En el Senado anida la reacción contra la legalización del aborto. No sembramos expectativas en la sororidad transversal de los bloques, sino sólo en nuestras fuerzas movilizadas. El resultado de la batalla está en nuestras manos.

Andrea D’Atri @andreadatri | Diputada porteña PTS/FIT
Martes 26 de junio de 2018 09:28
La vicepresidenta, Gabriela Michetti, hizo una maniobra para dilatar el tratamiento de la legalización del aborto en el Senado, que ya obtuvo la media sanción en la cámara baja. En una reunión en el Episcopado, en la que participaron los senadores Esteban Bullrich (PRO), Federico Pinedo (PRO), Guillermo Snopek (PJ) y la senadora Silvia Elías de Pérez (UCR) junto con el cardenal Mario Poli, el obispo Oscar Ojea y otros miembros de la Iglesia, decidieron girar el proyecto que obtuvo media sanción a cuatro comisiones del Senado: Salud (presidida por un senador "indeciso" de la UCR), Justicia y Asuntos Penales (en manos de Guastavino, del PJ, que dijo estar a favor de la legalización) y a las insólitas comisiones de Asuntos Constitucionales (que preside el justicialista Mera, contrario a la legalización) y Presupuesto (presidida por el inefable poeta antiabortista Esteban Bullrich).
De esta manera, se preparan para derrotarnos en la cámara que concentra a los sectores más reaccionarios de los partidos mayoritarios, manipulados por los gobernadores y amparados por la Iglesia que acusó recibo del golpe que le dimos el 13J.
Si en Diputados el resultado fue ajustadísimo, y llegó recién después de más de veinte horas de exposiciones y una intensa negociación en la madrugada, lo del Senado se perfila como una nueva batalla mucho más difícil.
No somos derrotistas, porque sabemos que tenemos la fuerza para ganarla. El 13J fue una muestra de ello. Pero también lo fue el parazo del 25J contra los planes del FMI y el gobierno de Macri, a pesar de que la dirigencia sindical no quiso que se transformara en una gran demostración de fuerzas. Las docentes, enfermeras, obreras y empleadas de distintos gremios estuvieron al frente de los piquetes de huelga que, en el Puente Pueyrredón, hicieron retroceder a la Prefectura enfundadas con sus pañuelos verdes. Unieron lo que las burocracias sindicales dividen.
Tenemos la fuerza, entonces, pero no podemos dejarlo librado sólo a la espontaneidad; desde ahora mismo, nos tenemos que organizar en todos los lugares de trabajo para exigir asambleas y paro nacional a las centrales sindicales ¡Que los sindicatos que ya se pronunciaron a favor del aborto legal, pongan transporte a disposición de todas las mujeres y compañeros que quieran venir al Congreso cuando sesione el Senado! Lo mismo tenemos que hacer en las escuelas, los terciarios y las universidades. Exijamos a las federaciones universitarias y centros de estudiantes, organicémonos con toda la comunidad educativa para que ese día se paralicen las actividades y podamos duplicar, triplicar o ser diez veces más frente al Congreso que las que fuimos el 13J.
Sororidad en el Senado o tomar las calles
Las horas previas a la masiva movilización que consiguió la media sanción, desde distintos sectores hacían circular la idea de que si no se aprobaba en Diputados, igual ya habíamos ganado la batalla cultural. En parte es cierto: la Iglesia, los fundamentalistas evangélicos y los sectores reaccionarios no pudieron movilizar ni más de 500 personas tras las vallas, mientras del otro lado, la marea se había convertido en tsunami.
Pero si queremos #QueSeaLey no podemos relajarnos después de los primeros éxitos parciales, hasta tanto no tengamos la confirmación de nuestro triunfo. Decir que "la batalla cultural está ganada", cuando estamos en medio del combate, dilapida nuestras propias fuerzas, no nos permite prepararnos aún mejor y más conscientemente para la batalla que sigue, sacar conclusiones de dónde estuvieron nuestros puntos débiles que deberemos evitar y dónde están los de ellos, para poder golpear con más precisión.
Por eso, "la batalla cultural" también se da en cómo se lee lo que pasó en el Congreso. Pan y Rosas en el Frente de Izquierda planteó claramente que sin esa marea verde que inundó las calles y las plazas, los Diputados no habrían votado la media sanción. Algo evidente si vemos que el resultado se consiguió con dos votos inesperados de diputados del PJ de La Pampa, que se "convencieron" a la madrugada, vaya a saber con qué argumentos. ¿Argumentos?
Pero Cambiemos, el PJ, el kirchnerismo e incluso algunos medios y periodistas feministas insisten en que la media sanción fue el resultado de la sororidad transversal que recorrió los bloques de oficialistas y opositores. No dudan en convertir a la diputada macrista Lospenato en una heroína ni en definir a los imprevisibles diputados del PJ como "los mosqueteros pampeanos".
Por el contrario, debemos sacar la conclusión de que el triunfo fue nuestro y sólo nuestro: sin centenares de miles en las calles, agitando sus pañuelos verdes y gritando que si no había media sanción "se iba a pudrir", como decían las pibas, no había sororidad de las reaccionarias macristas con las kirchneristas que durante los pasados trece años cajonearon este mismo proyecto; como tampoco había mosqueteros de última hora, ni mosqueta que valga.
Que sea ley… ¡depende de nuestras fuerzas!
Nos dicen que no conviene decir estas cosas ahora, porque necesitamos que Cambiemos y el PJ aprueben la ley en el Senado. Sabemos perfectamente que es en el Congreso donde se legisla con el voto de diputados y senadores y, aunque sean los mismos que antes aprobaron vergonzosamente el robo a las jubiladas y jubilados, los mismos que se ríen con los tarifazos que nos arruinan la vida y que aplauden los acuerdos con el FMI que hunden a nuestras familias trabajadoras, les exigimos su voto a favor del aborto legal.
Pero, como ya pudimos advertirlo, sus votos no dependen de su conciencia sobre nuestros derechos, de su preocupación porque no mueran más mujeres pobres por abortos clandestinos ni de su convicción de que las mujeres tenemos derecho a decidir sobre nuestras vidas. Nuestros derechos son utilizados como un toma y daca entre los partidos mayoritarios, a conveniencia de sus propios intereses.
Sus votos dependen de que volvamos a arrancárselos con nuestra fuerza de lucha y movilización. Sabemos que nos sobran ganas, sabemos que este movimiento de mujeres que se puso de pie puede ir por el derecho al aborto y también por más. No vamos a permitir que nos conviertan, de nuevo, en el pato de la boda cuando los acuerdos con el FMI nos hundan en la crisis y quieran descargar las peores consecuencias sobre nuestras espaldas.
Hoy se realiza un pañuelazo federal. En todas las provincias esperamos ver los pañuelos verdes que ya no se desanudaron más de las mochilas de las pibas, de las carteras de las más grandes, de las muñecas de los compañeros que apoyan nuestra lucha. Ser centenares de miles, ser millones en la próxima batalla, no es un deseo, una aspiración, una ilusión; es una tarea cuya preparación recae en nuestras manos si queremos coronar nuestras batallas con un categórico triunfo. Tenemos poco más de un mes por delante, ¡manos a la obra!

Andrea D’Atri
Diputada porteña del PTS/Frente de Izquierda. Nació en Buenos Aires. Se especializó en Estudios de la Mujer, dedicándose a la docencia, la investigación y la comunicación. Es dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Con una reconocida militancia en el movimiento de mujeres, en 2003 fundó la agrupación Pan y Rosas de Argentina, que también tiene presencia en Chile, Brasil, México, Bolivia, Uruguay, Perú, Costa Rica, Venezuela, EE.UU., Estado Español, Francia, Alemania e Italia. Ha dictado conferencias y seminarios en América Latina y Europa. Es autora de Pan y Rosas. (…)