La convocatoria es en rechazo a la cumbre entre los gobiernos español y francés en Barcelona y que, según las entidades independentistas, pretende ser la oficialización de Pedro Sánchez de la derrota del processisme. La única forma de retomar con fuerza la lucha por la autodeterminación del pueblo catalán es bajo una perspectiva de independencia de clase.
Miércoles 11 de enero de 2023
La Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural, junto con el Consell de la República, convocan a una manifestación para el próximo 19 de enero coincidiendo con la cumbre entre el Estado español y Francia que se celebra el mismo día en Barcelona.
La cumbre, a la que asistirán los presidentes de ambos países Pedro Sánchez i Emmanuel Macron, y en especial donde se celebrará esta, es vista como la ocasión escogida por Sánchez para ofrecer la postal más simbólica y sobre todo de carácter electoral, de la "liquidación" del processisme por parte del Ejecutivo español.
Frente a esto, las entidades soberanistas coinciden al considerar la visita en Barcelona como "una provocación, teniendo en cuenta que no se ha dado ninguna solución política al conflicto, que todavía hay representantes del movimiento en el exilio, y que hay 500 personas pendientes de juicio por causas relacionadas con el referéndum del 1 de octubre y la posterior represión del Estado".
Es en este sentido que se convoca la protesta unitaria y a la que también se han adherido organizaciones como la CUP, la Asamblea de Municipios por la Independencia (AMI), la Intersindical-CSC o la Intersindical Alternativa de Catalunya (IAC).
No obstante, el fin de ciclo del processisme y el desmantelamiento del movimiento democrático catalán es una realidad, y la ruptura del gobierno catalán conformado por los dos partidos independentistas históricos, es la muestra más palpable, así como también la asistencia del president de la Generalitat Pere Aragonès a la cumbre.
Ahora bien, el fin de ciclo o la "liquidación" del processisme no es solo debido a la ofensiva represiva del Régimen del 78, con la judicatura al frente, sino que también tienen una gran parte de responsabilidad los mismos partidos que han dirigido el mismo proceso.
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Tanto ERC cono Junts, han promovido desde 2017 la desmovilización del movimiento independentista, y cuando ha hecho falta también lo han reprimido. Todo para recuperar la normalidad autonómica. Cuestión que con la llegada del gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos en 2019, y junto con la formación del govern de Pere Aragonès, primero con Junts y después en solitario, esta vuelta al autonomismo queda más que consolidada de cara a los próximos tiempos.
Por otro lado, y en menor medida, la CUP también ha contribuido a este fin de ciclo puesto que no es identificada como una alternativa para retomar la lucha por el derecho de autodeterminación. Y esto es así porque la formación independentista renunció a una vía independiente y de clase, y asumió la hoja de ruta de los partidos de la burguesía catalana.
Para reprender con fuerza la lucha por la autodeterminación del pueblo catalán, ya no vale la política de unidad popular que ha mantenido la CUP, así como tampoco es suficiente que las movilizaciones de la ANC y Òmnium sean para presionar al gobierno y las instituciones catalanas para reavivar el processisme para enfrentarse con el Estado español.
La única forma viable de torcerle el brazo al Régimen del 78 y lograr las aspiraciones democráticas por el derecho a decidir es bajo una perspectiva de independencia de clase, opuesta frontalmente a los intereses de los partidos processistes y con la clase trabajadora y los sectores populares asumiendo un papel central, con sus propios métodos de lucha y autoorganización.
