El 2 de octubre se cumplió un año y medio de la trágica inundación de La Plata del 2 de abril de 2013 y cada vez que son anunciadas lluvias de magnitud todos los que viven en la ciudad temen que otra situación igual o parecida vuelva a ocurrir; de hecho, inundaciones parciales continúan sucediendo.
Viernes 10 de octubre de 2014
Es que a pesar del correr de los días y en el medio de denuncias por encubrimiento y amenazas a familiares de las víctimas que luchan por el esclarecimiento de los hechos, todavía no se sabe con certeza la cantidad de víctimas fatales que dejó este crimen social y tampoco de las obras hidráulicas de envergadura que prometió el Intendente Pablo Bruera. A esto se le suma que el crecimiento urbano de la ciudad lo sigue marcando la especulación inmobiliaria, aumentando la construcción de edificios en zonas urbanas por donde pasan canales subterráneos y expandiendo la periferia sobre áreas altamente inundables como bañados o cuencas de arroyos.
En su momento los distintos gobiernos, nacional, provincial y municipal centraron el problema en la excepcionalidad del evento natural, lo cual es en parte cierto ya que se caracteriza como una lluvia de tipo cada 10.000 años, de casi 400 milímetros cuando el promedio anual para la ciudad es de 1.200 milímetros. Pero en este último tiempo en varios países del mundo vienen aumentando estos “eventos excepcionales”; lejos de producirse por gracia divina, ya son varias las décadas de debate entre especialistas sobre los síntomas del tan nombrado cambio climático, producido por el avasallamiento de los recursos naturales por parte de las empresas con garantía de los distintos gobiernos. El desmonte por la sojización del territorio tan expandida durante el modelo K, la construcción de caminos en territorio virgen, las mineras y demás industrias contaminantes, el mal tratamiento de residuos, la expansión dispersa de las ciudades son en nuestra región los principales causantes de ese fenómeno.
Por otro lado está el territorio que recibe la lluvia, es decir las áreas urbanas y rurales. Según un estudio de la facultad de ingeniería de La Plata sobre las inundaciones producidas en esa ciudad el 2 de abril, se inundaron 2.100 hectáreas ubicadas en zonas urbanas de la cuenca del arroyo El Gato y 1.000 del Maldonado. Un total de 3.500 hectáreas, si también se consideran subcuencas complementarias. Además de los más de 190.000 afectados directamente y los daños materiales. Es decir que la planificación urbana territorial del Estado es causante de que la ciudad crezca sobre las cuencas altamente inundables del valle de la pampa húmeda.
Lo que también queda claro en el informe es la responsabilidad de los gobiernos en cuanto a la infraestructura que no se hizo, con la gravedad que desde 2008 la ciudad esta advertida sobre su situación de riesgo hídrico latente. A pesar de las normativas que obligan a los Estados a hacerse cargo, tampoco se planificaron acciones en la preparación de la contingencia para coordinar recursos antes, durante y después de posibles inundaciones (es decir para la gestión del riesgo) quedando en manos de los trabajadores y la juventud y sus organizaciones la ayuda temprana a los afectados.
A un año y medio de aquel 2 de abril, después de las inundaciones de la noche del miércoles 8 y el alerta meteorológico por tormentas severas que continuó durante las siguientes horas, ninguno de los gobiernos avanzó lo necesario para que estos crímenes sociales no vuelvan a suceder. Lo que sí está claro es de donde vendrá la solidaridad y la energía a disposición de los inundados.