Desde la sanción de la ley, su aplicación no ha sido reglamentada. El reclamo de que el estado garantice un trabajo a la comunidad trans es urgente.
Miércoles 28 de septiembre de 2016
Desde que en septiembre del 2015 se promulgó en la legislatura de la provincia de Buenos Aires la ley 14783, diferentes organismos y organizaciones LGTTB reclamamos su implementación efectiva, ya que hasta ahora no ha sido positivo su resultado. Y es que las personas autonombradas transgénero, travestis y transexuales siguen siendo parte de la misma comunidad marginada, estigmatizada y postergada: un 70 % de las personas trans no finalizó los estudios secundarios, un 92 % ejerce o ejerció la prostitución, un 75 % que ejerce el trabajo sexual desea dejarlo, y el promedio de vida es de 32 a 40 años de edad.
Nos explicaron que la ley de identidad de género funcionaría como amparo constitucional ante la reasignación de una persona que desee modificar su identidad y fisionomía para ser autopercibida como tal, pero la realidad es que las chicas trans permanecen en la clandestinidad ejerciendo la prostitución e inyectadas con silicona industrial. Ademas, la ley nacional integral de educación sexual en ninguno de sus artículos posibilita el abordaje específico sobre la condición transgénero, y desde esa perspectiva se continúa invisibilizando la causa, desde la escuela, una institución importante para combatir la discriminación.
En San Nicolás de los Arroyos la situación es la misma que hace por lo menos diez años: tradicionalista y oscurantista. Las trans de la zona hacen su vida laboral como pueden por fuera del empleo público o migran a capitales más grandes, donde la demanda es superior. Los derechos que reclamamos al estado buscan ayudar a terminar con esta situación de relegamiento y marginalidad.
Reclamamos la implementación del cupo laboral trans para ayudar a salir de la calle a miles de chicas, que por ser discriminadas no logran conseguir un trabajo en blanco, con el que puedan tener una obra social o aportes jubilatorios. Esta situación empuja a que ejerzan la prostitución aprovechándose de la vulnerabilidad social en la cual viven por la misma policía que luego las molesta y levanta en al calle. Esta situación junto a la violencia machista y transfóbica, hace que el promedio de vida de las personas trans sea de 40 años.
Por eso, a días del XXXI Encuentro Nacional de Mujeres, nos preparamos para participar con fuerzas y levantar bien en alto la lucha por nuestros derechos.