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Red Internacional
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Bahía Blanca. Acuerdo YPF-Petronas: negocio millonario para pocos en una ciudad con 100 mil pobres

El acuerdo YPF-Petronas profundiza el saqueo y el extractivismo. Las ganancias exorbitantes del complejo portuario industrial bahiense, en una ciudad donde uno de cada tres habitantes son pobres, consolida el rumbo de reprimarización económica y el pasivo ambiental. Ellos tienen su proyecto, nosotros necesitamos el nuestro.

Lunes 5 de septiembre de 2022

El pasado jueves se cerró un acuerdo entre YPF y Petronas, la petrolera estatal Malaya, con la finalidad de construir una planta de licuefacción en Bahía Blanca y así industrializar el gas proveniente de Vaca Muerta. El megaproyecto requerirá de una inversión inicial de 10.000 millones de dólares en su primera etapa y podría trepar a 40.000 millones de dólares a su término en diez años. Una vez finalizado el proyecto se prevé la producción de 25 millones de toneladas al año de GNL.

¿Qué es el GNL?

Una vez extraído el gas de la cuenca de Vaca Muerta, será transportado en un gasoducto hasta las inmediaciones de Bahía Blanca, donde en una planta de licuefacción será enfriado a – 162 °C, procesado y transformado a estado líquido, lo que reducirá su volumen 600 veces facilitando su transporte en barcos.
Hasta hoy nuestro país importaba GNL, a razón de 35 barcos por año pero cuando la planta de GNL alcance su capacidad máxima, Argentina exportaría más de 460 barcos anuales.

Números del saqueo

Se calcula que la producción de GNL podría elevarse a 27.000 millones de dólares anuales, lo que equivaldría a 1.1 veces la producción del complejo sojero (23.841 millones de dólares anuales), 20 veces la producción de girasol (1.334 millones de dólares anuales), 3 veces la producción de maíz (9.295 millones de dólares anuales), 8 veces la producción de trigo (3.488 millones de dólares anuales), 5 veces la producción de petróleo y petroquímico (5.208 millones de dólares anuales), 8.5 veces la producción de carne vacuna (3.148 millones de dólares anuales).

El complejo portuario industrial bahiense: lugar estratégico del proyecto extractivista para cumplir con el FMI

Estos nuevos anuncios colocan a la ciudad como la tercer zona industrial del país, detrás del gran Buenos Aires-Rosario y Córdoba.
Uno de los pilares de este complejo es el puerto. Administrado por el Consorcio de gestión del puerto, presidida por Federico Susbieles (FdT), este puerto de aguas profundas da salida a la producción del agropower de la región, que este año alcanzó hasta la fecha la friolera cifra de 12.175.220 toneladas movilizadas en 550 buques. De estos, 8.366.307 toneladas son del complejo agrícola (4.331.103 toneladas de maíz, 2.517.454 toneladas de trigo, 929.298 toneladas de cebada, 79.870 toneladas de pellets de girasol), 2.235.751 toneladas de los inflamables y petroquímicos y 750.454 toneladas de carga general.

A esto se le agrega el complejo petroquímico, donde multinacionales como Proferil, Mega, Dow Argentina, Solvay Indupa (ahora Unipar), PBB Polisur y TGS producen fertilizantes, PVC, Soda caustica, Hipoclorito de sodio, etileno, polietileno y poliuretano.
El tercer pilar es el parque industrial con más de 130 empresas que proveen servicios a las grandes empresas polo petroquímico y ayudan a mantener operativo el puerto.
Finalmente, en puerto Rosales, operan las empresas Oleoductos del Valle (Oldelval) y Oiltanking Ebytem que transportan el petróleo desde Vaca Muerta a través de 455 km de un oleoducto. Buscaran incrementar entre 180 mil a 250 mil barriles diarios por el valor de 4.000 a 6.000 millones de dólares por año. Oldelval concentra el 70% de los envíos de crudo de la Cuenca Neuquina y el 100% del shale oil de Vaca Muerta.
Con esta nueva inversión, y las que vienen en camino, como una nueva planta de urea de Profertil, la ciudad se fortalece como una de las principales concentraciones porturarios-industriales del país.

Las terminales portuarias

Desde 1992, mientras arreciaba la fiebre de privatizaciones en la Argentina, se sancionó la Ley N° 24093 de Actividades Portuarias, donde el estado argentino autorizó la transferencia de los puertos de Buenos Aires, Bahía Blanca, Quequén, Rosario y Santa Fe, de propiedad del estado nacional a las provincias en las que se encontraban situados, previa constitución de entes públicos no estatales que tendrían a su cargo la administración y explotación de cada uno de esos puertos. Estos entes debían organizarse asegurando la participación de los sectores privados interesados, (los operadores, prestadores de servicios, productores usuarios, trabajadores y etc) junto a representantes de la provincia y los municipios. Así el 1 de septiembre de 1993 el puerto de Bahía Blanca se constituyó en el primer puerto autónomo de la Argentina.

Desde ese momento las 12 terminales portuarias, de Bahía Blanca, Puerto Rosales y Puerto Galván, están bajo el control de cerealeras y multinacionales. Así ADM Agro, Cargill, Profertil, Mega y Dreyfus poseen su propia terminal portuaria, donde sin intromisión del estado exportan y declaran lo que exportan sin que haya un control real de sus cargas.

El dragado de la ría y la destrucción del medioambiente

Es tal el ansia de ganancias capitalistas que el consorcio del puerto contrató a la empresa belga Jan de Nul para dragar la ría y mantener la navegabilidad de buques de hasta 45 pies de calado, ya que la constante afluencia de sedimentos barrosos disminuye el calado. La obra tiene la finalidad de captar buques de mayor tamaño. Hasta ahora llegaban buques de 220 metros, con capacidades de carga de 70 mil toneladas que venían a completar 30.000 toneladas acá, pero se planea que lleguen buques más grandes para dar salida a la producción agrícola y a la futura explotación de GNL.

Con 2.290 km² el estuario de Bahía Blanca es el más extenso de la provincia. Sobre su canal principal, de 97 kilómetros de longitud y 190 metros de ancho, desembocan numerosos canales, bancos de arena e islas. Su condición de estuario y humedal se define por la mezcla del agua dulce y salada que en ellos se genera. Actúan como filtros del agua dulce cargada de sedimentos y nutrientes. Su alto número de especies de invertebrados y peces que se reproducen en los estuarios lo hace irremplazable. La destructiva acción del dragado, destruye el humedal y las especies animales que habitan los canales.

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Entonces ¿Quiénes ganan y quiénes pierden con este modelo?

Los perdedores, la pobreza y el pasivo ambiental

Pero mientras la ciudad se consolida como un polo de producción e industrialización con ganancias millonarias para unos pocos, también se consolida la miseria y la contaminación para las mayorías.

El pasado mes se hizo público que el 28 % de la población bahiense, unas 82 mil personas, víctimas de la inflación galopante y las precarización laboral, habitan en hogares con pobreza multidimensional severa. De estos casi 30 mil son niños, niñas y adolescentes. Otro dato alarmante muestra que el 16 % de la población, unas 46.476 personas, se encuentra en una situación de inseguridad alimentaria moderada a severa, donde 17.387 son niños, niñas y adolescentes.
Otra seria la realidad si pusiéramos las ganancias del complejo portuario industrial bahiense al servicio de las necesidades de las mayorías. Para muestra un botón.

El miércoles 24 de agosto, fue cargado con 27.000 tn de granos de soja el “Moon Globe”, un buque granelero que llevó su preciada carga a las Islas Marshall. Esta estaba valuada en 9.990.000 U$S. El equivalente a 23.125 salarios mínimos de 125.000 $ o 51.761 planes sociales de 51.000 $.

En conclusión sólo con una fracción de lo que exporta el puerto bahiense podríamos solucionar el problema de pobreza, indigencia, la emergencia alimentaria y los problemas de vivienda. Pero tanto el intendente Héctor Gay (JxC), como el presidente del Consorcio del puerto Federico Susbielles (FdT), convergen en asegurar las ganancias del agropower, los pulpos cerealeros, petroquímicos, mientras nos venden espejitos de colores con este nuevo acuerdo para producir GNL.
Y ni hablemos del pasivo ambiental que estas empresas dejan en la ciudad, en los barrios más humildes, en Ingeniero White, en General Cerri y en la Ría.

En julio un fallo de la justicia provincial determinó que existe contaminación en la ría de Bahía Blanca y condenó a las empresas del Polo Petroquímico, al Consorcio del Puerto, municipalidad y la Provincia a generar un fondo de 20 millones de pesos por daño moral colectivo, y presentar planes para remediar los parámetros de monitoreo. Una suma ínfima para las millonarias ganancias que genera el complejo portuario industrial.

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Ellos tienen su programa, nosotros necesitamos el nuestro

La gran burguesía tiene un plan que pretende avanzar en el extractivismo para pagar la deuda y juntar los dólares que hacen falta para seguir garantizando los negocios capitalistas. A ese fin quieren destinar el aumento de la explotación del petróleo, el gas, ampliando la frontera agraria para producir más soja, maíz y trigo para la exportación, para así avanzar hacia una Argentina reprimarizada, donde solamente exporte productos primarios. Un país y una ciudad donde los miles o millones que “sobran” deberán subsistir con limosnas estatales, salarios miserables o trabajos precarios y una minoría, ligado a estos grandes negocios, que podrá vivir como dioses. Y en este plan no hay grietas entre el kirchnerismo y Juntos por el Cambio. Y con este plan cogobiernan la ciudad: Federico Susbielles desde el Consorcio del puerto y Hector Gay manteniendo el orden social de la ciudad.

A este proyecto de la burguesía tenemos que contraponerle nuestro plan, nuestro programa que ponga por delante las necesidades de las mayorías y de los más humildes.

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Contra la fuga de capitales, por la nacionalización completa del comercio exterior y protección del medioambiente

El gobierno nos dice que no hay dólares y eso habilita a una serie de recortes y ajustes. Pero el complejo portuario industrial bahiense demuestra que sobran los dólares, pero está en manos de sojeros, especuladores y multinacionales. El comercio exterior está manejado por este puñado de empresas, que tienen puertos privados desde donde declaran a sola firma cuántas toneladas exportan o importan, sin ningún control estatal.

Por eso luchamos por el monopolio estatal del comercio exterior bajo el control de los trabajadores para terminar con todas las maniobras legales o ilegales, para resguardar las divisas y utilizarlas al servicio de una planificación democrática de la economía, garantizando un precio accesible los alimentos en la mesa de todas las familias.

Estas divisas serán la base para la reorganización de la sociedad en base a los intereses del pueblo trabajador y se pongan al servicio de garantizar la puesta en función de un plan de obras públicas para la construcción de viviendas, combatir la pobreza y la miseria, además de que todos los salarios no pierdan frente a la inflación, asegurando salarios igual a la canasta familiar.

Mientras que en el modelo de saqueo y extractivismo capitalista la ganancia empresaria está por sobre las necesidades de la mayoría o del cuidado del ambiente, se hace necesario correr el lucro y poner la protección del medioambiente en la ecuación. No hay futuro para la ciudad y el país, sin que se tenga en cuenta la protección irrestricta del medioambiente, donde la ría bahiense alberga una diversidad natural única en el país que debe ser protegida.

Pero además denunciamos la contaminación que sufren nuestros barrios y pueblos por el Polo Petroquímico y los Puertos en Bahía Blanca, Galván y Rosales. Basta de entregar rutas, vías y puertos al extractivismo capitalista. Basta de contaminación de las fábricas. Por la reconversión productiva con garantía estatal de continuidad laboral-salarial, y control social de trabajadores y comunidades, con asesoramiento de técnicos, y especialistas en material socioambiental.

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