Lo hicieron el presidente del Colegio Médico y el asesor del Ministerio de Salud para el Covid-19. Los hospitales estarían empezando a desbordar.
Martes 10 de noviembre de 2020 00:09
Nápoles, Italia, 09/11/2020: Pacientes con síntomas de Covid-19 en una fila de autos afuera del hospital Cotugno, donde reciben asistencia del personal de salud, que mide la saturación y provee oxígeno. EFE/EPA/CIRO FUSCO
Italia registró este lunes 25.271 nuevos contagios de coronavirus en las últimas 24 horas. Si bien la cifra es inferior a la que se viene detectando desde hace semanas -el viernes pasado estuvo a punto de llegar a los 40.000 nuevos- lo cierto es que se han realizado muchas menos pruebas, casi cien mil menos que aquel día.
La situación parece ser cada vez más desesperante. El presidente de la Federación Nacional del Colegio de Médicos italiano (Fnomceo), Filippo Anelli, pidió al Gobierno el cierre total del país ante el estado actual de los hospitales que empiezan a estar colapsados por los números enfermos de coronavirus.
Anelli advirtió de que "si se consideran los datos de esta semana como una tendencia típica y si los proyectamos sin prever mayores incrementos, la situación en un mes será dramática y por lo tanto debemos recurrir de inmediato a un cierre total".
La advertencia de Anelli también tiene que ver con la creciente presión hospitalaria que se empieza a acercar a cifras peligrosas. Casi 30.500 personas tuvieron que ser ingresadas, y que 100 nuevos pacientes requirieron cuidados intensivos, elevando la cifra a 2.849 pacientes en esa condición.
"O bloqueamos el virus o nos bloqueará porque nos están avisando de que el sistema no aguanta e incluso las regiones ahora amarillas pronto se encontrarán en las mismas condiciones que las zonas más afectadas", dijo Anelli.
En el último día han muerto 331 enfermos con el virus, una cifra menor a los más de cuatrocientos que vienen anotándose en los últimos tres días. "Con la media actual, en un mes llegaríamos a 10.000 muertos más", alertó.
En Italia la cantidad de contagiados ya se acercan al millón de personas, de las cuales más de 41.000 perdieron la vida. Más de 570.000 personas padecen la enfermedad y la gran mayoría se encuentra aislada en sus domicilios con síntomas leves o sin ellos.
Las distintas regiones han sido calificadas según la situación epidemiológica como zona roja, naranja o amarilla. Lombardía, Piamonte y el Valle de Aosta, en el norte, y la sureña Calabria han sido calificadas zona roja por el Gobierno y se les ha aplicado un confinamiento blando, con la prohibición de abandonar la región o de salir de casa si no es para ir a trabajar, comprar o por motivos de salud o emergencias.
Campania ha sido calificada como zona amarilla y, por tanto, no tiene mayores restricciones. Sin embargo, desde algunos hospitales de la región de Campania se elevó la petición de ayuda ante una situación de emergencia con filas de coches con pacientes que esperan ser examinados.
El asesor del ministerio de Sanidad para la emergencia, Walter Ricciardi, también afirmó anoche en un programa televisivo que se necesitan "intervenciones absolutamente rápidas o se avecina una tragedia nacional".
Desde el lunes 26 el Gobierno italiano anunció nuevas medidas restrictivas por el aumento de casos de coronavirus que implican una suerte de toque de queda y cierres de diferentes actividades como gastronomía, restauración, cultura, gimnasios y taxis.
El último decreto establece desde el lunes y hasta el 24 de noviembre el cierre de cines, teatros, salas de concierto, congresos, piscinas o gimnasios, así como la prohibición de abrir más tarde de las 18 horas a bares y restaurantes, entre otras cosas. Además, está evaluando elevar el riesgo de algunas regiones y Campania, Veneto y Toscana podrán en las próximas horas ser consideradas zona naranja o roja.
Sin embargo, el Gobierno italiano no está anunciando medidas para los hospitales públicos a la altura de las circunstancias, solo un endurecimiento de medidas represivas, con un discurso que apunta a la responsabilidad de cada individuo por la circulación del virus.
En estos ocho meses, no hubo inversión acorde a la que se requiere en una crisis histórica como la que plantea la actual pandemia. El sector de la salud se encuentra diezmado por años de ajustes neoliberales.
Los gobiernos desembolsaron rescates multimillonarios para salvar a las grandes empresas y al sector financiero, mientras que los pequeños comerciantes tuvieron que cerrar sus puertas, millones de trabajadores quedaron sin empleo y dependiendo de subsidios, los trabajadores llamados esenciales no contaron con elementos básicos de protección personal, y los migrantes directamente fueron arrastrados a situaciones desesperantes luchando contra el virus, el racismo y la xenofobia.
El sistema de salud sigue desbordado, médicos y enfermeras arriesgan su vida cada día sin que el Gobierno haya destinado recursos suficientes para enfrentar esta segunda ola. Por el contrario los profesionales de la salud son humillados con salarios de pobreza y la no renovación del convenio colectivo nacional, en medio de la pandemia.
Los empresarios, empezando por la principal cámara patronal (Confindustria), impusieron en marzo, con la complicidad del Gobierno, que miles de fábricas sigan abiertas a pesar de no ser esenciales en medio del primer pico de covid-19. Esto provocó un desastre sanitario entre miles de trabajadores en particular en Lombardía, una de las regiones más industrializadas.
Giuseppe Conte y la coalición de gobierno entre el Partido Demócrata y el movimiento 5 Estrellas han mantenido el curso de ofensivas racistas, represivas de los decretos de seguridad que había establecido el exvicepresidente de extrema derecha Matteo Salvini, al que solo le hicieron algunas reformas cosméticas. Pero particularmente guían su política según las necesidades de la Confindustria.
Durante el mes pasado hubo manifestaciones que expresaron la bronca en los barrios y por la juventud que ha perdido el empleo y ahora debe volver a un confinamiento parcial.