Compartimos un llamado a organizarse y resistir el ajuste que vendrá de la mano del FMI escrito por una trabajadora de Madygraf a raíz de la firma con el organismo internacional.
Martes 15 de marzo de 2022 20:38
Masiva movilización popular el 10 de Marzo en Plaza Congreso contra el FMI.
El 10 de marzo participé en la movilización contra el acuerdo con el FMI, junto a otras y otros compañeras y compañeros de Madygraf. Como parte de nuestra historia, aprendimos que hay que salir a las calles. Coordinarse y organizarse. Porque nuestros derechos debemos conquistarlos. Así lo demostraron las mujeres en las calles. Y lo que se viene, es un hachazo a nuestras condiciones de vida y de las futuras generaciones.
Cuando llegué a mi casa, prendí la televisión para seguir la sesión. ¡Todos los noticieros decían las mentiras que cada grupo empresario paga en cada canal! Me asqueé. Escribo estas líneas porque necesito decir que nos mienten. Necesito recordar la historia que nos ocultan y decir que no nos dejamos engañar. Que ya aprendimos y que esto recién empieza.
Las recetas del Fondo. Cuando es peor el remedio que la enfermedad
En el Congreso, recordaba mis primeras movilizaciones. Cuando era estudiante. Contra los planes de ajuste del Banco Mundial y el FMI en la educación. Era el gobierno de Menem. Ya no quedaba mucho por vender. Frenamos la privatización de la universidad, pero el desempleo seguía aumentando. La pobreza era del 40%. Menem venía llevando adelante todas las indicaciones del FMI, y cada vez estábamos peor. Ahí aprendí lo que significaba el Fondo Monetario Internacional.
Como no había plata para pagar la deuda, nos prestaban plata para pagar los intereses que se vencían. Nada muy distinto de lo que está pasando ahora. ¡Y nos presentan este acuerdo como un enorme logro! Cuando es la forma en que nos saquean desde hace años. Así aprendí que todo el circo que montan, es para que se sigan beneficiando siempre los mismos a costa nuestra.
Pero no es lo único que aprendí. Porque con cada reembolso nuevo, venían más exigencias. Y con ellos, también crecía la bronca.
Te puede interesar: El FMI toma el timón de la economía
Te puede interesar: El FMI toma el timón de la economía
Las calles, una escuela
Comenzaron los paros generales y las movilizaciones. ¡Nunca había visto a la clase obrera desplegando sus fuerzas!. Era imponente. Caminaba por la plaza de Mayo entre las columnas de los sindicatos de miles y miles de trabajadores. Me dí cuenta que ahí estaba la fuerza para lograr cualquier cosa que nos propusiéramos. Pero el ajuste seguía, no alcanzaba.
Así también aprendí que los dirigentes de los sindicatos tienen intereses propios. Intereses ligados a los mismos políticos que nos vendían y nos hundían. Con el tiempo, leí a Lenin. Y además de aprender, entendí la importancia de estas experiencias. En sus palabras “Por ahora debemos indicar que las huelgas son (...), una escuela de guerra, pero no la guerra misma; las huelgas son sólo uno de los medios de lucha, una de las formas del movimiento obrero. De las huelgas aisladas los obreros pueden y deben pasar, y pasan realmente en todos los países, a la lucha de toda la clase obrera por la emancipación de todos los trabajadores”. (Sobre las huelgas, V.I. Lenin, 1899).
(Spoiler: Y así también aprendí que podemos lograr cualquier cosa, pero para eso debemos sacar esos dirigentes de la cabeza de los sindicatos).
El país se prendía fuego, con las rutas de interior cortadas por los desocupados. Con las universidades tomadas por estudiantes. Con los trabajadores haciendo paros y movilizaciones. Se fué Menem, y llegó De La Rúa... Y ahí seguía el FMI con sus exigencias. El recorte del 13% a los estatales, más intentos de atacar la educación, las condiciones de trabajo y el salario. Reformas y más reformas por todos lados.
Tengo en mi memoria grabada a fuego la reforma laboral, con la precarización del trabajo en toda la línea. Y que además fue un escándalo político. Porque se compraron los votos de los diputados (la llamaron la Ley Banelco). Luego vinieron el canje de deuda, el megacanje... el apoyo del FMI... corralito, asambleas populares, paros y movilizaciones de desocupados. El 20 de diciembre de 2001, frente a la amenaza de un paro general, De La Rúa renunció. Y el FMI seguía ahí. Siempre presente en todas nuestras crisis.
Rodriguez Saa (no recuerdo bien si era el 4to presidente en unos pocos días), declara el default. No lo hicieron como una medida de defensa nacional, sino que no les quedaba otra. Pero lo dibujaron como una medida patriótica, todos en el Congreso aplaudieron. (Si, los mismos que ahora se horrorizan por no pagar). Tras eso, Duhalde aplicó una terrible devaluación que nos dejó a todos en la lona.
Honrarás tu deuda
Y así podemos saltar a Nestor Kirchner. Que a pesar de todo lo que conté antes, a pesar del repudio generalizado a los organismos internacionales, a pesar de la “correlación de fuerzas favorable”... decidió ¡PAGARLE TODA LA DEUDA AL FMI!
La historia que sigue, es más actual, así que no me voy a extender. Macri toma nuevamente deuda con el FMI. Vino con ajuste. Se tropezaron nuevamente con la bronca y la resistencia que mostramos en el Congreso contra la reforma jubilatoria, en diciembre de 2017. La fuerza estaba. Pero vinieron Alberto Fernandez y Cristina Fernandez al rescate de Macri y el FMI, diciendo “Hay 2019”. Que había que esperar y votar. Y aunque en campaña dijeron que la deuda era un fraude, que se había contraído para beneficiar a Macri en las elecciones, ahora firman un acuerdo que la reconoce.
¿Excusas?
Que no da la correlación de fuerzas para enfrentar al FMI. Que los empresarios y el campo lo apoyan (como si los empresarios no se beneficiaran con el ajuste que viene de la mano del acuerdo). Que el default es el caos (porque claro, todo lo que vimos hasta ahora es un capitalismo normalito y sin crisis). Que nos quedaremos fuera del mundo (como Venezuela, ahora amiga de EEUU). Que el plan económico del FMI no será de ajuste (acaso es necesario que me extienda?). Que la culpa es de Macri y la deuda de 2018. Que la culpa es de Cristina y la deuda de antes.
Te puede interesar: Editorial de editoriales: el Pacto de Olivos-Washington
Te puede interesar: Editorial de editoriales: el Pacto de Olivos-Washington
Nos orinan y los medios dicen que llueve
El problema es que la única historia que nos recuerdan, son los ataques y las derrotas. No nos recuerdan que las únicas respuestas contundentes a estos ataques fueron en las calles. Fueron enfrentando las “verdades” establecidas. Fue cuando fuimos más allá de “lo posible”.
Una y otra vez probaron con lo mismo y nos hundieron en la miseria. Y no es porque fueran “malos gobiernos”. Gobernaron y muy bien, para el FMI y los grandes capitalistas. Por eso nos siguen vendiendo la misma receta. Total ¿ellos pierden? ¿Que pierden las empresas, los bancos, el campo? ¿En que los perjudica la deuda? Más bien, los beneficia el ajuste y los negociados que puedan hacer.
Escribamos nuestra propia historia
Es una tarea de urgencia sacar las lecciones de la historia de lucha de nuestra clase (ellos sacan las suyas). Difundir que no tenemos que arrodillarnos frente al hecho consumado. No comprar el discurso de resignación. Tenemos la fuerza de millones para decir BASTA. La bronca se desarrolla por abajo, la “correlación de fuerzas” se construye, y la victoria hay que prepararla.
Las mujeres ya mostramos nuestra fuerza en las calles. Los desocupados y las organizaciones sociales no paran de pelear hace años. Los jóvenes precarizados se movilizan y organizan, los estudiantes y los maestros vienen defendiendo la educación, los trabajadores de la salud, la salud pública.
Desde la izquierda venimos peleando por organizarnos por un plan alternativo. Por poner en pie una fuerza política que de verdad exprese las necesidades de las mayorías populares. Necesitamos que los sindicatos sumen toda la fuerza organizada de los trabajadores a esta pelea. Hasta hoy los dirigentes sindicales vienen permitiendo que todo esto pase. Si no van a ser parte de la solución, son parte del problema. Desde cada lugar de trabajo, cada barrio, cada escuela hay que organizarse para que cambien su rumbo o se hagan a un lado.
Que no vuelvan a escribir nuestra Historia, los que nos quieren fuera de ella.