Hoy es 14 de febrero, día del amor y la amistad, o día de San Valentín, como quieran decirle. Es un día para regalarle algo a tu pareja para “demostrar” el amor que le tienes. ¿Pero qué tipo de relaciones son las que suelen representarse?
Emilia Macías @EmiliaMacas1
Jueves 14 de febrero de 2019
El 14 de febrero para mí es simplemente una gran excusa para el consumismo y un mercado interesado en vender y vender. Considero importante ver con otros ojos esta “festividad”, porque no es sólo el día en el que le “demuestras” tu amor a tu novio o novia, más bien es un día impuesto con un trasfondo oculto.
El otro día, platicando con mis compañeros de la prepa, escuché cómo un chico decía: “no güey, ya la quiero terminar. Le dije que no la dejaba salir el viernes porque iba a ir su ex y no me hizo caso, ¡fue a la fiesta y habló con él!”.
La reacción de este chico, demuestra que se trata de una relación posesiva. Pero no es un problema individual. Es muy sencillo criticarlo a él nada más, ¿pero de dónde viene ese comentario? La educación que tenemos es machista desde la raíz.
Alexandra Kollontai, revolucionaria bolchevique, hace 100 años ya se cuestionaba las relaciones amorosas y describía su desarrollo de la siguiente manera:
“Desde sus primigenios estadios de existencia social, la humanidad emprendió la tarea de reglamentar no solo las relaciones intersexuales, sino el amor mismo. En la sociedad de clanes, la moral erigía como suprema virtud el amor determinado por lazos de sangre. (…) En la época en la que era dominante el principio tribal e iban formándose los primeros embriones de estructura política, la amistad entre dos miembros de la misma tribu era la forma amorosa que gozaba de más alta estima.”
(Kollontai, Ideología proletaria del amor, 1923)
Engels, en su libro El Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado menciona que la palabra familia viene del vocablo griego "fámulos", que significa “esclavo”, es decir que los integrantes son considerados propiedad del patriarca.
¿Cómo entender esto? Engels en su obra hablaba de cómo el surgimiento del patriarcado significó no sólo la derrota histórica de las mujeres, sino también la cimentación de las relaciones de propiedad de las mujeres con respecto a los varones, que en el caso de las familias se expresaba por medio de la herencia a través del padre (ya sea en la adopción de los apellidos o en el traspaso de las posesiones de éste a sus hijos).
Una mujer sabe que su hijo es suyo porque lo ve nacer, pero ¿cómo un hombre puede estar seguro de que ése es su hijo? De ahí nace la monogamia, para que el hombre tuviera el control sobre el cuerpo de la mujer y no pudiera tener otras relaciones.
Durante la Edad Media, el matrimonio no sólo era aceptado por la Iglesia y el Estado —siempre y cuando no existiera placer en la relación sexual (en la mujer) y que simplemente funcionara para la reproducción—, sino que también era usado para afianzar alianzas políticas con otras casas reales. Sin embargo, la Revolución Francesa trajo a escena a la burguesía como nueva clase dominante, y con ella, una transformación del patriarcado para sus fines en un instrumento más del capitalismo para obtener ganancias.
Al capitalismo le conviene muchísimo que la mujer trabaje en casa, ya que se ahorra el dinero que tendría que pagarle por su fuerza de trabajo, y pone la excusa de que es un trabajo flexible, sin vacaciones, despreciando su esfuerzo, haciéndole creer a la sociedad que no vale nada. Actualmente este caso es más común en las familias burguesas, ya que, en los matrimonios de clase baja, ambos cónyuges tienen que salir a trabajar para que les alcance el salario, y esta situación es peor para la mujer, que se ve obligada a trabajar fuera de la casa y al regresar, hacerle la comida a toda la familia y el quehacer de la casa.
Apuntes sobre el amor romántico: el amor como propiedad en la sociedad capitalista
Apuntes sobre el amor romántico: el amor como propiedad en la sociedad capitalista
En pleno siglo XXI, a pesar de todos los progresos en el papel social de la mujer, (como el derecho de voto, la posibilidad de trabajar y estudiar, y el hecho de manifestar nuestra sexualidad más que antes), todavía siguen existiendo los diferentes aspectos en las relaciones de pareja que nos impone el patriarcado. Esto viene acompañado de un complejo entramado de ideología patriarcal para reproducir esta visión de manera hegemónica, que va desde ver a Britney Spears y a sus bailarinas vestidas con atuendos “escandalosos” hasta asignar roles en las relaciones: el novio te trae rosas y chocolates y tú como mujer tienes el rol pasivo de esperar a que él se atreva a declarársete; tú como chica no puedes llegarle al chico que te gusta, él te tiene que llegar a ti.
Desde pequeños nos han enseñado a idealizar a nuestras parejas y a tener una visión muy romántica del amor; el príncipe azul que te rescata o el “felices por siempre”, y que nos impide disfrutar y apreciar las relaciones reales —en las que el cuento de hadas no se cumple porque está lleno de estereotipos y roles sociales que caracterizan a la “persona perfecta”, una persona que simplemente no existe.
Pero podemos construir relaciones sanas. No es tan inmediato como sólo ser consciente, ya que es fundamental trabajar y cuestionar la validez de las ideas que nos han enseñado en el hogar y la escuela. Implica pensar en cómo construir relaciones entre compañeros y compañeras, reforzando la confianza, comprendiendo que no somos propiedad privada de nadie y que “nuestra” pareja no nos pertenece.
Es necesario también saber ser independientes de manera que nuestra felicidad no dependa de la felicidad de la otra persona. Evidentemente, no existe un manual de cómo llevar una relación sana, y, desafortunadamente en el mayor de los casos, podemos darnos cuenta de lo que estamos haciendo mal al momento de equivocarnos, pero así podemos aprender a formar una relación más respetuosa y amorosa.
Como feminista y socialista que soy, considero necesario que el patriarcado caiga, pero no sin antes entender que viene de la mano con el capitalismo, y que si éste no se destruye, la opresión seguirá existiendo. Si vence el feminismo, pero no cambia nuestro sistema capitalista, la opresión seguirá porque es la base; sin clase proletaria explotada, no existiría este monstruoso sistema.