edulcorada del Día Internacional de las Mujeres, todos actuarán para evitar que conquistemos nuestros derechos con nuestra lucha y en las calles.

Sigamos siendo las protagonistas nuestro presente y las hacedoras de nuestro destino.

Las mujeres de Pan y Rosas, nos movilizamos por miles en todo el país, pero también lo hicimos en las impresionantes concentraciones que hubo en el Estado Español y en Uruguay. Marchamos en Bolivia, Chile, Brasil, Perú, Venezuela, México, Francia y Alemania. Y por primera vez, lo hicimos en Costa Rica, con un contingente de nuevas compañeras que tomaron las banderas de nuestro feminismo socialista y revolucionario.

Hoy, en Argentina, tenemos este enorme y entusiasta desafío. Para que juntas, con todas estas jóvenes estudiantes y trabajadoras que hoy salieron a las calles –muchas por primera vez-, sigamos siendo las protagonistas de nuestro presente y las hacedoras de nuestro destino.

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El conductor atascado, sorprendido por la multitud que le dificultaba el paso, se preguntaba: “y éstas, ¿de dónde salieron?” La pregunta más importante, sin embargo, es a dónde se dirigen. No está clara aún la respuesta. Lo único que todas saben es que a allí, de donde salieron, no quieren volver más.


Andrea D’Atri

Diputada porteña del PTS/Frente de Izquierda. Nació en Buenos Aires. Se especializó en Estudios de la Mujer, dedicándose a la docencia, la investigación y la comunicación. Es dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Con una reconocida militancia en el movimiento de mujeres, en 2003 fundó la agrupación Pan y Rosas de Argentina, que también tiene presencia en Chile, Brasil, México, Bolivia, Uruguay, Perú, Costa Rica, Venezuela, EE.UU., Estado Español, Francia, Alemania e Italia. Ha dictado conferencias y seminarios en América Latina y Europa. Es autora de Pan y Rosas. (…)

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