A un año de esta importante lucha, con un país sometido al brutal endeudamiento que dejó el macrismo, hoy con Alberto Fernández en la presidencia y Axel Kicillof como gobernador de la PBA, acercamos algunas conclusiones para las peleas que la clase obrera tiene por delante. La importancia del frente único, la solidaridad, la coordinación como motores de las luchas obreras, y los desafíos de la izquierda.
Jueves 19 de diciembre de 2019 00:00
Fotos: Enfoque Rojo
A fines de 2018 el conflicto en la fábrica SIAM conmovía a la zona sur del GBA. En medio de un ajuste brutal, una juventud trabajadora metalúrgica, entre ellas varias obreras, alzaba la cabeza y decía ¡basta! “mirá como nos ponemos si nos despiden y nos discriminan”. Hartos de la prepotencia patronal de la multinacional Newsan del multimillonario Chernajovsky, uno de los empresarios más ricos del país, y de la UOM que dejaba pasar miles de despidos y suspensiones, enfrentaron los despidos contra viento y marea. Dejarlos pasar era avalar el plan de Macri, y dar vía libre a la flexibilización. Mientras el peronismo y la burocracia militaban la resignación y llamaban a “esperar al 2019”, los y las obreras de SIAM con rabia, junto a la izquierda clasista que jugó un papel importante, mostraron que a los despidos se los enfrenta con unidad y organización desde la base, luchando en serio.
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¿Esto qué significaba para una fábrica que peleaba en forma defensiva, entregada por la burocracia y en un contexto de aumento de los despidos y baja lucha de clases? Que había que tener una estrategia para lograr la difícil tarea de doblegar la voluntad de la empresa. La derrota ya estaba garantizada, la cuestión es si se podía enfrentar el ataque y en el mejor de los casos obtener alguna conquista, y sino de mínima dar una lucha digna que sirva para elevar la moral de la clase obrera de conjunto. Para esto hacía falta transformar a SIAM en una causa popular, aprovechando el desgaste del gobierno de Macri y Vidal, y las contradicciones del peronismo, a favor del conflicto. Allí entran los métodos de las mejores tradiciones de la clase obrera que se pusieron en marcha y que desarrollamos a continuación.
La lucha en Siam: causa popular contra los despidos en el conurbano
Con un acampe de semanas en la puerta de la fábrica y bloqueo de portones para paralizar la comercialización, las y los trabajadores de SIAM combinaron distintos tipos de iniciativas. Hicieron cortes en el Puente Pueyrredón que salieron masivamente en los medios de comunicación, movilizaciones al Ministerio de Trabajo de Avellaneda y PBA; impulsaron el frente único obrero para la acción con exigencias al gremio y la CGT y reuniones de solidaridad con sindicatos como la CTA, SUTEBA, ATE, y diversos sectores de trabajadores en lucha con una importante presencia de obreros de Coca Cola y la Comisión de Mujeres, enfermeras del Hospital Alende y otros, municipales, docentes, obreros de Canale, Gaelle, Morvillo, Cresta Roja, La Serenísima, Makro, Madygraf, Pepsico, Subte, ferroviarios, aeronáuticos, petroleros, entre otros sectores, así como la unidad con Centros de Estudiantes, vecinos y jóvenes; confluyeron con el movimiento de mujeres en el año de la marea verde, participando en las asambleas de Ni Una Menos y en sus movilizaciones; utilizaron las redes como medio diario de difusión, crearon una página de Facebook SIAM en Lucha con una Comisión de Prensa con llegada a miles y también hicieron llamadas IVR a decenas de miles de teléfonos de la zona.
Se hermanaron con los vecinos del barrio, con festivales, clases de apoyo solidarias con docentes y ollas populares, defendiendo también “la canchita” de la plaza Dopazo, de la cual NewSan sistemáticamente se quiere apropiar. Recibieron el apoyo de personalidades como Adolfo Pérez Esquivel, Nora Cortiñas, Myriam Bregman, Rodolfo Baradel, Claudio Yacoy, Miguel Funes, Victoria Donda, Leonardo Grosso, Araceli Ferreyra, Gabriela Estévez, Carla Lacorte, Romina Del Pla, Alejandrina Barry, Nathalia González Seligra, Patricio Del Corro, Luis Zamora y Nicolás Del Caño, estos últimos gaseados el día del desalojo. Esa noche, los obreros organizaron la resistencia con gran difusión mediática y la presencia de más de mil personas que rodearon de solidaridad el acampe, y lanzaron una gran campaña contra la militarización de la fábrica y la represión.
El apoyo democrático también se había expresado días antes después de que la policía detuviera en las inmediaciones de la planta a Gustavo Michel, quien se encontraba solidarizándose, petrolero reinstalado en Shell luego de una larga lucha. Presentaron cartas al intendente Ferraresi, a María Eugenia Vidal y a los medios, con la denuncia a la ley de expropiación de SIAM, la 14.504, a favor del grupo Newsan (hasta ese entonces la tenía la cooperativa), que votó la legislatura provincial en 2012 bajo el gobierno kirchnerista, mediante la cual la empresa obtuvo cuantiosos beneficios, incluyendo el tema de las tierras, la ley de promoción industrial (exención de impuestos, patentes, créditos, etc), que eran “a cambio de la creación de puestos de trabajo”.
En diciembre, los y las trabajadoras lograron 7 reincorporaciones, además de frenar que haya más desvinculaciones, algo que fue una cierta contratendencia en un contexto de despidos masivos. Luego, por la vía judicial y producto de un destacado trabajo de los abogados del CEPRODH, se conquistó el ingreso de Alejandra Vercellino, referente del conflicto e integrante del Movimiento de Agrupaciones Clasistas (MAC), ex candidata a Intendenta de Lanús por el PTS en el Frente de Izquierda. Ella había sido elegida delegada junto a otros compañeros, ya que la UOM no solo tenía intervenida la fábrica, sino que se negaba a dar elecciones regulares pese a los reiterados pedidos del conjunto de la planta durante más de un año. Al día de hoy, sigue habiendo trabajadores con fallos en curso esperando ser reincorporados. ¿Pero cómo es que la lucha de SIAM se convirtió en una causa popular? ¿Qué experiencias, tradición y métodos de la clase obrera expresó?
Preparación de la base para resistir ataques patronales y traición de la burocracia
“En Siam había una organización obrera previa en la base. Algo que no hay en la mayoría de los conflictos, la zona sur por ejemplo tiene menos tradición antiburocrática y de izquierda que la zona norte. La UOM venía dejando pasar los despidos y la flexibilización laboral, el descontento en la base obrera con el sindicato era enorme. Nos tuvimos que organizar como pudimos, sin delegados reconocidos por el sindicato porque la UOM tenía intervenida la planta hace más de un año, tuvimos que hacer asambleas afuera para golpear luego a toda la base. Afuera se reunía lo más activo, pero después íbamos a la base a discutir todo y también hacíamos comidas y juntadas. Así, antes del conflicto, logramos unas cuatro reincorporaciones de compañeros que la empresa quiso despedir por distintas causas. Siempre, decidiendo todo en asamblea ese era nuestro método no como la UOM que hacía asambleas informativas donde nunca teníamos decisión”, afirma Alejandra.
“Siam siempre fue una fábrica donde la gente venía de otros trabajos y esperaba quedar efectiva. Generaba esas expectativas, pero también los ritmos de trabajo eran intensos. El grupo de jóvenes que quedamos efectivos, donde estaba yo, éramos bastante unidos y además teníamos bronca por las condiciones de trabajo”, contaba Ely, integrante de la Comisión de Prensa y del MAC que sigue peleando su reincorporación. “No se daba en otras fábricas lo que nosotros hacíamos en nuestro sector. No nos pagaban y ya estábamos sentados en la línea y pasaba el jefe de producción y decía qué pasó, porqué están parados, y nadie se movía, no había por ahí ese miedo, como que había una relación de fuerzas particular. La unidad siempre fue nuestro fuerte”.
Pero aún así la organización era difícil, en las fábricas no hay “democracia”, sino dictadura del capital, y la burocracia actúa como agente de ésta, de diversas formas: arreglando ataques, despidos, haciendo listas negras, desmoralizando. “En ese transcurso tuvimos golpes porque la empresa y la burocracia se quisieron adelantar para debilitarnos antes de los despidos, los interventores nos decían que la empresa era muy dura, que tenía crisis, siempre exageraban al enemigo y subestimaban nuestra fuerza, sin darnos una salida. Así es como logran que los planes de la empresa pasen y que nuestros compañeros piensen que no se podía luchar, que la fábrica iba a cerrar, que no quedaba otra ”, continúa Alejandra. “Un sector se fue con los “retiros voluntarios”, pensando que así podrían zafar. Duele saber que aún hay compañeros que no consiguieron trabajo y se la rebuscan como pueden, vendiendo en la calle, vendiendo cartón. Varios se arrepintieron de esa decisión y me dicen, tenías razón, pero en ese momento no la vi. Teníamos organización con asambleas, juntadas de firmas, escritura de las actas para dejar constancia de la elección de nuestros delegados de base, hacíamos paros, pero no éramos tan fuertes como para evitar que arreglen esos 85 compañerxs, entre los cuáles había varios activistas, compañeros muy solidarios con los cuales dimos varias luchas contra la empresa y hasta contra la UOM, que siempre fue una traba para conquistar derechos. Con ellxs hubiéramos tenido más fuerza. Pero nunca nos rendimos, nos mantuvimos organizados, tratamos tener relación con toda la fábrica y también del barrio”.
La experiencia, aunque incipiente, de organización de la base, en asambleas y de delegados electos por ellos mismos, de esta joven generación obrera que tuvo que enfrentar la traición de la burocracia de la UOM de Avellaneda que no sólo dejó pasar los despidos, sino que es testigo de la patronal en los juicios de reinstalación, fue central para resistir los ataques y mantener unidos a los despedidos con los obreros “de adentro”, que mantuvieron paro total de la planta tres días seguidos cuando ocurrieron los despidos.
El frente único, la solidaridad y la coordinación como motores de las luchas obreras
En una zona gobernada mayoritariamente por intendentes peronistas, (con excepción en ese momento de Quilmes y Lanús), y de las más golpeadas durante el gobierno de Macri y María Eugenia Vidal en la PBA, con desocupación de más del 12%, cierres de innumerables empresas, flexibilización y precarización laboral, los sindicatos y el peronismo se encargaron de que, pese a la brutalidad de los ataques, la respuesta obrera no se transforme en conflictos de magnitud, sino que la llevaron a luchas por indemnizaciones o a la espera pasiva de alguna resolución ministerial. En algunos casos la base presionó para que haya algún tipo de resistencia, pero no lograron superar a la burocracia, y aunque resistieron, se convirtieron en conflictos de baja intensidad. En otros, con sectores opositores a la burocracia o más combativos, tuvieron una política centralmente corporativa de “luchar por fábrica”, sin buscar el frente único obrero para rodear de solidaridad o impulsar campañas democráticas amplias ante amenazas de desalojos, y sin promover la coordinación real de las luchas y tender a sentar las bases para estrechar una relación con el movimiento de desocupados, los vecinos, así como con el movimiento de mujeres y la juventud. Diferente es el caso de la papelera Ansabo, que viene resistiendo hace medio año y que promueve la coordinación efectiva, donde se reúne la Coordinadora de Trabajadores de Zona Sur.
En SIAM, la pelea por el frente único obrero, la unidad con otros sectores en lucha, así como la coordinación, fueron el corazón del conflicto. Cristian, despedido de esta empresa e integrante del Comité de Prensa y Difusión, que también sigue reclamando por su reincorporación, afirma: “Nos organizamos para difundir el conflicto, llamando a otros sindicatos que nos apoyen, a los Centros de Estudiantes, uno pasaba por UNDAV, otro hablaba con figuras políticas, pedíamos el apoyo de los vecinos y que toquen bocina para meter presión en el Ministerio. Fueron claves las asambleas de solidaridad que hacíamos en la calle, incluso previo a que nos echen, se acercaban de otras fábricas, Gaelle, SIAT, Cresta Roja, Coca Cola, Canale, Macro, Shell, Madigraf, Pepsico, aeronáuticos, ferroviarios, todas las figuras políticas que vinieron. Fue un verdadero centro de organización de la lucha obrera”.
Las reuniones de solidaridad, y posteriormente la coordinación en marzo de 2019 con los despedidos de Coca Cola convocada en el Hotel Bauen, luego de la represión que sufrieron los obreros de esta multinacional, fueron antecedentes de tendencias incipientes a la coordinación obrera en la zona, con apoyo popular.
Toda lucha de clases es una lucha política
En el “Manifiesto Comunista”, Karl Marx y Federico Engels sostienen que “toda lucha de clases es una lucha política”. Esta afirmación se puede analizar desde varios ángulos, pero aquí nos vamos a detener en lo que refiere a que la lucha de clases no puede entenderse en forma sindicalista o luchista, ya que toda lucha de clases enfrenta no sólo el poder de las patronales, sino también del Estado que está para defenderlas, como bien explica Lenin en El Estado y la Revolución. Lejos de “intervenir para defender el bien común”, el Estado en SIAM dejó en claro estar al servicio de la empresa, algo que se vio en el apoyo estatal que recibió la firma en lo económico, como en el accionar de la justicia (que ordenó el desalojo a pedido del Juez Carzoglio), y de las fuerzas represivas que lo ejecutaron. Por eso hay que tener una estrategia que no es igual en cada conflicto, depende de muchos factores: la relación de fuerzas entre las clases, la situación del gobierno y el Estado, cómo está la base, entre otras cuestiones.
¡Gracias a los y las diputadas @vikidonda , @Leonardo_Grosso @aracelidiputada y @gabiestevezok por enviarnos su apoyo desde la Cámara de Diputados! 👏👏 pic.twitter.com/rNiKDIjwU3
— Siam En lucha (@siam_en_lucha) December 19, 2018
Sobre la base de esta comprensión del aspecto político de la lucha de clases, es que en SIAM se articuló una estrategia que combinó una gran agitación de masas por diversas vías (redes, IVR, cortes con repercusión mediática, medios de comunicación entre los cuajes La Izquierda Diario jugó un papel destacado), nacionalizando su lucha y a su vez denunciando la ley de expropiación que era una verdadera estafa para la población, y dejaba expuestos en primer lugar a Vidal pero también al peronismo, como responsables del incumplimiento de la ley por parte de la empresa. Otra expresión de esto fue aprovechar el descontento social con el macrismo a favor del conflicto haciéndolo no corporativo y tomando las demandas del conjunto de la población, y aliarse al movimiento de mujeres. La gran denuncia del desalojo que salió en numerosos medios de comunicación y redes, generó el apoyo de algunos sectores progresistas del mismo kirchnerismo, que tuvieron la política de “acompañar” pero no de torcer la vara para que el conflicto triunfe. Distinto hubiera sido si el Centro de Estudiantes de la UNDAV y el SUTEBA hubieran no sólo manifestado su solidaridad, sino llamado a movilizar masivamente el día del desalojo, o acompañado los cortes del Puente Pueyrredón y el acampe.
La fuerza militante cotidiana para sostener la lucha fue de los sectores obreros en conflicto, los vecinos, el Polo Obrero y las organizaciones de izquierda, en particular el PTS, el MAC y su juventud. No es casual que la militancia ligada al Frente de Izquierda que durante los cuatro años de gobierno de Macri lo enfrentó en las calles, como se vio durante la heroica lucha de Pepsico o en la batalla en el Congreso contra la reforma previsional, haya estado en primera fila desde el primer día, sosteniendo el acampe, los cortes, el fondo de lucha, pasando por las universidades y bancando la represión.
Sobre las conclusiones y perspectivas de la lucha, Alejandra dice: “Pero no solo la fuerza militante dispuesta fue muy importante, sino que ésta estrategia de cómo pelear en SIAM no surgió de la noche a la mañana ni se nos ocurrió en el momento. Fue posible sobre la base de aprender de otros conflictos y sus lecciones muy importantes, como fue por ejemplo Zanon, Jabón Federal, Kraft, Mafissa, Lear, Pepsico, entre otros. En ese sentido fue clave la intervención del PTS y el MAC para poner en valor esas valiosas conclusiones y unirse en la lucha de clases con obreras y obreros que no estaban dispuestos a bajar la cabeza”.
Y agrega: “En SIAM nos dieron un golpe pero con todo lo que hicimos pudimos reincorporar a algunos compañeros, y mostrar un ejemplo de resistencia en una zona golpeada por los despidos, tenemos que renovar fuerzas, seguir peleando por la reincorporación de compañerxs, para que se terminen las persecuciones a las y los reinstalados y la flexibilización. La unidad y la coordinación no puede ser solamente para la lucha en la calle y la lucha defensiva, sino también para apoyarnos en organizarnos hacia adentro de las fábricas. Tenemos que seguir dando una pelea desde adentro porque sino más tarde o más temprano las patronales nos van a dar nuevos golpes, sabemos muy bien que quieren aplicar la reforma laboral en los hechos. Pienso en nosotros y veo que somos pibes para la lucha que dimos. No teníamos mucha experiencia. Éramos jóvenes de menos de 30 años, y dimos semejante lucha. Por eso quiero transmitir estas conclusiones a la juventud trabajadora que está reventada.
Alejandra continúa: "Miren lo que está pasando en América Latina, la avanzada de aparatos represivos en el continente, pero también la entrada en escena de millones de jóvenes que luchan por un futuro. En nuestro país, la mayoría votó a Alberto Fernández, hay muchas expectativas, pero la realidad es que hasta ahora tomó medidas que no buscan siquiera revertir la herencia macrista y afectar a los ganadores del ajuste, y toda la burocracia sindical que lo acompaña es la que deja que nos revienten en las fábricas o que directamente no tengamos trabajo. En SIAM hoy sigue habiendo contratados a los que discriminan para todo, incluso para darles la caja navideña los ponen a un costado de los efectivos, a mi me mandaron una carta documento por ¡comer una pera!, somos un número y un signo pesos para ellos. Por todo esto, tenemos el desafío de pelear por organizar fuertes agrupaciones clasistas y antiburocráticas en las fábricas con peso en la base, con métodos democráticos, que impulsen la coordinación y el frente único obrero, para pelear por recuperar los sindicatos, y tener políticas de organización hacia el conjunto de los trabajadores, porque como vimos, sin unidad y determinación no hay lucha que resista. Estaríamos mucho más fuertes para pelear si uniéramos los sindicatos con los desocupados, con los barrios donde están las fábricas, y la enorme juventud estudiantil que protagonizó la marea verde. Hay que combatir el sindicalismo y el corporativismo como práctica y como teoría, no puede ser que no importe cómo están los jubilados del barrio de al lado con hambre, si los jóvenes tienen que dejar de estudiar porque no pueden cargar la SUBE, o naturalizar que millones viven de planes sociales miserables y no tengan trabajo genuino, mientras uno trabaja”.
En este sentido la lucha de SIAM es una “escuela de guerra” de cómo enfrentar a las patronales que con el Estado, los gobiernos y el apoyo de la burocracia, explotan y dividen todos los días a la clase obrera, la separan entre, efectivos, contratados, tercerizados, hombres, mujeres, disidencias, ocupados y desocupados. Esperamos que sus lecciones, junto a la pelea por construir una política independiente de la clase obrera, que venimos sosteniendo desde el MAC y el PTS en el Frente de Izquierda, aporten al desarrollo de una vanguardia clasista obrera y juvenil en la zona sur. A eso queremos contribuir.