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Red Internacional
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Cultura. A un siglo del natalicio de la novia del viento: Leonora Carrington

Nació en Inglaterra en abril de 1917, el mismo año de la Revolución Rusa. Desde 1942 vivió en México.

Miércoles 12 de abril de 2017

Leonora Carrington nació el 6 de abril de 1917 en Lancashire, Inglaterra. Sin embargo, a partir de 1942 hasta su muerte, la artista se estableció definitivamente en México.

De ahí que en nuestro país se estén preparando diversas actividades y exposiciones para celebrar el centenario de esta magnífica artista que no solo tiene una impresionante producción en la pintura, sino que destacó en el mundo de las artes pláticas con imponentes esculturas y escenografías. Y también en el ámbito de la literatura escribió numerosos cuentos y textos. Todos ellos con su muy particular sello en los que se expresa su profunda influencia surrealista, corriente de la que se le considera una de las exponentes más sobresalientes.

Creadora de mundos

Leonora nació en el seno de una familia inglesa acomodada, que vio sus tempranas muestras de talento y decidió enviarla a Florencia a estudiar arte.

De esa ciudad italiana tomó la influencia del arte medieval que la acompañaría toda su vida. Posteriormente ingresa a la academia Ozenfant de Arte en Londres, y en un decisivo 1937 conoció a Max Ernst, quien era ya un renombrado consolidado artista.

Max Ernst

Fue Ernst, absorto con la maestría de Leonora, a la que llamara cariñosamente “la novia del viento”, y de quien Leonora hiciera un magnífico retrato, el que la presentó en el grupo de los surrealistas.

Así fue que pudo convivir y establecer relaciones de amistad, algunas hasta su vejez, con muchos y muy renombrados artistas como Remedios Varo, André Bretón y Pablo Picasso, entre otros.

Todos artistas que además de poseer gran talento se encontraban revolucionando las técnicas, las formas y la sustancia del arte mismo, una cuestión que atrajo poderosamente a Leonora, quien incursionó en el surrealismo.

La artista logró ya para 1938 participar junto con Ernst en la Exposición Internacional de Surrealismo en Paris; a partir de entonces ambos iniciaron una relación amorosa estableciéndose en la ciudad de la luz.

Durante este corto periodo Leonora adquirió muchas de las técnicas de los surrealistas en las que lo onírico y fantástico de la corriente encajaba perfecto con el sello personal que Leonora estaba forjando. Reflejó el impacto que más que Freud, Carl Jung y su obra en el campo de la psiquiatría causaron sobre ella. Fusionó esta influencia con el misticismo que tan presente está en todas sus obras, con el folclor celta con el que creció de niña y le sirvió de inspiración para la creación de muchas de las criaturas fantásticas que viven en sus pinturas, legándonos así esta mezcla maravillosa que es su obra.

Baño de pájaros

Entre el enorme cúmulo de piezas que la conforman podemos encontrar maravillosos libros como La casa del miedo donde combina su autobiografía con ficción.

También destaca El mundo mágico de los mayas con ilustraciones de la autora, mismo que le valió el encargo de su primer mural con el mismo nombre para el Museo Nacional de Antropología e Historia, así como El séptimo caballo y otros cuentos; entre otras.

El mundo mágico de los mayas

En la pintura y escultura su producción fue bastante prolífica donde refleja las influencias mencionadas. En todas ellas la autora nos sumerge en un sueño, la mayoría conviviendo con criaturas fantásticas, seres antropomorfos como en Baño de pájaros, El nigromante, mostrándonos lo pulido de su técnica y sello propio como en Amor che move il Sole et l´altre Stelle y la bellísima escultura de Cocodrilo que tenemos en la Avenida Paseo de la Reforma.

Cocodrilo

También podemos mencionar su participación en la escenografía de la obra Don Juan Tenorio, donde demuestra que es una artista completa, multifacética, cuya energía y fuerza se transmite en cada una de sus obras.

El mundo que pinto no sé si lo invento yo, creo que más bien es ese mundo el que me inventó a mí

Las heridas de la guerra

Ante el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Leonora junto con varios de los miembros del grupo de los surrealistas colaboraron el Movimiento Subterráneo de Intelectuales Antifascistas (Freier Künstlerbund).

Sin embargo, poco después pasó una de las etapas más difíciles de su vida, ya que ante la inminente ocupación nazi en Francia, el arresto y separación de Ernst, así como el hecho de tener que huir a España, hicieron que sufriera un colapso nervioso, por lo que su padre la hizo internar en un hospital psiquiátrico en Madrid donde recibió una barbárica terapia de choque.

Sin embargo, en 1941 logró escapar. Contrajo un matrimonio arreglado con su amigo, el escritor Renato Leduc. Éste la ayuda a emigrar, para llegar finalmente a México donde estableció su residencia definitiva. Nuestro país con su folclor y misticismo cautivaron a la artista. No obstante, ella tardó mucho en recuperarse de lo que la guerra había significado para ella, y llegó a mencionar que las escenas más sombrías e inquietantes que encontramos en sus pinturas evocan precisamente aquel momento.

Leonora, aún con las profundas heridas que la Segunda Guerra Mundial le infligieron, retomó fuerzas y continuó con su magnífica producción artística, aprovechando sus vivencias y como ella misma lo narraría, realizó una introspección minuciosa e incluso revisitaría su “fase de locura” como inspiración.

“No tuve tiempo de ser la musa de nadie… estaba demasiado ocupada rebelándome contra mi familia y aprendiendo a ser una artista”.

Aunque debido a los embates que personalmente sufrió debido a la guerra, y por lo que posterior a ello evitó inmiscuirse más de manera directa en asuntos políticos, buscaba expresar con su obra sus pensamientos. Sus constantes viajes a Nueva York le permitieron estar en contacto con los movimientos feministas, por lo que en 1972 diseñó un cartel dedicado a la liberación de las mujeres mexicanas al que tituló Mujeres conciencia. Naturalizada mexicana, falleció en México a causa de una neumonía en 2011 a los 94 años de edad.

El homenaje

En México desde 1994 Leonora Carrington no ha ocupado un recinto sola. Por ello y en conmemoración del centenario de su nacimiento, este año se tienen varias exposiciones y muestras programadas.

Una de ellas que se prevé será impresionante: está a cargo de su hijo y director de la Fundación Leonora Carrington, Gabriel Weisz, quien personalmente se encuentra al frente de la investigación, catalogación y digitalización para que la memoria personal de esta artista se incorpore al archivo documental de la Biblioteca México.

El objetivo del director de la fundación es imprimirle un carácter muy personal a la memoria de su madre, quien adelantó incluirá no sólo su producción pictográfica sino también la correspondencia que sostenía con André Bretón, Remedios Varo y otros de sus amigos, cartas a Max Ernst, bocetos, fotos, novelas y documentos que fueron el reflejo de su vida y ya que se trata de una labor bastante compleja no tiene fecha de entrega.

El Centro Cultural Helénico tendrá puestas en escena de tres relatos de Leonora, llamada “Memorias de Abajo”, que busca ser un tanto biográfica, pero con el toque surrealista que da, el que se desarrolle bajo los cuentos de la artista.

Por otra parte, el Museo de Arte Moderno planea albergar una exposición antológica dedicada a Carrington con varias de sus obras, que estará lista para abril de 2018, con lo que se dará fin a las actividades en su memoria.

Inclusive se planea que la casa que habitó durante muchos años en la colonia Roma se vuelva un museo, para que quienes lo visiten no sólo tengan acceso a sus obras sino al mundo completo que la envolvía y que ella misma creo. Se tienen planeadas muchas más actividades que irán siendo anunciadas a lo largo del año, el año de Leonora Carrington.