Tres libros recientes indagan la tradición libertaria y permiten contrastarla con los usos demagógicos de ciertas derechas que solo parecen interesadas en la libertad de oprimir y explotar.
Cecilia Rodríguez @cecilia.laura.r
Viernes 3 de diciembre de 2021 16:44
Modesta Dinamita, de Víctor Goldgel (Blatt & Ríos)
Floreal muere a los 92 años y su velorio, en medio de una Buenos Aires inundada, se convierte en un coro de narradores. Viejos compañeros de militancia, hijes, nietas, el propio Floreal ya fallecido y hasta un ser que se denomina “el goteo de Floreal” y que parece ser una fuerza que trasciende los siglos: estas voces y otras, cada cual con su tono, ideología y lenguaje peculiar, reconstruyen hacia atrás una vida que fue muchas vidas.
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Imprentero, linotipista y obrero anarquista, al seguir los pormenores de Floreal viajamos por barrios porteños organizados bajo los valores de la solidaridad y la ayuda mutua, asistimos a discusiones políticas en la sobremesa familiar (nuestra grieta contemporánea parece, en comparación, un juego de niños), nos enteramos de los pormenores de la clandestinidad, olemos el plomo y la represión y también tenemos oportunidad de experimentar las contradicciones de esa tendencia política.
Mezclando a cada paso ficción y realidad, la novela se tensa entre los extremos (de la cárcel a la biblioteca, de la violencia al amor y del amor al abandono) y renueva la eterna pregunta ¿qué hacer ante un sistema cuya ley es la injusticia y la explotación? La respuesta corre a cuenta de quien lee, aunque Floreal no escatima la suya.
El Paso del Diablo, de Pavel Oyarzún Díaz (Ediciones IPS)
Las huelgas de la Patagonia rebelde fueron una de las gestas más importantes del movimiento obrero del cono sur. A un lado y otro de la cordillera, peones rurales y trabajadores de diversos sectores se organizaron en federaciones y sociedades anarquistas que destacaban los métodos asamblearios y no creían en la conciliación con los patrones (que será luego la bandera de las burocracias peronistas para justificar sus traiciones). La experiencia fue recuperada y difundida por el historiador Osvaldo Bayer pero aún hay hechos sin aclarar. Es allí donde Pavel Oyarzún Díaz pone a jugar la pluma literaria.
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Publicada por primera vez en 2004, en Chile, y disponible por primera vez en Argentina gracias a Ediciones IPS (tuve el privilegio de participar de la edición), su novela narra todo lo que ocurre después de que termina la famosa película de 1974 y, en varios aspectos, es aún mejor.
Calificada como “joya literaria” por el escritor chileno Luis Sepúlveda, y bellamente ilustrada por Iara Rueda, El Paso del Diablo sigue al Gallego Soto y otros doce anarquistas prófugos en su cruce por la cordillera. Por su participación en las huelgas, una patrulla del ejército les respira en la nuca. La tensión, el cansancio y el frío acosa a estos hombres decididos a huir para que la revolución no muera.
“Asumo que me tocó escribir la historia de los vencidos”, dice Pavel. Pero en su novela se recorta, sobre el fondo de la derrota material, la victoria moral de los vencidos.
La anarquía explicada a los niños, de José Antonio Emmanuel (Libros del Zorro Rojo)
Escrita y publicada originalmente en 1931, esta obra dedicada a los “hijos del proletariado español” es un ejemplo de los esfuerzos anarquistas por crear una educación alternativa, que fuera la base de una futura cultura emancipada.
“José Antonio Emmanuel es uno de los seudónimos del pedagogo José Ruiz Rodríguez, malagueño, primo hermano de Pablo Ruiz Picasso, filántropo, anarquista e impulsor de las escuelas para niños desamparados”. Así comentan los editores en el epilogo a esta bella edición ilustrada por Fábrica de Estampas.
El texto comienza señalando a los enemigos de la libertad: el militarismo, el clericalismo y el capitalismo, dejando claro de entrada lo poco que tiene que ver el anarquismo con las nuevas derechas “libertarias”. Luego invita a les niñes a participar de la escuela libertaria, científica y laica; el sindicato, comprendido no solo como lugar de lucha sino también de aprendizaje; y el ateneo, para continuar la formación como adultos. Estas instituciones fueron creadas por los anarquistas en el Estado Español y son un elemento de la tradición de la clase trabajadora que vale la pena revisitar.
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Si bien por momentos el lenguaje del texto parece poco actual, es difícil no emocionarse al leer muchos de sus pasajes: “no te desentiendas jamás de los que luchan como tú, de los que sufren como tú (…) Que el libro sea tu mejor amigo (…) Ese anciano que ves, fue fuerte como tú, valeroso como tú, ese doliente inválido también fue como tú. Piensa que puedes ser como ellos; piensa que el trabajo burgués te envejecerá y te enfermará ¡protégelos! (…) No esclavices a nadie. Ni pájaros ni ningún ser viviente puedes encerrarlos impunemente. Abre las puertas de todas las jaulas, lima las rejas de todas las cárceles, donde —como el pájaro enjaulado— seres humanos sufren y padecen. (…) Sé libre y sé puro: ni tengas esclavos, ni te conviertas en esclavo”.
Sueños y estrategia
A estos tres libros se suman otros de publicación reciente: Constantino, novela de Matías Buonfrate, editada por Indómita Luz; Contra toda autoridad: literatura anarquista rioplatense (1896-1919), antología de textos editada por Tren en Movimiento y Severino, poemario en prosa de Gabriel Rodríguez Molina, publicado por Editorial Sudestada.
¿A qué se debe esta proliferación de libros que revisitan la tradición anarquista?
En Argentina, la represión a las huelgas de la Patagonia rebelde marcó el fin de los sindicatos y federaciones anarquistas. La ausencia de una estrategia para tomar el poder político y la negativa a organizar partidos que pudieran mantener a la vanguardia organizada en momentos de reacción represiva, tuvo que ver con este derrotero. Paradójicamente, en el Estado Español la mayoría de los dirigentes anarquistas ingresaron al gobierno del Frente Popular, que implicaba una alianza con partidos de la burguesía: una contradicción insalvable para quienes se definían anticapitalistas y anti-Estado.
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Desde entonces, el anarquismo perdió consistencia como estrategia de organización de la clase trabajadora, pero otra suerte parecen haber corrido sus valores morales y culturales que aparecen todavía hoy como una alternativa luminosa al egoísmo salvaje que domina nuestras sociedades.
Así, estos libros rescatan, desde diferentes puntos de vista, lo que Andrés Rivera llamó el sueño eterno de la revolución. Una cultura emancipada, sin guerras ni opresiones; una vida donde no falte el pan ni el techo y el trabajo sea una actividad libre y de pocas horas. Unos seres humanos que no necesiten de Dios ni de ningún ente externo para dar sentido a su humanidad, y que se dediquen fundamentalmente a la ciencia y al arte. Un mundo sin cárceles ni fronteras. Sueños comunes a anarquistas y marxistas (más allá de sus diferencias estratégica) que, a pesar de los años y las derrotas, siguen dándonos vuelta, aquí y allá.
Cecilia Rodríguez
Militante del PTS-Frente de Izquierda. Escritora y parte del staff de La Izquierda Diario desde su fundación. Es autora de la novela "El triángulo" (El salmón, 2018) y de Los cuentos de la abuela loba (Hexágono, 2020)