El tribunal de la Audiencia de Barcelona absuelve a dos acusados de un delito de odio contra un joven LGTBIQ+ durante las celebraciones del Orgullo. No confiamos en las fuerzas represivas: contra los ataques de la derecha, a la comunidad LGTBIQ+, las migrantes y mujeres trabajadoras solo nos queda la organización.
Lunes 8 de julio
El tribunal de la Audiencia de Barcelona publicó, el jueves pasado –coincidiendo con las celebraciones del Orgullo LGTBIQ+–, la sentencia por la que absuelve a dos hombres acusados de un delito de odio contra un joven del colectivo LGTBIQ+. Los hechos denunciados, que fueron grabados y se hicieron virales en redes, tuvieron lugar precisamente el día en que se conmemora la revuelta de Stonewall, el 28 de junio de 2019, en un McDonald’s del centro de Barcelona.
En el vídeo se escucha al principal acusado enfrentarse al joven por su forma de vestir, exigiendo que se “tapase”, y acto seguido proferir una serie de amenazas como “Cuando salgas te voy a dar una hostia que la mariconería se te quita” y espetarle “luego nos escandalizamos a las mujeres que son violadas y matadas por vestir provocativas y tú eres un ejemplo que te puede pasar”. El otro acusado fue el guardia de seguridad del local, por su pasividad ante la agresión.
Estas frases homófobas y machistas han sido tildadas de “comentarios desafortunados” por la Audiencia, que ha resuelto no tipificar lo ocurrido como delito de odio sino como “delito leve de amenazas”. Para esto se ampara principalmente en que la motivación del agresor no fue su orientación sexual, sino simplemente su vestimenta, y en que los acusados no animaron a otras personas a sumarse al enfrentamiento ni aprovecharon la difusión del vídeo para propagar odio a la comunidad LGTBIQ+.
Hoy con más frecuencia debido al avance de la extrema derecha y de la cada vez mayor difusión de ideas conservadoras, los miembros del colectivo LGTBIQ+ sufrimos violencia física y verbal por parte de una derecha envalentonada y homófoba que ve legitimadas sus conductas por jueces reaccionarios.
Esta violencia es la punta del iceberg de la opresión a la que estamos sometidos, mediante la cual el sistema capitalista divide a la clase trabajadora para explotar de forma más brutal a los que clasifica como trabajadores “de segunda”. La misma derecha que nos ataca y que defiende este sistema podrido instrumentaliza al colectivo para ser abiertamente racista, relacionando el aumento de las agresiones con la llegada de inmigrantes ilegales.
A menudo se ven como “progresistas” las posturas punitivas que defienden el aumento del poder represivo del estado, las denuncias y la creación de leyes como la solución a las agresiones LGTBIfóbicas. No podemos poner nuestra seguridad en manos del aparato judicial ni de las otras “fuerzas del orden” del Estado, pues esto significa otorgarles un poder que no dudarán en dar la vuelta y utilizar en nuestra contra, como cuando la policía cargó violentamente contra la manifestación que repudiaba en Madrid el asesinato de Samuel en A Coruña.
Otro ejemplo de esto es que cada vez son más las acusaciones de delito de odio por parte de grupos de extrema derecha como Vox o Hazte Oír e incluso nazis, hacia manifestantes y activistas de izquierda. Mediante esta estrategia de victimización logran que se apliquen sentencias a aquellos que “inciten al odio” a sus ideas, a la vez que desplazan el foco lejos de las agresiones racistas y homófobas.
Por otro lado, el sistema judicial también ha empleado repetidamente la Ley Mordaza como instrumento para reprimir a la juventud, las personas racializadas y las luchas de la clase trabajadora. A pesar de las promesas de PSOE y Podemos, la ley no fue derogada ni lo ha sido en esta nueva versión del “gobierno progresista”, esta vez con Sumar. Los partidos de “izquierda” que dicen venir para salvar a los oprimidos del “fascismo”, tanto en el Estado español como en Francia acaban aplicando políticas de derecha, como la intervención militar en Irak promovida por François Hollande –reelegido por el Nouveau Front Populaire–, o el asesinato de migrantes en Melilla tras el pacto del gobierno de PSOE-UP con el régimen marroquí.
Las personas de la comunidad LGTBIQ+, las migrantes y las mujeres que formamos parte de la clase trabajadora necesitamos organizarnos conjuntamente para enfrentar los ataques de la derecha de una manera independiente de las instituciones y partidos que perpetúan este sistema, el cual se nutre de nuestras opresiones para seguir funcionando. En los colectivos de Pan y Rosas y Contracorriente queremos construir este gran movimiento con independencia de clase donde les oprimides seamos la punta de lanza en la lucha contra la extrema derecha en todos los barrios y centros de estudio y de trabajo. Solo con la organización y con una perspectiva socialista y revolucionaria podremos acabar con la explotación y todas las opresiones.