Según el análisis presentado por Matías Goyenechea, presidente de la Fundación Creando Salud, los datos demuestran gráficamente cómo impactan las desigualdades sociales en las muertes producto del Covid-19 y por sobretodo en los adultos mayores.
Domingo 18 de abril de 2021
No es sorpresa que las muertes por coronavirus no hayan detenido su aumento, considerando que gran parte de las trabajadoras y trabajadores siguen arriesgándose a contagiare, debido a que se ven obligados a asistir a sus puestos de trabajo. Además muchos de ellos conviven con adultos mayores que son los que más propensos se encuentran a morir por el virus.
Pero rara vez se piensa en los adultos mayores y las serias dificultades que deben pasar debido a su edad y las condiciones en las cuales se encuentran algunos en asilos y otros totalmente abandonados a su suerte en sus casas.
Es por este motivo que la Fundación Creando Salud hizo un análisis respecto al número de muertes que habían por Covid-19 en la población de adultos mayores.
El estudio se realizó en base a las estadísticas oficiales de la población según del INE en 2017, más los datos de fallecidos sospechosos y confirmados del Departamento de Estadísticas e Información del Ministerio de Salud (DEIS). Una Comuna como San Ramón tiene una tasa de mortalidad total 3,3 veces más alta que Vitacura, esta diferencia crece a 12,3 veces entre los 60-69 años.
Además, las Comunas populares de Santiago Sur no sólo multiplican las cifras de las zonas de Santiago Nororiente, sino que también las que promedia el país en su conjunto. Así, si en Chile mueren 1,4 personas de entre 50 y 59 años por cada 100 mil habitantes, en La Pintana esa cifra se duplica y alcanza a las 3,2 muertes, y en San Ramón roza las 3,6 personas fallecidas.
Otros números que demostró el analista, es que en el segmento de chilenos mayores de 80 años, una persona de La Pintana tendría 3 veces más posibilidades de morir que una persona de la misma edad en Vitacura.
Estas cifras no dejan más que en evidencia las importantes diferencias que existen entre clases sociales, donde existe una salud para ricos y otra muy diferente para el pueblo trabajador y pobre, que a su vez se ha visto coartado de poder generar ingresos suficientes para hacer una cuarentena como se debe, donde en su mayoría viven hacinados y faltos de acceso a una cobertura de salud, o siquiera para poder confiar en que el sistema de público no colapsara.
Es por eso que vemos cada vez más la necesidad de luchar porque la salud pública sea reconocida como un derecho, lo que significa financiamiento integral a una atención oportuna y gratuita para todas y todos sin subsidio a los privados.