Elegimos este documental histórico para hacer un primer recorrido sobre el golpe de estado en Chile, que significó la muerte, tortura y desaparición de miles de militantes de izquierda, luchadores y sectores populares. El mítico documental de Patricio Guzmán es una crónica política con formato periodístico de 3 capítulos.
Sábado 11 de septiembre de 2021 00:00
La batalla de Chile es un documental histórico que evidencia un registro de los meses previos al golpe de estado del 11 de septiembre de 1973. Una particularidad del documental es que fue filmado en el momento en que se producen los hechos. Fue distribuido en más de 35 países, entre las décadas del ‘70 y ‘80, pero en Chile fue objeto de censura hasta hace 3 años cuando el documental fue exhibido por primera vez en TV abierta.
Se debe agregar que el director trabajó en colaboración con el documentalista francés Cris Marker y del Instituto de Cinematografía Cubano, además de Jorge Muller Silva, camarógrafo y director de fotografía, quien en noviembre de 1974 fue secuestrado por la policía militar de Pinochet y hasta el día de hoy se encuentra en calidad de detenido desaparecido.
El documental cuenta con 3 capítulos: “La insurrección de la burguesía”, “El golpe de Estado” y “El poder popular”.
En esta nota elegimos el primero, “La insurrección de la burguesía”, donde se ilustra primero el bombardeo a la Casa de la Moneda, de aquella mañana del 11 de septiembre de 1973. Sería el punto cúlmine de una serie de intentos golpistas comandados por la burguesía chilena. Tras 3 años de gobierno caía el gobierno de Salvador Allende, líder de la Unidad Popular y partidario de la estrategia de la “vía chilena” (pacífica o institucional) al socialismo, y terminaba un proceso histórico, donde la movilización popular fue una constante.
Para entender este final el director vuelve 6 meses atrás, a las elecciones legislativas de marzo del ‘73. Las imágenes en blanco y negro muestran un pueblo totalmente movilizado por la elección, parece realmente el preludio de una guerra. Por un lado se ve a sectores reaccionarios que en nombre de la libertad y la democracia ya hablan de la necesidad de derrocar al presidente a toda costa. Por otro lado, se ve la convocatoria de trabajadores en mítines y en los barrios en apoyo al gobierno de Allende y también planteando que el “enfrentamiento era inevitable”.
Es que la derecha confiaba en un triunfo rotundo que le permitiera alcanzar los dos tercios. De esa manera, era sencillo forzar la renuncia al presidente Allende. Pero los resultados sorprendentemente fortalecieron al gobierno que alcanzó más del 43% de los votos, aumentando casi 6 puntos en relación a la anterior elección que lo puso en el poder. Luego de impulsar algunas escaramuzas, los sectores reaccionarios bancados y financiados por Estados Unidos comienzan a planear el golpe, ya que la vía electoral no funcionó pese a los millones de dólares invertidos por el imperialismo yanqui, que profundiza su plan golpista enviando a la élite de la CIA para capacitar a los golpistas chilenos y profundizar su política hacia las FF.AA.
El bloque contrarrevolucionario sería liderado por una alianza de golpistas nacionales de la derecha y el gran empresariado nacional junto al imperialismo norteamericano y sus empresas. Desde EE. UU., la CIA dirigida por Henry Kissinger junto a Edwards (El Mercurio) desarrollaron dos planes de golpe: uno “constitucional” (o parlamentario) y otro “militar” para terminar con el gobierno de Allende y el proceso abierto en Chile.
Los meses que continúan son una serie de intentos de desestabilizar al gobierno y atacar directamente a los trabajadores, con desabastecimientos, buscando aplastar con hambre la movilización popular. Que frente a cada ataque intentaba responder incluso superando la propia dirección de Allende. Cuestión que se verá mucho más clara en los próximos dos capítulos.
El triunfo de Allende, en el marco de un ascenso de luchas obreras, campesinas y populares, si bien buscaba canalizar éstas en los marcos de la institucionalidad burguesa y bajo una estrategia de colaboración con partidos burgueses (como el radical) y acuerdos con la DC, abrió una “estructura de oportunidades” por donde se fue colando la lucha de clases de forma acelerada y que posteriormente llegó a “desbordar” a las direcciones de la UP.
La estrategia de la burguesía es de desgaste, busca por un lado, en el marco de la democracia burguesa, crear condiciones favorables para la destitución constitucional a través del Parlamento y la Justicia. Poniendo toda clase de límites a través de los partidos opositores en el congreso chileno, el conservadurismo y la democracia cristiana. Rechazando leyes, destituyendo ministros y quitándole atributos presidenciales; mediante la movilización de sectores afines a la oposición de las universidades e incluso a través de conflictos salariales, como la huelga del cobre que duró más de 74 días fogoneada por sindicatos afines a la derecha.
Frente a esta situación otra vez la clase trabajadora sale a respaldar al gobierno, saben que el escenario es cada vez más claro. Si el choque era inevitable, ahora era cada vez más inminente. La resistencia obrera y popular llevó a la reacción a agotar cada uno de esos cartuchos: luego del fracaso de la derecha en las elecciones parlamentarias de marzo de 1973 y la derrota de la huelga minera liderada por sindicatos demócratacristianos, la estrategia de la oposición pasa a ser la del golpe militar.
El proletariado sale a la escena como actor central del proceso revolucionario, forja nuevas organizaciones de combate y auto-organización, se liga a la población, busca formas de controlar la distribución, pero no logra pasar a la ofensiva para desarmar a la burguesía, imponer la derrota y lograr un paso efectivo al desarrollo de un gobierno obrero basado en los organismos de auto organización como podrían haber sido los Cordones Industriales. Las movilizaciones al grito de “crear poder popular” se ven constantemente en el documental, estos debates sobre la forma en la que se podía derrotar a los golpistas exceden a este artículo, sin embargo puedes encontrar nuestra posición en la siguiente nota, Chile: ¿era posible la victoria?
El primer capítulo culmina con la muerte del camarógrafo argentino Leonardo Henricksen que graba su propia ejecución, durante el conocido Tanquetazo. Cuando el palacio presidencial fue atacado por seis tanques y ochenta soldados. Cundió la alarma. Era la prueba de fuego de la revolución chilena y el ensayo general de la contrarrevolución. La continuidad del proceso va a quedar para un próximo artículo.
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Hoy se mantiene en completa impunidad responsables políticos y materiales de la violación a los derechos humanos llevada adelante desde el 11 de septiembre de 1973, al punto de seguir cuidando la identidad de quienes cometieron tales aberraciones. Es vital avanzar a un verdadero juicio y castigo para todos los responsables políticos y materiales de estos crímenes y así, de una vez por todas, terminar con décadas de impunidad. Por el fin a los pactos de silencio y cárcel común para los genocidas. Por lo que, urge una gran movilización para que se acaben los pactos, y a la vez pelear por la libertad de quienes protestaron contra el régimen heredado desde la dictadura militar.
La Batalla de Chile [Parte I]: La Insurrección de la Burguesía
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