Se cumplen 5 años del asesinato de Daniel Zamudio, un joven homosexual asesinado por un grupo de neonazis en el parque san Borja, un hecho que conmociono a la opinión pública en el año 2012 donde abrió paso a grandes discusiones sobre derechos democráticos en chile.
Jueves 2 de marzo de 2017
Como si hubiera sido ayer los golpes, la tortura y las marcas con símbolos nazis en su cuerpo, todavía permanecen en la retina de miles de jóvenes de la diversidad sexual, quienes siguen enfrentándose a la inseguridad y el temor de no saber si por tomarnos de la mano o darnos un beso, se puede transformarse en un ataque a nuestros cuerpo.
Luego del asesinato del joven, el gobierno de Sebastián Piñera salió al paso, con una ley antidiscriminación, más conocida bajo el nombre de “Ley Zamudio”, la que resultó ser meramente sancionadora y, en ningún caso, preventiva; y a la que también pueden acudir sectores conservadores, los mismos que son responsables indirectos o directos de los crímenes de odio al construir y sostener toda una estructura social que enseña a violentar a la diversidad sexual.
Por más que en el segundo gobierno de Bachelet se aprobara el acuerdo de unión civil, que funciona como un avance para cientos de personas, sigue siendo una forma de no avanzar en derechos plenos como un matrimonio igualitario con adopción de hijos, a la cual la derecha más dura se oponen fuerte mente, a evitar cada paso en derechos para gays lesbianas y trans.
Pero no solo, no hay avances en términos de matrimonio, adopción de hijos, tampoco existe un reconocimiento a las personas trans, para que puedan trabajar normal mente, ni poder llevar el nombre que ellas o ellos quieran, sino que son obligadas a vestirse y ser llamadas por el nombre de su carnet, violentando cada momento que intentar ser tal cual son.
Ninguna ley podrá servir si hoy no tomamos en nuestras manos las demandas y convertimos cada hecho de agresión, en un hecho político, si nos tocan a uno nos tocan a todos. Por eso, es importante que nos organicemos en nuestros lugares de estudio, trabajo, etc y logremos avanzar hacia un gran movimiento de la diversidad sexual que se enfrente contra la homo-lesbo-bi-transfobias y que también, desde las calles, les arranquemos nuestros derechos al parlamento corrupto, apostando a transformar esta realidad para poder vivir en una sociedad sin temor a los golpes o los crímenes por ser quiénes somos.
Cristóbal Espinoza
Estudiante de Periodismo