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Diabetes y trasnacionales. A 100 años de la primera prueba de tratamiento con insulina: lucro con la salud

De la primera prueba en humanos del tratamiento para la diabetes a los negocios multimillonarios de las trasnacionales farmacéuticas. Por el derecho a la salud para todes.

Martes 11 de enero de 2022

El 11 de enero de 1922, en el Toronto General Hospital Leonard Thomson, un joven de 14 diagnosticado con diabetes tipo1, de apenas 29 kilogramos de peso, fue la primera persona en recibir el tratamiento con insulina. Los médicos pioneros fueron Frederick G. Banting y Charles H. Best. La primera prueba no resultó bien.

Otro médico, James Bertram Collip, consiguió producir insulina de mayor calidad, se le administró a Leonard el 23 de enero de 1922, y se registró mejoría. Hasta ese momento, no había tratamientos exitosos para la diabetes. El joven alcanzó los 26 años, cuando falleció por neumonía, una complicación asociada a la diabetes.

Frederick Banting y John Macleod habían vendido sus derechos por un dólar canadiense para facilitar el acceso de la insulina a quien la necesitara.

Como en el caso de otros descubrimientos científicos, existió una gran controversia sobre quiénes podían reclamar el crédito por descubrir la insulina.

Hoy, el principal tratamiento para la diabetes tipo 1 o tipo 2 es la insulina, una hormona que regula los niveles de glucosa en el organismo. y es el principal tratamiento para la diabetes tipo 1. El dato más reciente publicado por la OMS es de 244 millones de enfermos en el mundo, registrado en 2014. El 80 % de los diabéticos viven en países de ingresos medios o bajos.

En la actualidad, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, 50 % de personas que padece diabetes no puede acceder a la insulina que requieren y la mitad de quienes tienen diabetes de tipo 2 (la más común) no están diagnosticados, un hecho que incremente el riesgo de muerte temprana, amputaciones o pérdida de la visión. Con la pandemia de covid-19, los pacientes diabéticos son uno de los grupos que más necesitan hospitalización.

La diabetes es una de las enfermedades crónicas de mayor incidencia en el mundo. En los últimos 40 años se cuadriplicaron los casos y uno de los factores más problemáticos es que tres laboratorios trasnacionales dominan la producción de insulina: Eli Lilly, Novo Nordisk y Sanofi.

Trasnacionales que lucran con el derecho a la salud

Novo Nordisk Pharma proviene de la fusión en 1989 de Nordisk Insulinlaboratorium y Novo Terapeutisk laboratorium, fundadas en 1923 y 1925 respectivamente. Emplea a 40 mil trabajadores en todo el mundo y sus productos se comercializan en 170 países. Su sede central está en Dinamarca.

Lilly es un laboratorio farmacéutico fundado en 1876 por el coronel Eli Lill. Fue la primera empresa productora de insulina, extraída del páncreas de ganado bovino y porcino, en la primera mitad de la década de 1920. En 1982 empezó a comercializar la primera insulina producida por ingeniería genética. Tiene más de 40 mil trabajadores, opera en 120 países y su casa matriz se encuentra en Indianápolis, Estados Unidos.

Sanofi Aventis es un laboratorio que proviene de la fusión en 2004 de Aventis Pharma y Sanofi Synthelabo. Emplea a más de 100 mil trabajadores en todo el mundo y sus productos se venden en 170 países. En 2020 obtuvo 12,300 millones de euros en beneficios y 4,000 millones en dividendos; mientras recortó 1,700 puestos de trabajo. Para el tercer trimestre de 2021, sus ganancias se incrementaron en 19%.

Según denunciaron sus trabajadores en Francia, en el marco de una huelga por aumento de salario, por la reducción de la jornada laboral sin recorte de salarios, contra despidos y por la basificación de todos sus trabajadores (una parte son eventuales), Sanofi desarrolló una vacuna contra la Covid-19 y no la produce porque sus directivos no la consideran “rentable”.

Entre las tres transnacionales, concentran el 90 % de la producción de insulina, y la venden a quien la pueda pagar. El lucro es el que rige la fabricación de este tratamiento indispensable para garantizar la salud de decenas de millones de personas en todo el mundo.

Ante esta situación, la única forma de terminar con las ganancias capitalistas como eje rector de la producción de medicamentos e insumos médicos, es exigir en todo el mundo la liberación de las patentes y de la transferencia de tecnología, para que toda la población tenga de verdad acceso al derecho a la salud.

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Con información de La Jornada, Forbes y Elsevier