Tras semanas de preparación, con representantes llegados de distintos gremios y el celebrado regreso el MASA y la Corriente Federal, el Confederal se jugó y anunció… “la apertura de una etapa de diálogo con el gobierno”.

Lucho Aguilar @Lucho_Aguilar2
Martes 3 de octubre de 2017

El edificio de La Fraternidad es uno de los primeros del movimiento obrero argentino. En su hall de ingreso tiene un mural impresionante. Dos hombres se toman la mano, como sellando un pacto. Atrás, otros hombres y mujeres los miran, mientras trabajan. Era el símbolo “fraternal”, de la unidad entre los trabajadores.
Los hombres que llegaron este martes a la mañana a la sede ferroviaria, también tenían en la cabeza continuar con un pacto. Pero no el mismo que evocaba el cuadro.
Estamos hablando de los 193 delegados que protagonizaron en el Comité Central Confederal de la CGT. Supuestamente representaban a 142 gremios, algunos millones de trabajadores, pero nos arriesgamos a asegurar que no discutieron con nadie sobre las decisiones que iban a tomar este martes 3 de octubre. ¿A usted lo consultaron? ¿A usted?
¿Quiénes estuvieron?
Hay que reconocer que con algunas semanas de rosca, el Confederal tuvo más convocatoria que la marcha del 22 de agosto. Por lo menos en los sellos. Estuvieron los gremios ‘gordos’ (Sanidad, Comercio), independientes (UPCN, UOCRA), el barrionuevismo (Gastronómicos, Estacioneros). Pero además se sumaron la Corriente Federal de Trabajadores que lidera Sergio Palazzo y reúne a Gráficos y Curtidores, y el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA), que agrupa a Taxistas, SMATA y los anfitriones del convite.
También estuvieron la UOM y la mayoría de los gremios de la CATT (transporte), entre los que están los moyanistas, pero la ausencia de los Moyano no pasó desapercibida.
¿Qué debatieron y qué votaron?
Debatir es una forma de decir. Todos los protagonistas reconocen que se llegó al Confederal “con un consenso ya construido”.
Los periodistas que pudieron conocer de cerca lo que sucedió en el salón de los ferroviarios, lo resumen así: “la CGT oficializó hoy en un plenario sindical la reapertura de una etapa dialoguista con el Gobierno para avanzar en las negociaciones de una agenda común, que incluye una reforma laboral por sectores, beneficios para las obras sociales y frenar la caída del empleo y la apertura de las importaciones. Hubo advertencias a la Casa Rosada sobre los alcances que podría tener la reforma laboral, aunque la mayoría de los gremialistas rechazó activar hoy un plan de lucha” (Nicolás Balinotti, La Nación). Eso sí, desde el triunvirato se aclaró que “el Consejo Directivo quedó facultado para llevar adelante medidas de protesta de no prosperar el diálogo". La nueva pero ya desgastada táctica cegetista: amagar para negociar.
Nadie guardaba muchas expectativas de que los delegados cegetistas definieran alguna medida de lucha, es cierto, pero el plenario lo primero que hace es confirmar el profundo pacto que tienen las cúpulas sindicales con el Gobierno nacional y las cámaras empresarias. Más que la reapertura, es la continuidad de un “diálogo” que está por cumplir dos años y consiste en negociar cómo se aplica el ajuste y cómo se administra el descontento que este genera entre el pueblo trabajador.
¿Cuáles fueron las voces disidentes?
No hubo. Como siempre, hubo discursos críticos para la tribuna, pero nadie se salió del libreto de “facultar al Consejo Directivo para continuar el diálogo con el Gobierno”. Muchos prestaron atención a lo que podía plantear Sergio Palazzo, referente de la Corriente Federal que alinea sindicatos opositores al gobierno (Bancarios, Curtidores, Gráficos, Judiciales), con varios candidatos en las listas de Unidad Ciudadana. Pero “su moción fue la de esperar a las elecciones del 22”. Quizá prefirió respetar el pedido de Cristina Kirchner, que ya les había pedido que levanten una movilización el 7 de agosto para “rezar y convocar a una gran votación”.
Tampoco lo hicieron Victor Santamaría ni Omar Plaini, no se sabe si convencidos por los argumentos o por algunos “aprietes” que sufrieron de parte del gobierno.
Pablo y Facundo Moyano pegaron el faltazo, también Hugo; pero hasta ahora no cuestionaron ni el método del confederal ni sus resoluciones. Tampoco convocaron asambleas o propusieron una medida de fuerza concreta a todos los que quieran enfrentar el ajuste.
¿Qué definieron para enfrentar la reforma laboral que prepara el macrismo?
Palabras. "Vamos a poner un límite y no permitiremos que avances sobre nuestros derechos" dijo con dureza Héctor Daer. "No se va a permitir que haya pérdida de derechos para los trabajadores", agregó Juan Carlos Schimd.
Lo cierto es que la reforma laboral que se propone el macrismo para aumentar la explotación obrera no necesariamente tendrá el formato de una ley general. Como adelantaba La Nación hace unos días, “la estrategia del gobierno es negociar acuerdos sectoriales con empresarios y gremialistas con el eje en la modificación de convenios colectivos para así bajar los costos laborales y reducir la conflictividad”.
En esa estrategia el Gobierno y los empresarios están avanzando sin prisa pero sin pausa. Está el ejemplo de Petroleros, UOCRA y los lecheros de ATILRA, que ya vienen reformando sus convenios. Vale aclarar que son gremios inscriptos en distintas corrientes cegetistas, desde “independientes” y “gordos” hasta la Corriente Federal.
¿Discutieron posiciones hacia el 22 de octubre?
En los pasillos. El sindicalismo peronista está dividido en sus preferencias para las elecciones del domingo 22. Hay un sector que apoya sin mucha convicción la desdibujada candidatura de Massa; otros que se pegaron el porrazo con Randazzo y buscan otro barco; y los que creían que se iban para arriba con la candidatura de Cristina, que alcanzó rápido su techo y, sobre todo, no convenció a los trabajadores y a los más castigados que era la fórmula para enfrentar el ajuste.
Se podría decir entonces que el Confederal fue todo un símbolo de la situación de la CGT: quiere seguir su pacto con el Gobierno; no puede escapar a la crisis del peronismo.
Esa política fue la que denunció Camilo Mones, referente de los trabajadores de PepsiCo, en el plenario de fundación del Movimiento de Agrupaciones Clasistas. “Los dirigentes de la CGT están otra vez en la tregua, ya sabemos a qué conducen sus “diálogos”. Y la estrategia del kirchnerismo fracasó, querían ganarle a Macri electoralmente llamando a que nadie se movilice. El Gobierno quiere una reforma consensuada con la burocracia y nosotros tenemos que prepararnos para ese momento. Va a ser un período de mayores conflictos: vamos por la unidad de la clase trabajadora para dar una respuesta conjunta al ataque que se viene”.
Para pelear contra el ajuste no queda otra: hay que fortalecer a la izquierda. En los gremios, las calles y en el parlamento.

Lucho Aguilar
Nacido en Entre Ríos en 1975. Es periodista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001. Editor general de la sección Mundo Obrero de La Izquierda Diario.