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Red Internacional
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Abuso policial en Maldonado

Denuncian maltrato, abuso y prepotencia policial en Maldonado

Viernes 5 de julio de 2019

Reproducimos el relato de Michael Boussard en el facebook de la Garganta Poderosa denunciando el abuso policial del que fue víctima en Maldonado:

Yo vivo en Montevideo; había ido a Maldonado para encontrarme con mi compañera. El viernes me levanté en la casa de ella y al mediodía fue a buscarme un amigo en una moto que le habían prestado. Estábamos yendo para el barrio Kennedy, donde vive su madre, y nos empezó a seguir un móvil de la policía nacional. Como nos quiso chocar, nos asustamos y no frenamos. Cuando salimos a la ruta, nos chocó otro patrullero de frente; yo salí volando y mi compañero se estrelló contra el parabrisas: se fracturó la cadera, las piernas y se quebró tres vértebras. Tiene riesgos de quedar parapléjico, según informan los médicos.

Antes de que me pudiera levantar del suelo, después de que nos atropellaran, varios policías se acercaron y lo primero que hicieron fue pisarme la cabeza. Mientras nos insultaban, giro para ver a mi compañero y observo que un uniformado le estaba pisando el rostro, amenazándolo: “De esta cara no te vas a olvidar más”. Después de diez minutos recibiendo insultos y golpes en el piso, nos subieron a dos ambulancias separadas, con custodia policial dentro del vehículo. Cuando llegamos al Hospital de Maldonado, nos esposaron a las camillas. Dos policías estaban dentro de la sala, impidiendo que nuestras familias nos vieran. Nos tuvieron ocho horas incomunicados y detenidos en el hospital, sin darnos un vaso de agua, siquiera.

Nos acusaban sin pruebas por un delito que no cometimos. Mi compañero es menor de edad y tampoco les importó. Instalaron una versión en los medios, que decía que yo recién salía de la cárcel; es mentira, jamás entré a una comisaría, no tengo antecedentes.

Cerca de las 21hs nos avisaron que habían llamado de la Fiscalía, que estábamos en libertad; nos sacaron las esposas y se fueron, como si nada hubiera pasado. Mi hermana estaba esperándome ahí porque una persona del barrio le había contado lo sucedido; ni desde la policía ni desde el hospital les avisaron a nuestras familias que estábamos internados y detenidos. Tuve miedo hasta que me subí al ómnibus para volver a Montevideo. De hecho, me desmayé cuando llegué a Tres Cruces.

Necesitamos que se haga justicia y que se controle a la policía; quienes vivimos en barrios populares sufrimos todos los días la estigmatización, la discriminación y la violencia de las fuerzas de seguridad. A mi amigo lo trasladaron a Montevideo, todavía está internado, con la cara desfigurada por los golpes y el cuerpo quebrado por cómo nos chocaron; nos podrían haber matado. Está angustiado, llora de dolor y de bronca porque es injusto que nos traten así.

Elijo denunciar esta situación para que no la sufran otros gurises:
los Derechos Humanos se defienden o se violan, no hay grises.