En estos momentos históricos hay mucho en juego. Por eso se hace más urgente que nunca que abramos la discusión para construir una nueva izquierda revolucionaria de las y los trabajadores. Proponemos este debate para avanzar hacia la construcción de un partido revolucionario que se proponga liquidar la herencia pinochetista y poner fin a este sistema capitalista que sólo nos traerá desempleo, hambre y miseria. Abriremos nuestro diario a todas/os quienes quieran hacerse partícipes de esta discusión: dirigentes, individuos, organizaciones o intelectuales.
Miércoles 20 de mayo de 2020
Nos preparamos para nuevas convulsiones sociales
En los últimos días se han disparado los contagios por coronavirus. El gobierno y Piñera son responsables: primero llamaron a una nueva normalidad para reabrir el comercio, buscando asegurar las ganancias empresariales, y ahora instalan una cuarentena en Santiago, pero donde cientos de miles seguirán trabajando, y quienes viven del ingreso día a día recibirán míseros bonos de $ 65 mil por carga.
Juegan con nuestra salud y nuestras vidas, exponiendo a las y los trabajadores de la salud, sin insumos y precarizados.
Quieren aprovechar la pandemia para pasar ataques: van casi 1 millón de despedidos, y con la ley de suspensión del empleo, que fue aprobada con los votos desde la UDI hasta el PC, son más de medio millón de trabajadores viviendo de sus ahorros del seguro de cesantía, en la incertidumbre si volverán a trabajar o no y más aún sin ahorros. Esto mientras usan al Estado para rescatar a las empresas. Incluso, el Banco Central quiere endeudar al país con el FMI mientras dice que “todo estará bien”. Nos mienten para que estemos resignados mientras ellos nos descargan todo el peso de la crisis.
Lo hacen reforzando la fuerza armadas y represivas, imponiendo un toque de queda absurdo, desplegando a los boinas negras en las calles, y ahora incluso dándoles autorización para dar órdenes al personal municipal. Tras la rebelión se han aprobado nuevas leyes represivas, como la ley anti-protestas, que tuvo la aprobación de un sector del Frente Amplio. Hoy el gobierno mantiene más de 2.000 presos políticos de la revuelta en las cárceles del país. ¡Hay que luchar por la libertad y por los presos políticos de la rebelión y los presos políticos mapuche y por juicio y castigo a los responsables políticos y materiales de las violaciones a los Derechos Humanos! Quieren endurecer la represión y el autoritarismo estatal, para intentar pasar sus ataques.
En todo esto Piñera no está solo. La ex Concertación le ha aprobado todas sus medidas criminalizadoras y precarizadoras. Y no son pocas veces en donde los acompaña con sus votos el Frente Amplio y el Partido Comunista. La CUT y los dirigentes de los grandes sindicatos no han preparado ningún tipo de resistencia seria frente a los ataques del gobierno y los empresarios.
Pero Piñera no ha podido implementar todo su plan porque sigue siendo un gobierno rechazado por millones. Sólo pudo recuperar la calle por la pandemia y ahora nuevamente empiezan a verse movilizaciones y protestas, como la protagonizada por pobladores de El Bosque en contra del hambre. Su gobierno está cuestionado por la mayoría de la población y hemos sido millones quienes hemos dicho ¡Fuera Piñera! Venimos de una rebelión que no pudieron derrotar, sino que intentan desviarla con la cocina constituyente.
Seguro saldremos con más fuerza, sumando nuevas exigencias producto de los ataques, que hacen que crezca la rabia entre trabajadores y sectores populares de cara a escenarios que probablemente serán más convulsivos, con el aumento del desempleo y del hambre en el marco de una recesión de alcance histórico. Todo indica que debemos prepararnos para nuevos choques donde las calles, huelgas y movilizaciones, volverán a estar presentes.
Las protestas contra el hambre, las acciones de trabajadores de la salud exigiendo insumos, los cacerolazos, las y los trabajadores precarios de la comida rápida denunciando los despidos y suspensiones, la represión y enfrentamientos más duros en huelgas como las de mineros de Guanaco o Franke son primeras muestras de lo que se puede venir.
La lucha debe ser ahora, porque lo que perdamos ahora será más difícil de recuperar luego. La clase trabajadora y los sectores populares tenemos fuerzas para enfrentar y derrotar estos ataques. Pero para esto debemos imponer una política alternativa a la pasividad de las burocracias en las principales organizaciones de masas. Necesitamos una organización política que esté a la altura de este desafío y que ante la adaptación de la izquierda tradicional, levante una nueva izquierda revolucionaria y de la clase trabajadora.
Abramos la discusión: por una nueva izquierda revolucionaria de la clase trabajadora
En la rebelión del 18 de octubre estaba planteada la caída de Piñera y la conquista de una Asamblea Constituyente Libre y Soberana. Vimos la potencialidad de la fuerza de la clase trabajadora, en alianza con la juventud y el pueblo, en lo que fue la jornada histórica del paro nacional del 12 de noviembre, el más grande en los últimos 30 años.
Esa fuerza no surgió de la nada: tiene como antecedentes décadas de ataques, abusos y humillaciones, pero también la experiencia conquistada por las luchas del movimiento estudiantil, de las combativas huelgas obreras de subcontratistas y portuarios, de los pobladores por vivienda, de la heroica resistencia del pueblo mapuche y del despliegue de la fuerza del movimiento de mujeres.
Pero luego del 12 de noviembre, los partidos del régimen, desde la derecha, la ex Concertación y sectores del Frente Amplio corrieron a firmar el “Acuerdo por la paz y la Nueva Constitución” para salvar a Piñera y sacarnos de las calles mediante un tramposo “proceso constituyente”, limitado y controlado por ellos mismos, para no tocar las herencias de la dictadura. Paralelamente los dirigentes de la CUT y la Mesa de Unidad Social decidieron no continuar con las jornadas de huelga para pedir una “negociación” con el gobierno, ciego y sordo ante nuestros reclamos.
En estos procesos son miles los que se desilusionaron con el Frente Amplio y con el Partido Comunista. Y muchos quienes empiezan a pensar en nuevas alternativas. Algunos sacan conclusiones de que ya no sirven los partidos y dicen que todos son iguales. Pero no es así. Necesitamos construir una nueva izquierda, porque o si no simplemente nos pasarán por encima. Es que al interior de los movimientos sociales actúan también los partidos reformistas tradicionales, pactando permanentemente con los partidos empresariales y con el viejo régimen, desviando y debilitando nuestra lucha. Sólo con manifestar nuestro descontento no lograremos vencer.
El PC y el Frente Amplio sostienen que se pueden conseguir algunas reformas y dar más derechos sin enfrentar realmente a los poderes reales que sustentan el Chile heredado por la dictadura, como los grandes empresarios, sus monopolios y el imperialismo. Cada vez resulta más claro que esto es una ilusión. Hoy Chile ya vive la recesión más profunda en décadas, por lo que sin tocar la propiedad e intereses de los empresarios es imposible enfrentar sus ataques. Este camino, de conciliación con los grandes empresarios y que busca alianzas con la centro-izquierda burguesa es el opuesto del que necesitamos los trabajadores: una herramienta política propia, independiente de los empresarios.
Tenemos que organizarnos en un partido común, revolucionario y de la clase trabajadora que surja por la confluencia alrededor de las lecciones estratégicas de los agudos procesos de lucha de clases de octubre de 2019 y a partir de un programa revolucionario que apunte a la conquista de un gobierno de las y los trabajadores de ruptura con el capitalismo. Es decir, que sea totalmente independiente de las distintas variantes burguesas.
Hoy ese es un desafío que se vuelve fundamental frente a los grandes acontecimientos que hemos vivido, y que serán mayores de cara al futuro. Además, hay un nuevo escenario en que, como nunca en las últimas décadas, amplios sectores empiezan a pensar qué posturas políticas tomar, qué ideas defender. Hay politización forjada al calor de la rebelión y que se hace más consciente en un nuevo escenario de pandemia y nuevas catástrofes sociales. Muchos empiezan a ver que lo que pasa en Chile ocurre también en todos los países y que el problema es el sistema capitalista.
A todos esos sectores que se organizaron en la rebelión, a los jóvenes que saltaron los torniquetes, a quienes enfrentamos la represión y estábamos dispuestos a entregarlo todo para derrotar a Piñera y terminar con la herencia de la dictadura militar, las y los invitamos a tomar esta tarea en sus manos, a que discutamos en la perspectiva de no permitir que derroten el espíritu de la rebelión, pero para ir por mucho más, a debatir la necesidad de construir un gran partido de trabajadores revolucionarios.
A todos los grupos de la izquierda que se consideran revolucionarios y socialistas y que se organizan políticamente de manera alternativa al reformismo, a todos quienes se decepcionaron del Frente Amplio y el Partido Comunista: las y los invitamos a abrir esta discusión frente a este momento histórico que se avecina, para ser un factor para organizar la resistencia y vencer.
Hay puntos en los que no pensamos igual; puede que hayan importantes diferencias, y que muchas veces entre las distintas fuerzas de izquierda tenemos prácticas políticas y tácticas diferentes, pero eso es justamente lo que queremos proponer que discutamos fraternalmente, poner sobre el tapete y sobre la mesa, para avanzar en este urgente debate, que hoy, frente a este momento, se vuelve una necesidad.
Para esto abriremos nuestro diario para el debate a todos quienes quieran hacerse partícipes de esta discusión: dirigentes, individuos, organizaciones o intelectuales, para dar paso a charlas y debates, que a su vez nos permitan intervenir en común en la lucha de clases, desarrollar conjuntamente campañas internacionalistas y organizar el debate sobre los puntos programáticos y las áreas de diferencias planteadas. En este debate nosotros plantearemos la necesidad de construir un partido revolucionario de la clase trabajadora que defienda e impulse la independencia de clase, partiendo por algunos de los ejes que desarrollamos a continuación.
La clase trabajadora necesita su propio partido
En Chile se ha ido configurando una nueva clase trabajadora que a través de paros, huelgas y movilizaciones comenzaron un camino de aprendizaje, con nuevas formas de lucha y organización, enfrentaron la represión, en los sindicatos, con las burocracias y los gobiernos. Son la gran mayoría social del país, con cerca de 6 millones de personas que trabajan en la empresa privada y el Estado, otro sector que vive del trabajo informal precarizado en empresas y otros cerca de 2 millones que se ven obligados a vender en la calle sin ninguna protección. Con cerca de 9 millones de personas, la gran mayoría del país vive de su salario o de la precariedad del trabajo informal.
Esta nueva clase trabajadora, se ha expandido en el comercio y los servicios configurando nuevas posiciones estratégicas (como telecomunicaciones, transportes, puertos y aeropuertos). Ha tenido diversas experiencias de lucha, pasando por los mineros subcontratistas de la minería, forestales o salmoneros en el ciclo 2006-2009, los portuarios, correanos, y recolectores de basura desde el 2013 al 2016, o las rebeliones docentes desde las bases y luego contra la carrera docente, la rebelión por el hambre de los portuarios de Valparaíso a finales del 2018, pasando por numerosos sectores en casi todas las ramas económicas. Chile es escenario desde el 2006 de nuevas luchas obreras, y según un estudio (Observatorio de Huelgas Laborales) es uno de los países con más conflictividad laboral del mundo. Muchos de esos trabajadores y trabajadoras fueron parte de la primera línea en la rebelión popular del 2019.
Viejos partidos de trabajadores como el PS se convirtieron en partidos empresariales, y el PC que sigue teniendo una base en los trabajadores y sectores populares, busca permanentes alianzas con este “progresismo” empresarial como fue con la ex Nueva Mayoría usando a los trabajadores como base de maniobra para estos acuerdos y para el diálogo social con empresarios.
Si se organiza esa nueva clase obrera, con toda su experiencia aprendida al calor de los últimos acontecimientos, puede ser imparable, aliándose con los sectores populares y las poblaciones para entregar una salida al problema del hambre, tomando en sus manos el abastecimiento y la distribución de alimentos, para que prime el criterio de las necesidades de las mayorías y no el de la ganancia empresarial.
En ese marco es necesario que se organicen los sectores más activos para enfrentar los ataques y la represión del gobierno. Por eso planteamos la necesidad de levantar un gran movimiento contra los despidos, suspensiones y precarización laboral, levantando un polo para luchar y frenar esta ofensiva de los empresarios y el gobierno, fortaleciendo la organización sindical por fuera de la burocracia, recuperando los sindicatos. Quieren dividirnos entre trabajadores a planta, precarios o temporales y cesantes, y sabemos que sólo la unidad nos hará fuertes.
En lo inmediato, hay que imponer a la burocracia sindical un verdadero plan de lucha, con asambleas virtuales cuando no haya otra posibilidad, agrupar al activismo y formar comités para luchar por imponer condiciones de higiene, enfrentar los despidos, suspensiones y ataques de precarización. La campaña de unidad para enfrentar estos ataques que varios sindicatos y organizaciones han impulsado, es un paso para coordinar esta pelea.
Esta propuesta es además una forma de hacer una experiencia en la lucha de clases para todos quienes apostamos por la construcción de esta nueva izquierda, lo que debe probarse al calor de las luchas actuales de la clase trabajadora.
En una gran parte de la intelectualidad de izquierda pareciera que ya no existen los trabajadores, o cuando lo reconocen, es un sector que juega un papel secundario en las luchas de los movimientos. No es casual que en numerosos sectores se omita deliberadamente las luchas de clases de trabajadores del último tiempo como parte de los antecedentes centrales de la rebelión del 18 de octubre, y más aún, de la huelga del 12 de noviembre. Se trata de una nueva clase trabajadora, más extendida que nunca, con nuevas posiciones estratégicas y con la capacidad de echar a andar el país.
Esta nueva clase trabajadora y sus experiencias de lucha hoy no tienen representación política propia. Y por eso apostamos por construirla. No hablamos de un partido que se dedique a “administrar” luchas sindicales para hacer menos agobiantes las condiciones de trabajo, sino que sobre la base de la fuerza de la clase obrera, de sus experiencias de lucha y de su alianza con sectores populares, la juventud, el pueblo Mapuche y el movimiento de mujeres, pueda entregar una salida de conjunto ante la crisis, apostando por tirar abajo todo este sistema de opresión y explotación.
Por eso, debe ser la base para un partido de la clase trabajadora, independiente de los empresarios. Una nueva izquierda que se proponga luchar por el desarrollo de la auto-organización de la clase trabajadora, retomando las mejores tradiciones de la organización de base de los trabajadores. Durante la rebelión surgieron importantes experiencias en ese sentido: organismos de coordinación como el Comité de Emergencia y Resguardo en Antofagasta, que agrupó a sindicatos de distintos sectores, trabajadores, brigadas de salud, estudiantes, pobladores, profesionales. Vimos las brigadas de salud y los movimientos de resistencia en salud en numerosas ciudades, la primera línea y las asambleas territoriales.
Esa capacidad y esa iniciativa, de unirse los sindicatos, coordinaciones de trabajadores y organismos de lucha junto a las poblaciones y la juventud, sería una fuerza poderosa, y establecería la única fuerza social, la de los trabajadores en alianza junto a todos los oprimidos de la sociedad que puede poner en cuestión el orden capitalista. La lucha por la auto-organización de los trabajadores, en perspectivas de contar con sus propios organismos de combate para enfrentar al gobierno y los empresarios, en alianza con la juventud, mujeres, mapuche y todas y todos las y los oprimidos, busca retomar lo mejor de la tradición emancipadora y libertaria de la clase trabajadora como fue en los años 70 con los Cordones Industriales y la unidad obrera y popular.
Por una alternativa de independencia política de las y los trabajadores
La ex Concertación ha defendido históricamente la herencia de Pinochet y el saqueo empresarial, castigando con sangre a quienes se les enfrentan, reprimiendo las luchas obreras, estudiantiles, populares y del pueblo mapuche, como ocurrió en decenas de casos asesinando a luchadores como ocuriró en el caso de Alex Lemún, Rodrigo Cisternas, Matías Catrileo, Daniel Menco y tantos otros. El Frente Amplio y el Partido Comunista, plantean una alianza con esa vieja ex Concertación. Incluso el PC fue parte del gobierno de Bachelet que asesinó al minero Nelson Quichillao el año 2015 en la huelga contratista de Codelco.
A nivel internacional, nuevas organizaciones que se planteaban como una renovación y como nuevas alternativas, terminaron en la bancarrota con los ejemplos de Syriza en Grecia y Podemos en España. El primero terminó aplicando un brutal ajuste sobre el pueblo bajo los dictados del FMI y la Unión Europea, y le abrió las puertas al retorno de la derecha al gobierno. Podemos, que es el principal referente para sectores importantes del FA en Chile, decía ser la “nueva política” en España, pero hoy participa en una coalición de gobierno junto al neoliberal PSOE, respetando a la vieja monarquía y gobernando para los capitalistas.
Otros que se mostraban como alternativa, los gobiernos “pos-neoliberales” en América Latina fueron impotentes frente a la derecha y terminaron gestionando el sistema. En Brasil, el triunfo de Bolsonaro no fue solo por el papel de Estados Unidos y las maniobras del golpe institucional, sino también producto de la política implementada por el PT, que tras gobernar durante años con los capitalistas, asimilando sus métodos de corrupción y garantizándoles sus ganancias, terminó abriendo camino al golpe y a Bolsonaro, al cual nunca quiso enfrentar desde las calles. En Venezuela hoy el imperialismo busca bajo diversos métodos intervenir en el país. Rechazamos las brutales sanciones a Venezuela, la injerencia imperialista y a los golpistas de la derecha. Sin embargo, lo hacemos de forma independiente al chavismo y sin prestar apoyo político al gobierno de Maduro, que condujeron a una catástrofe social y económica y fortalecieron el aparato armado, incluso reprimiendo huelgas obreras. En Bolivia, la derecha se fortaleció durante el gobierno de Morales y dio un Golpe, sin resistencia del MAS, que más bien ha buscado el pacto con los golpistas para la realización de unas nuevas elecciones totalmente manipuladas (con la proscripción del propio Evo Morales), no obstante la resistencia obrera, campesina y popular.
A diferencia de estas coaliciones, nosotros reivindicamos el ejemplo que en Argentina constituye el Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad en Argentina, FIT-U, es un ejemplo y una referencia internacional para luchar por una alternativa que pelea por un gobierno de los trabajadores en ruptura con el capitalismo, en defensa de la independencia política de la clase trabajadora, conquistado bancas parlamentarias para utilizarlas como tribunas al servicio de las luchas populares. Las alianzas con partidos empresariales y del régimen como propone el PC y el FA no representan una verdadera salida para el pueblo trabajador.
No un partido como los demás, sino un partido revolucionario que no le deba nada a este régimen
Queremos un partido que rechace los acuerdos con los viejos partidos del régimen que quieren mantener este sistema. Que conquiste fuerza propia en los lugares de trabajo, en el movimiento estudiantil, en las poblaciones, y no pretenda reemplazar esto a través de acuerdos oportunistas con distintas burocracias. Un partido revolucionario que no tenga compromisos con este régimen y se proponga echar abajo toda la herencia pinochetista.
Un partido así no se construye de la noche a la mañana. Que haya crisis económica y lucha de clases no va a significar por sí mismo un fortalecimiento de los revolucionarios si no llegamos preparados con miles de militantes organizados en las principales concentraciones obreras, populares y estudiantiles, con influencia y capacidad de acción para los grandes acontecimientos que se vienen. Por eso hacemos un llamado para buscar un acercamiento y avanzar a discutir fraternalmente en ese sentido, qué tipo de partido construir, en base a lecciones de la lucha de clases, estratégicas y programáticas del último tiempo.
Un partido revolucionario de la clase trabajadora no surgirá de la evolución de las organizaciones actuales ni del propio PTR, sino de debates, clarificación, experiencias en común y fusiones forjadas al calor de los combates políticos y de la lucha de clases. Tampoco surgirá por la “unidad de los revolucionarios” a partir de un programa general y diplomático, unidad que por lo general dura poco tiempo. Sólo lo lograremos con un programa y una estrategia clara, junto con la más alta discusión y elaboración teórica y la intervención común en la lucha de clases. Porque el objetivo de un partido revolucionario debe ser intentar ser un factor en el desarrollo de los acontecimientos y no un mero espectador.
Proponemos levantar un partido que se organice democráticamente, sobre la base de un programa y una estrategia que supere la tradición burocrática de los partidos estalinistas, con la más amplia y abierta discusión entre sus miembros para luego golpear juntos como un solo puño.
¡Construyamos un partido de combate para la lucha de clases, que luche por la auto-organización y la unidad con los oprimidos en la perspectiva del gobierno de las y los trabajadores en ruptura con el capitalismo!
Un programa para que la crisis la paguen los capitalistas
Con distintos sectores compartimos algunas medidas de emergencia frente a la pandemia actual y la recesión económica, como la paralización en sectores no esenciales manteniendo el sueldo, la prohibición de despidos y suspensiones, ingreso de emergencia acorde a la canasta básica o el impuesto extraordinario a las grandes fortunas.
Pero estas demandas deben ir acompañadas de un programa de conjunto que dé salida favorable a las grandes mayorías trabajadoras del país. Estamos viviendo una crisis que este gobierno y los empresarios buscarán aprovechar para recomponer sus ganancias. Nos quieren esclavizar y precarizar más nuestras condiciones para mantener sus rentabilidad ahora que hay crisis económica. Pretenden reorganizar el país con más pobres, más desocupados y una baja de los ingresos con más precarización. Su programa son rescates a los capitalistas, ataques y miseria para las masas trabajadoras.
Frente a quienes buscan un “plan b” frente al plebiscito y piden a la vez más salidas autoritarias porque no quieren cambiar una coma de la vieja constitución pinochetista, y frente a quienes desde una convención tramposa quieren cambiar algo para no tocar las herencias de la dictadura, luchamos por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana como una única salida realmente democrática para que sea el pueblo el que pueda decidir y debatir sin ningún límite que se lo oponga sobre todo.
Mientras la derecha no quiere cambiar ni una coma a su vieja constitución, la "oposición" busca una trampa para sacarnos de las calles y hacer cambios menores, pues el proceso constituyente basado en la impunidad, con Piñera en el gobierno, que tendrá posibilidad de veto por parte de una minoría de un tercio, que estará limitada por otros poderes de este régimen heredado de la dictadura militar, que tiene reglas prefijadas antidemocráticamente como el hecho de que no se pueden tocar los tratados internacionales y de libre comercio, no resolverá nuestras aspiraciones ni terminará con estas malditas herencias. Creemos que el plebiscito es tramposo, pues no se puede elegir por una Asamblea Constituyente sin vetos de la derecha, sin impunidad, no es ni libre ni soberano, sino que está amarrado desde un comienzo por la “cocina” de este viejo régimen. Por eso, a la vez que acompañamos a millones que ven en el apruebo una salida, planteamos que debe ser el pueblo el que decida realmente, y para eso, justamente es necesaria una Asamblea Constituyente sin vetos ni restricciones, que pueda discutir y poner en cuestión todo, que no tenga instituciones del régimen encima de ella. Esa es precisamente la salida que millones plantearon en las calles desde el 18 de octubre.
En estos momentos de crisis, todas las medidas de emergencia inmediatas deben estar ligadas a un programa y una salida de conjunto de la clase trabajadora para que la crisis la paguen los capitalistas y para poner fin al saqueo y explotación de los grandes monopolios imperialistas y su alianza con los grandes grupos capitalistas nacionales. O sea, a poner fin a un sistema que funciona según las ganancias empresariales y no de una planificación racional basada en las necesidades sanitarias y sociales, en perspectiva de que sean los propios trabajadores quienes puedan reorganizar el país y la sociedad sobre nuevas bases sociales, en función de un plan racional y no en función de sus ganancias. Esta crisis ha develado la irracionalidad completa de este sistema.
En ese sentido un programa que se proponga la nacionalización sin indemnización del cobre y todos los recursos naturales bajo control de las y los trabajadores y de las comunidades afectadas directamente por el saqueo empresarial como ocurre con comunidades del pueblo Mapuche en el caso de las forestales; la expropiación sin pago y bajo control obrero de los grandes monopolios y sectores estratégicos de la economía nacional en electricidad, agua, gas, y grandes empresas, que hoy están en manos de multinacionales y grandes grupos, empresas privatizadas a precio de huevo en dictadura y luego con la Concertación; fin a las AFP nacionalizando todo el ahorro nacional, bajo el control de los mismos trabajadores y jubilados; fin a la salud de mercado con la nacionalización del sistema de salud, y la educación gratuita para todos/as; disolución de la policía y las fuerzas represivas; un programa que defienda las reivindicaciones históricas del Pueblo Mapuche y que plantee su derecho a la autodeterminación, poniendo fin a la represión y militarización del Wallmapu de hace cientos de años.
Los grandes empresarios y sus partidos no entregarán estas demandas sin defender sus enormes negocios, y lo harán con uñas y dientes. Vimos en la rebelión cómo respondieron mutilando y asesinando, y sabemos por el Golpe de lo que son capaces. Por eso la Asamblea Constituyente no soluciona por sí misma este enfrentamiento, sino que para conquistar un programa así, es necesario pelear desde ahora por desarrollar los organismos de lucha y auto-organización propios de la clase trabajadora, que enfrenten la resistencia de los capitalistas, y sean la base para lograr derrotar a los capitalistas y su Estado, para conquistar un gobierno de los trabajadores de ruptura con el capitalismo, la única salida de fondo que puede evitar que la crisis la paguen nuevamente los trabajadores y el pueblo pobre.
Pero sabemos que detrás de los capitalistas chilenos está el imperialismo y sus garras. Ocurrió ya en la historia, cuando durante los 70’ en Chile, para frenar el proceso revolucionario que venían protagonizando trabajadores, jóvenes y sectores populares, los imperialistas, sus bancos y empresas, cortaron los créditos y préstamos, y presionaron para “ahogar” la economía. Estuvieron directamente involucrados en el golpe militar del 73’.
No triunfaremos ni conquistaremos el socialismo en sólo un país. La revolución, como el capitalismo, debe ser internacional. Y la clase trabajadora también lo es, no tiene fronteras. Quienes militamos en el Partido de Trabajadores Revolucionarios, somos parte de la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional, y levantamos la red de diarios digitales La Izquierda Diario en 14 país y 6 idiomas, hermanados con decenas de organizaciones que también dan sus propias peleas en países tan diversos como Argentina, Chile, Brasil, Estados Unidos, Francia o España por construir verdaderos partidos revolucionarios de la clase trabajadora.
Desde nuestra organización internacional y la red La Izquierda Diario, levantamos este 1º de mayo un acto internacionalista en decenas de países, y estamos organizando, junto a otras organizaciones, una Conferencia Latinoamericana para discutir un balance de los últimos períodos de luchas y cómo prepararnos para el futuro. Nuestra apuesta es avanzar en la confluencia a nivel internacional entre quienes luchamos por la revolución socialista, que para nosotros pasa por la reconstrucción de la Cuarta Internacional. Este llamado y esta carta es también parte de esa discusión abierta a nivel internacional.
¡Abramos este debate! ¡Por un partido revolucionario de la clase trabajadora!