Cumpliéndose 2 años desde la huelga general del 12 de noviembre, es importante reflexionar sobre las lecciones estratégicas de dicha jornada. Optar por los acuerdos parlamentarios en vez de la movilización popular, trae como consecuencia que se fortalezcan las alternativas conservadoras que buscan restaurar el orden neoliberal.
Viernes 12 de noviembre de 2021
Hace dos años, un 12 de noviembre del 2019, la huelga general casi hizo caer a Piñera. Siguió siendo presidente dado que la "izquierda" que hoy se agrupa en Apruebo Dignidad decidió salvarlo con el acuerdo por la paz, negociando con el régimen de los 30 años una salida institucional, que además tiene las mismas trabas institucionales de la constitución dictatorial.
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Su estrategia fue canalizar la rebelión en el parlamento, pacificar las calles y dejar pasar además una serie de medidas precarizadoras a cambio de un par de bonos o de hacer demagogia con los retiros de las AFP, buscando nunca tocar a los poderes reales.
En un giro de humor macabro en esta historia, esa estrategia solo ha generado desmoralización en las masas populares y le allanó el camino a Kast para convertirse en un actor relevante, al punto de que ahora es un candidato real a la presidencia.
En el momento más álgido de la rebelión de octubre se hacía necesaria la unidad de las organizaciones sindicales, estudiantiles y territoriales para organizar el descontento y trazar un plan claro para acabar con la herencia de los 30 años de régimen neoliberal. Un ejemplo de esto fue lo que ocurrió en la ciudad de Antofagasta con el Comité de Emergencia y Resguardo, nacido para defender a los manifestantes de la represión, y que avanzó a convertirse en una articulación entre estudiantes, pobladores y trabajadores para coordinar y organizar la movilización.
Apostar por canalizar el descontento solamente en los salones parlamentarios, pactando con los mismos partidos causantes del descontento que se expresaba en las calles, tuvo para la izquierda parlamentaria el costo de minar su propia base popular y boicotear la posibilidad que esta se organizase políticamente en una alternativa independiente a los partidos políticos de los empresarios. La lógica del acuerdo por la paz se aplicó a todas las medidas de la pandemia, donde con la excusa del COVID19, el gobierno pasó una serie de medidas precarizadoras de las condiciones de trabajo. Fue esta actitud la que ha ido mermando la confianza en las transformaciones y empujando a los sectores populares a la indiferencia. Así es como crece la ultra derecha
Suceda lo que suceda la lección es clara. La fuerza para cambiarlo todo esta en las calles, en la autoorganización de la clase trabajadora. No en los acuerdos con los mismos que han sostenido la explotación de nuestros recursos y vidas durante estos 30 años, por que al final por ese camino son ellos los que ganan.
Ιωαχειν
Editor y columnista de la Izquierda Diario