Pablo Castilla, de Contracorriente, entrevista a Adriana Roca, portavoz de Arran. Hablan de las movilizaciones de la juventud, la campaña de criminalización de la Generalitat y las negociaciones de investidura, entre otros temas.
Jueves 18 de marzo de 2021
Durante las últimas semanas en Barcelona y otras ciudades de Catalunya y el Estado español la juventud hemos salido con fuerza a la calle ¿Qué creéis que expresa esta oleada de movilizaciones?
Nosotros hace unos meses que pusimos sobre la mesa un concepto que después creo que ha sido acertado y es la idea del malestar, el malestar juvenil. Pienso que hay un descontento generalizado con la situación que estamos viviendo, que es una cosa que arrastramos desde hace mucho, que son cuestiones acumulativas. Una generación que siendo adolescentes vivimos la crisis del 2008 y que por lo tanto nuestras perspectivas de futuro siempre han sido muy menores en otras generaciones. Además, la cuestión del procés en Catalunya también ha supuesto un despertar colectivo para mucha gente joven, la represión incluso que se hemos sufrido cuando estábamos ejerciendo formas de protesta dentro de la desobediencia.
Todo esto es un proceso acumulativo de politización de unas generaciones que están mucho más politizada que algunas generaciones previas, pero también de mucha gente que sufre un descontento y una incomodidad con el sistema pero que muchas veces no lo ha sabido politizar o verle las raíces sistémicas que tiene. En este sentido, la idea del malestar es una cuestión racional y a la vez de toda la salud mental, toda una generación que vive un poco como la desesperanza y que aun así está siendo protagonista de movilizaciones desde hace mucho de tiempos.
Entre sus causas hay el 40% de paro juvenil, una incapacidad de marchar de casa por parte de las jóvenes, un incremento de la violencia machista... Son toda una serie de cosas que hacen ver una idea muy peligrosa para el capitalismo y es que la idea del progreso se ha roto, algo que da lugar a este punto muerto donde pueden nacer los monstruos, pero también puede haber un cambio porque se está viendo más que nunca cuáles son las contradicciones del propio modelo económico.
La respuesta de muchos medios de comunicación y el gobierno de la Generalitat aquí ha sido iniciar una brutal campaña de criminalización contra la juventud y especialmente contra vuestra organización ¿Qué respuesta dais a este ataque?
El tema de la criminalización lo llevamos arrastrando desde hace años, incluso en épocas bastante anteriores como con el banco expropiado, con algunos carteles que se habían sacado... Aun así, a partir del 2017 con la campaña de la llave y las acciones contra el turismo empieza a coger una dimensión más mediática.
Durante estos días hemos intentado explicar mucho la idea que esto va más allá de nosotros. Somos una organización política con cierta anomalía porque sí que defendemos políticamente las cosas que se hacen, tanto desde el trasfondo que compartimos absolutamente, de por qué están pasando estos movilizaciones, como también de las herramientas que se utilizan. En este último punto es sobre todo donde hay la criminalización.
No obstante, también hemos dicho que el relato de los partidos, los empresarios, la policía y los medios de comunicación entorno al tema de la violencia es interesado. Hay todo un interés en centrar el debate mediático en cuáles son las herramientas de lucha que se están utilizando, la combatividad de estas movilizaciones y la violencia, sin entrar en a qué responde esta violencia. No se quiere que haya un debate sobre modelos, así que la criminalización es una forma de intentar aislar a cierto grupo de manifestantes como los manifestantes “malos”, que no utilizan los métodos "legítimos", pero en el fondo hay una voluntad de deslegitimar las ideas y los objetivos que se persiguen, no solo la metodología.
La sorpresa que generan estos disturbios es totalmente impostada porque ¿Cuántas veces en Barcelona ha habido disturbios a lo largo de la historia? ¿Cuántas veces hay disturbios en todo el mundo? Es una forma habitual de protesta que se ha dado siempre y que, por lo tanto, el relato entorno a la violencia y los objetivos de criminalización son absolutamente interesados para esconder el fondo de la cuestión y para intentar señalar un grupo reducido, aislándolo del resto.
La juventud hemos sido uno de los sectores más castigados durante la pandemia: paro, cierre de universidades, culpabilización por los contagios, salud mental... ¿Qué visión tenéis de la gestión de la pandemia por parte del gobierno central y el de la Generalitat?
La gestión que han hecho ambos gobiernos no dista demasiado una de la otra. Inicialmente había un relato por parte de la Generalitat respeto a las competencias y la necesidad de recuperarlas para aplicar políticas diferentes, y al final se ha visto cómo han aplicado las mismas políticas. Medidas restrictivas cuando no han tenido otra manera de controlarlo y no hacer nada para prevenir o paliar las consecuencias que tenía sobre la vida de la clase trabajadora. Precisamente, esta ha sido la gente que se ha visto más afectada por la situación, tanto porque dependen de un salario de empresas que han cerrado o aplicado ERTEs, como por el hecho de ser quién vive con condiciones de más precariedad.
En cuanto a los jóvenes, pienso que ha habido una responsabilización sin entender qué situación implica para una persona de 18 años estar cerrada dos meses y medio a casa suya, sin saber en qué condiciones vive, sin tener en cuenta situaciones familiares extremadamente violentas para muchas jóvenes, sin tener en cuenta que es quienes tiene más dificultades para poder socializar en las condiciones actuales de cierre de los espacios de ocio. Las personas responsables de la gestión, aquellos que tienen el poder político, han descentrado la atención y lo han dirigido ninguno responsabilizar los jóvenes que hacían “botellón” o quedaban con sus amigos. Resulta una manera de escapar de las responsabilidad que tienen políticamente, señalando a un colectivo que siempre se lo ha tildado de irresponsable y se lo ha intentado controlar o modelar, poniendo el foco en tratar los jóvenes como si fueran un elemento que hay que tutelar porque no pueden decidir por ellos mismos. De hecho, esto también está ligado con la cuestión de las movilizaciones y la percepción que se tiene de los jóvenes.
Hablando de política, hace poco que la CUP ha entrado a la Mesa del Parlamento y se está negociando su apoyo al próximo Govern de Pere Aragonés ¿Cómo veríais un espaldarazo parlamentario de la CUP a un nuevo gobierno de ERC y Juntos?
Nosotros participamos de los espacios internos de decisión de la CUP porque somos una de las organizaciones que apoya a la candidatura y por tanto nuestra manera de incidir es a través de estos espacios y de nuestros vínculos con el resto de organizaciones de la izquierda independentista que conforman la candidatura de la CUP.
No entenderíamos una entrada de la CUP al Govern con ERC y JxCat, porque entendemos que en ningún caso se dan las condiciones en la legislatura que vendrá. Estaremos en un momento de confrontación de la calle respeto las instituciones, puesto que viviremos una situación de crisis muy grande y también deslegitimación por parte de este gobierno y partidos que prometieron toda una serie de cosas que la gente ha visto como no se han materializado más allá de simbolismos. Todo esto hace difícil pensar que nos podamos poner de acuerdo sobre para que tiene que servir el Parlamento que, en todo caso, es para acompañar todas estas reivindicaciones sociales y para hacer aquellos mínimos cambios que la institución permite y que mejoran la vida de la gente. Entendemos que esto tiene muchas limitaciones y que seguramente no permite revertir las condiciones materiales de la vida de la gente porque esto pasa por un cambio de sistema.
Aun así, es difícil compartir ahora mismo la apuesta que están haciendo estos partidos además de una distancia político-ideológica importante.
Ante esta nueva crisis ¿Cuáles son los retos de la izquierda anticapitalista independentista?
Hay toda una serie de aprendizajes que se han hecho recientemente y que nos tiene que poder ser útiles de cara el periodo próximo. Respeto el papel de las instituciones, el caso Podemos, que nació después del 15-M para plantear un “asalto a los cielo” a partir de la lucha institucional demuestra como de fácil es cooptarlo y el "asalto a los cielos" se ha convertido en un gobierno con el PSOE que no está haciendo políticas de izquierdas ni transformadoras ni socialdemócratas.
Este es un primer aprendizaje de que ninguna opción política institucional será capaz de culminar un proceso de cambio y transformación absoluto después de un periodo socialmente movilizado.
Toda la izquierda anticapitalista tenemos el reto de dar una respuesta. Estos momentos turbulentos y de cambio son complicados a la vez que un terreno de campo abonado por la extrema derecha, quien intenta generar enemistades dentro de la gente más golpeada con discurso de que todo esto es culpa de aquellos que vienen y te sacan el trabajo, etc. Está claro que no representan en la clase trabajadora, a pesar de que puedan tener capacidad de apelar a una parte en determinados momentos. Son representantes de los ricos y que aquello que hacen es absolutamente interesado para sembrar su política de división y de fuerza de choque cuando el capitalismo está inestable.
Por eso nosotros también tenemos el reto de ofrecer una alternativa que pueda ser ilusionante y esperanzadora que se vea como una posibilidad real. Mostrar que las únicas opciones no son quedarnos como estamos o un cambio cabe aquello reaccionario, sino que hay posibilidad de un cambio revolucionario.
Seguramente en los próximos cinco años no habrá una victoria final o cosas similares, pero sí que se dan las condiciones por un proceso de acumulación de fuerzas importante, puesto que vivimos unos movimientos populares y unas organizaciones políticas que poco a poco están más preparadas y han tenido más capacidad de ir organizándose. Si continuamos en esta línea hay la posibilidad de generar un poder popular mucho más fuerte que el que tenemos ahora mismo y nos permita ir ganando batallas.