Un total de 87 personas han muerto como consecuencia de las fuertes lluvias y deslizamientos de tierra que comenzaron el miércoles en la región metropolitana de Recife. De estas muertes, 79 ocurrieron entre el viernes y el domingo. Era una catástrofe evitable y el Estado es responsable.
Lunes 30 de mayo de 2022 12:24
Al menos 87 personas murieron en los últimos días en el estado de Pernambuco, en el noreste de Brasil, por las fuertes lluvias que generaron deslizamiento de tierras y rios de barro que arrasaron con viviendas y poblaciones enteras.
Una decenas de personas siguen desaparecidas, en lo que ya se convirtió en el mayor desastre de los últimos 50 años en Recife.
Mientras que las autoridades hablan de un "desastre natural" lo cierto es que las fuertes lluvias y deslizamientos de tierras son recurrentes. Se trata por tanto de una catástrofe anunciada y de muertes que podrían haber sido evitadas con la infraestructura y mantenimiento edilicio correspondiente. Obras que no se hicieron y que nunca estuvieron en los cálculos del gobierno regional ni del nacional.
El gobernador del estado de Pernambuco, Paulo Camara dijo que todavía se desconoce el número exacto de desaparecidos, aunque según el último boletín del Gobierno de Pernambuco había 56 personas en paradero desconocido.
Del total de fallecidos por los deslizamientos e inundaciones, la mayoría se registraron en la región metropolitana de Recife, la más afectada por el temporal que castiga el noreste de Brasil desde comienzos de la semana pasada.
El episodio más trágico tuvo lugar en el barrio Jardim Monte Verde, limítrofe entre Recife y Jaboatao dos Guararapes, donde 20 personas murieron cuando un alud de tierra se llevó por delante decenas de viviendas construidas sobre pequeñas colinas.
La situación este domingo era de desolación. Según cuenta, Reginaldo Ramos, un sobreviviente a la agencia Efe, él perdió a 11 parientes, entre ellos a su hija de 31 años, recién egresada de Ingeniería y quien había empezado a trabajar hacía 15 días.
"Yo y mi esposa estábamos en la cocina y conseguimos ser rescatados, porque solo nos enterró la parte de abajo de nuestro cuerpo. Mi hija estaba en la habitación y quedó completamente sepultada".
Mientras algunos vecinos buscaban cuerpos entre el lodazal, otros, entre lágrimas, retiraban de sus hogares lo poco que quedó de una tempestad nunca vista.
Además de los muertos y desaparecidos, las lluvias dejaron más 4.000 personas evacuadas, muchas de las cuales perdieron sus viviendas, según informó ministro de Desarrollo Regional, Daniel Ferreira, durante una rueda de prensa en Recife.
Al menos 32.000 familias viven en áreas con riesgo de deslizamientos de tierra en Recife.
Se trata de una situación acusiante que puede provocar aún más muertes. El Gobierno local y estatal reaccionó mal y tarde. Cuando las lluvias ya llevavan días comenzaron la evacuación dejando a miles de personas sin hogar. No existe un plan para reubicar a esas personas en viviendas desocupadas ni hoteles. También hay denuncias de que las brigadas eran escasas y con pocas herramientas por lo que fue centralmente la población local, en particular los jóvenes los que se pusieron a la cabeza del rescate de personas y la búsqueda de desaparecidos.
No existe de parte del Estado un un plan de obras públicas para la reconstrucción y prevención de las áreas afectadas y aquellas que sufren la posibilidad de inundación. La catástrofe actual era previsible, y también lo será en el futuro si se dan condiciones similares ya que no se trata de un "desastre natural" sino de un crimen social del que el Estado es reposable.