Hoy en El Talón de Hierro hablaremos de algunos de los problemas más profundos que atraviesan nuestras sociedades: ¿Cuál es el origen de la familia, de la propiedad privada, del estado? ¿Cómo cambió la situación de las mujeres a lo largo de la historia? Y hablaremos de ello a partir de un libro que está cumpliendo 140 años. Completamente adelantado a su época, Federico Engels publicó en Zurich en 1884 “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”. Y para hablar de este libro tenemos una invitada de lujo con nosotros, la Doctora en Filosofía Alejandra Ciriza.
Martes 6 de agosto 19:10
-Bienvenida Alejandra, ¿cómo estás?
-Bien, muy bien Lautaro. Muy contenta de que tengamos la oportunidad de hablar de Engels. Se lo merece, verdaderamente.
-Para nosotros es un gusto que nos acompañes, que estés es aquí en El Talón de Hierro.
Alejandra Ciriza es Doctora en Filosofía, Investigadora del CONICET, Profesora en la Cátedra de Introducción al Pensamiento y la Filosofía Feminista en la Universidad Nacional de Cuyo, donde también está cargo de la Maestría de Estudios Feministas. Ha publicado más de 90 artículos y ensayos sobre la teoría feminista y la filosofía política. Formó parte del colectivo editorial El Rodaballo. Ha trabajado para la casa de las Ciencias Humanas de París y es autora de un valioso trabajo introductorio que presenta este libro de Federico Engels, publicado en el año 2007 por Ediciones Luxemburg en Buenos Aires.
-Bueno, para comenzar Alejandra ¿podrías contarnos cómo llegó a tu vida la filosofía? ¿Cómo fuiste dando pasos en esta formación? Y, por otro lado, algo que te caracteriza y por lo que te quiere mucha gente que es tu fuerte compromiso con la militancia por los derechos de las mujeres, contra la opresión, contra la explotación.
-Mira, yo pertenezco a una generación que creció soñando con la revolución y además tuve la ventaja de tener una formación a lo largo de la escuela secundaria, muy buena. También es cierto que en mi casa había muchos libros y esa es una ventaja comparativa enorme, ¿verdad? Pero creo que el interés por la filosofía tuvo que ver con ese momento histórico, con tratar de encontrar herramientas que te permitiesen leer el presente y conceptualizarlo, elaborar herramientas para interpretar lo que estábamos viviendo en ese momento. Asumiendo una perspectiva, que durante muchísimo tiempo (sobre todo a partir del golpe de 76) fue olvidada, que es una perspectiva latinoamericanista muy fuerte, muy importante.
Yo crecí, siendo adolescente y joven, presenciando procesos históricos inolvidables. El cobrazo en Chile, por ejemplo. Digamos, son despertares a la vida política. En esa época yo vivía en Córdoba y el gremialismo combativo en esa ciudad era muy importante y la figura de Agustín Tosco una figura descollante e inolvidable. Entonces, digamos que para mi generación pensar la idea de transformar el mundo era como parte de nuestra experiencia diaria. Lo hacías en la escuela, resistiendo las medidas represivas de las autoridades, lo hacías en la calle acompañando las huelgas de la clase obrera. Vivías un mundo en el que el marxismo formaba parte de tu vida cotidiana, esos debates eran parte de la vida diaria. Entonces, yo leí El Manifesto Comunista cuando tenía 15 años. Son marcas y epocales realmente, que permanecen a lo largo de la vida y que hacen que no puedas olvidarte de los procesos históricos que vivimos, no puedas pasar por alto que el tipo de democracia recuperada en el 83 es producto una profundísima derrota de las fuerzas revolucionarias en este país.
Entonces para las personas de mi generación el compromiso práctico-político con la idea de transformar la sociedad en dirección al socialismo es parte de convicciones adquiridas cuando éramos personas muy jóvenes. Entonces son ideas un poco difíciles de erradicar, se resisten a irse.
- Vos de alguna forma también has contado que uno de los desafíos más importantes que uno tiene a la hora de encontrarse con esas lecturas, con esas ideas, es intentar hacer un puente entre aquellos cambios que han sucedido entre los momentos en que fueron escritas, entre los momentos en que los leyó una generación y los ha ido leyendo otra… ¿Cómo podrías ver vos los cambios que hemos tenido en esta última etapa? La luz que ha ido echando en los distintos debates de la recepción de esas ideas: cómo es visto hoy el feminismo, cómo es visto hoy el marxismo. Y que era a lo mejor difícil tomar nota de ello antes porque los tiempos han ido cambiando.
- Mirá, yo creo que en este momento tenemos una ventaja inestimable que es la posibilidad de disponer de textos que cuando yo era jovencita eran de muy difícil acceso. Entonces, en ese sentido estamos en condiciones ventajosas, pero en otros sentidos estamos en condiciones muy desventajosas. Porque bajo las actuales condiciones yo te diría que hay otras tradiciones ideológico-políticas que son dominantes.
Por ejemplo, en el caso de los feminismos una podría pensar la enorme movilización de jóvenes, pensando en la movilización de 2018, la enorme movilización de jóvenes en procura del derecho al aborto legal, seguro y gratuito, podría haberse inspirado en muchas de las perspectivas que las marxistas -sin ir más lejos, por ejemplo, Aleksandra Kollontái- tenían. O el propio Lenin, digo, son los 100 años de su muerte, o el propio Lenin… Tenían sobre el aborto. Recuperar esos debates.
Sin embargo, el tono dominante que tuvo esa discusión fue el cuerpo como una propiedad de la que yo puedo disponer libremente. Es decir, hay ahí una marca muy fuerte de los feminismos liberales, que son la tradición dominante dentro del campo de los feminismos, o bien los feminismos que proceden de la tradición estadounidense. Entonces, me parece que eso hace que muchas personas tengan mucha dificultad para comprender cuál es la importancia que tiene la lectura marxista para nosotras, para las feministas.
Y yo creo, estoy convencida, de que esa importancia es fundamental porque el marxismo articula. No solamente piensa patriarcado en términos de dominación, sino en términos de explotación, y lo piensa en términos bien materiales. Lo que se hizo visible durante la pandemia, por ejemplo, lo que el trabajo que implica a la reproducción de la vida son elementos teóricos que están presentes en Engels. Por ejemplo, para Engels un elemento central para la explicación de relación entre patriarcado capitalismo es la división sexual del trabajo.
Esas herramientas teóricas que desde mi punto de vista son fundamentales para explicar la situación de las mujeres proletarias, no gozan, me parece a mí, de la frecuentación que merecerían. Yo creo que son herramientas muy importantes, creo que son elementos fundamentales para que podamos entender la relación entre explotación clasista y opresión sexual, y para eso nadie como Engels.
- ¿Podrías contarnos un poco quién fue Federico Engels? ¿Cómo llega a involucrarse en el estudio, la comprensión, la indagación de este tipo de problemáticas? Normalmente es más conocido por haber sido el compañero de militancia y pensamiento, de compartir un montón el desarrollo de las obras y la divulgación del trabajo de Carlos Marx. Entonces no es tan desconocido en términos históricos, pero quizás no es tan conocido su trabajo específico sobre la problemática de la mujer.
-Mira, yo creo que Engels tenía… Yo he leído varias biografías de Engels porque la verdad es que es un personaje por el que siempre sentí particular afecto, ¿viste que cuando una trabaja sobre algún autor o autora no es solamente el interés que te puedan producir el desarrollo de razonamientos abstractos, sino quién fue el que escribió eso.
Entonces Engels era alguien con un maravilloso sentido del humor. Hay un juego que practicaban las hijas de Marx que es bastante conocido, donde él responde con un sentido del humor que Marx no manifiesta. También está de por medio del asunto de que eran las hijas de Marx, no eran sus hijas y por lo tanto en hay en Marx más solemnidad. Pero, por ejemplo, él dice cuál es, qué es su cosa preferida. Marx contesta una cuestión solemne y él dice Château-Rouge cosecha 1848. Se está refiriendo un vino tinto, y cosecha 1848 porque esa fecha es muy importante para Marx y para Engels porque es un momento central en la lucha de los pueblos europeos por la conquista de las libertades democráticas. De hecho, un periodo conocido en la historia como la primavera de los pueblos.
Entonces creo que Engels tenía un enorme sentido del humor, una preocupación muy fuerte por los aspectos organizativos y para mí un revolucionario tiene que tener preocupación por aspectos organizativos. A lo que unía una enorme facilidad por las lenguas, el tipo hablaba cerca de 20 lenguas y eso le facilitaba enormemente la comunicación con dirigentes políticos de distintos lugares de Europa y más allá de Europa. Es decir, creo que Engels sintetiza para mí de alguna manera el ideal del revolucionario si querés verlo de esa manera.
Además, hay un texto también muy interesante de Engels que es la formación de la clase obrera inglesa. Ese libro, es un libro que Engels escribió casi en colaboración con quien fue una de sus compañeras, Mary Burns. Toda esa información riquísima, compartida con una obrera irlandesa y recuperada por Engels a partir de ese vinculo amoroso y personal que mantuvo con esa mujer, y con su hermana, a lo largo de su vida. Me parece que hablan de una preocupación que estaba muy presente en Engels por la situación de las mujeres y por desmentir, por ejemplo, la idea de que la clase obrera nació masculina y adulta. Cuando todos y todas sabemos que quienes fueron explotados y explotadas en los procesos iniciales del proceso de industrialización fueron precisamente mujeres, niños y niñas.
Entonces creo que Engels tenía una particularísima sensibilidad, un sentido del humor maravilloso y una preocupación por temas… Él decía que no era una persona sistemática, que tenía intereses dispersos. Y hay un intelectual francés que dice que Engels era un sabio y un revolucionario, y a mí me parece que eso es lo que era Engels. Alguien con muchos intereses, con muchas habilidades, con una maravillosa capacidad de observación, como se muestra el ese texto de 1845 sobre la clase obrera inglesa.
Así es que tengo y tuve siempre muchos motivos para leer El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. De hecho, lo leí cuando era muy joven por primera vez. Debo haber tenido 18, 19 años, por ahí, un poquito antes del golpe. Y me pareció siempre un texto muy interesante para pensar algo que me inquietaba mucho, que era la reproducción de relaciones patriarcales en las organizaciones de izquierda. Entonces, me parece que Engels en ese sentido proporciona herramientas muy valiosas para pensar problemas del presente.
A ver, hay mucha gente que dice cómo se te ocurre leer un texto que tiene 140 años o 150 años para interpretar el presente. Es que yo creo que los textos responden a las preguntas que les hacemos. Esa relación pasado-presente es lo que nos permite recuperar esos elementos tan valiosos de nuestro propio pasado político e intelectual.
-En esa relación que hacés de la lectura del pasado y el presente, crees que lo que él encuentra indagando los escritos antropológicos de esa época… Los primeros textos de Morgan, que es en lo que en gran parte está basado de este libro… Y al llegar a conceptualizar, a tratar de proponer una posibilidad de cómo se origina la familia, cómo se origina justamente esta categoría que ha vuelto a estar sobre la mesa en los últimos años, que es la del patriarcado. ¿Crees que ha pasado la prueba del tiempo? ¿Hay aspectos que en esos años hayan cambiado a partir de determinado descubrimiento? ¿O aspectos que vos decís no, mirá, ya hace 140 años que esto se viene problematizando y, por el contrario, falta revalorizar esa interpretación?
-Mira, yo creo que los elementos fundamentales, los argumentos fundamentales de Engels en El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, tienen enorme vigencia. Es decir, vos podés discutir los hallazgos de Morgan, por ejemplo, y la idea de que había un proceso de evolución desde el salvajismo a la barbarie, de la barbarie a la civilización, propio de ese momento de nacimiento de la antropología como disciplina. Hay un esquema evolutivo que tiene muchísimo que ver con los patrones interpretativos del siglo XIX.
Pero yo creo que hay una agudeza en la percepción que Engels tiene de la importancia de recordarle, a los europeos y europeas en primer lugar que mostrar la familia monogámica como el triunfo de la racionalidad, tenía poco que ver con lo que efectivamente estaba sucediendo. Recuperar una mirada histórica que le permitirá pensar. Vos podés discutir ¿existió un matriarcado? ¿no existió un matriarcado? Esas discusiones son discusiones que son válidas, yo no digo que no, en disciplinas como la antropología, por ejemplo, o la historia de la cultura o la historia de las religiones. Pero lo que vos no podés negar es que Engels advierte una relación muy interesante entre la familia monogámica y el tipo de contrato que implica la constitución de la familia monogámica y su funcionalidad al capitalismo, y la semejanza entre el contrato matrimonial, el contrato de prostitución y el contrato de trabajo.
Si las mujeres, a partir del proceso de división sexual del trabajo, producen bienes de uso y no pueden vender esos bienes en el mercado, lo único que finalmente tienen para vender es su cuerpo, en la prostitución pública o privada. Entonces, eso hace que la sexualidad sea un punto central en la opresión de las mujeres. Pero al mismo tiempo Engels advierte que no se trata solamente de opresión, no se trata solamente de la sexualidad, se trata de que el marido tiene derecho a explotar el trabajo de esa mujer en la reproducción de la vida. Entonces, lo que Engels puede advertir es algo realmente muy importante, que sigue siendo importante, la producción de bienes de uso es degradada constantemente en el sistema capitalista. Te pongo un ejemplo para que podamos pensar esa actualidad. Durante la pandemia, trabajadoras esenciales, sí, trabajadoras esenciales, pero el trabajo de esas trabajadoras esenciales en el mercado de trabajo vale nada.
Entonces, a mí me parece que ese doble registro de lectura que hace Engels, esa capacidad que tiene para advertir, cómo el patriarcado tiene que ver con el control de la corporalidad, tiene que ver con el control de la sexualidad, no solo en relación a garantizar que los hijos sean los hijos de ese varón que transmite la propiedad privada, sino, además controlar la sexualidad de las mujeres. Dice Engels al final de El origen de la familia una cosa que es muy interesante, y que es que la verdadera emancipación no solamente se va a producir cuando las mujeres accedan al trabajo público, que es una de las críticas más frecuentes a El origen de la familia, la propiedad privada del Estado, sino cuando varones y mujeres puedan vivir libremente su sexualidad sin comprar sexo.
Entonces, me parece a mí que hay simplificaciones en la lectura del texto de El origen de la familia y me parece también que hay una interpretación dominante del patriarcado que lo ve solamente como dominación sexual y que no puede leer la explotación en ese cruce entre capitalismo y patriarcado que Engels ve con muchísima lucidez.
- Bueno, antes de pasar la próxima pregunta me quedaba la duda de que si muchos de estos temas hoy siguen sonando como un tabú, ¿cómo era esa época? Porque, a priori, pensar que él está planteando estas cosas hace 140 años… Yo creo que si hoy discutirlo en una clase, en una universidad, dentro de una propia organización, son debates que pueden poner incómodos a muchos, a muchas, ¿cómo eran esa época? ¿no?
- Y yo creo que Engels tenía en ese sentido una percepción muy clara de la importancia de combatir uno de los mitos burgueses más importantes, que es el mito del hogar dulce hogar, el mito de el individualismo afectivo, el mito de que la burguesía vino a fundar una nueva forma de familia. Lo que Engels muestra con muchísima claridad es: esta forma de familia es funcional al capitalismo, el capitalismo necesita esta forma de organización familiar. Y a mí me parece que seguro que debe haber sido bastante escandaloso, porque lo que hace es mostrar que la familia tiene una historia. Y en realidad esa capacidad que Engels tiene, que Marx tiene, que agradezco haber aprendido de ello (seguramente bastante mal y bastante más modestamente)… Yo creo que esa capacidad ilumina muchísimos de los dilemas del presente.
Cuando nosotros y nosotras pensamos en la historia, la historia nos permite comprender cosas de nuestro presente. Precisamente por eso la burguesía hoy apela a la instantaneidad, o sea, dos minutos un clip, un like y se acabó la historia. Y a mí me parece que la comprensión de nuestra historia es clave para sostener posiciones críticas, para no obedecer los mandatos de la moda, diría otro al que quiero mucho que se llama Walter Benjamin.
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- Algo que has planteado también en tus escritos sobre esta obra es que no tenía simplemente un interés antropológico o por la historia como un objetivo en sí mismo. Sino que a partir de estas relaciones que él tenía con la organización de la construcción de los partidos socialistas, la socialdemocracia, la segunda Internacional en esa época, esta elaboración de los debates y sus publicaciones también estaban dirigidos hacia eso. Es decir, tenía un rol en la formación de dirigentes, en llevar estos debates adelante hacia el interior de las organizaciones y tratar de que tuviera un sentido militante su obra. ¿Crees que eso de alguna forma es necesario recrearlo en el presente?
- Mirá, yo creo que en este momento necesitamos volver sobre nuestra propia tradición, por decirlo en términos que seguramente suenan horriblemente conservadores. Pero pienso, por ejemplo, no solamente en esta actitud de Engels. Porque podríamos haber pensado que el interés era como un interés meramente erudito, porque de hecho el texto de Morgan era un texto de reciente publicación y una podría pensar que bueno, simplemente retomó las notas de Marx y vio lo que estaba discutiéndose en el clima de la época. Pero Engels estaba muy interesado en la organización de la socialdemocracia, en la incorporación de las mujeres a la socialdemocracia. Fue uno de los que más estimuló a Eleanor Marx en su interés por la organización de las mujeres de la clase obrera.
Así es que a mí me parece que sí hay en Engels un interés que es a la vez y me parece que eso es lo que tenemos que recuperar. Por eso a mí me parece que Engels es una inspiración, como Marx es una inspiración, como Eleanor Marx es una inspiración, como Rosa es una inspiración. Yo creo que esos constructores, esos críticos del capitalismo, esos críticos y críticas del patriarcado nos han proporcionado herramientas que no son solamente para que leamos un texto bien escrito, sino también para que podamos iluminar lo que nos está pasando hoy. Que es un brutal proceso de repatriarcalización y la mayor parte de las personas están aplaudiendo los procesos de financierización del capital, que son procesos verdaderamente depredadores.
Entonces, por eso a mí me parece muy importante que volvamos sobre esos textos, que leamos esos textos, que podamos pensar en la importancia de la reproducción de la vida como una clave para el sostenimiento de la vida en sociedad, no como un trabajo privado. De eso se trataba para Engels, de eso se trataba para Marx y me parece que de eso se tiene que tratar para nosotros y nosotras hoy como críticos del capitalismo y de este proceso de derechización realmente preocupante.
- Dentro de esa idea que planteás, se han abierto muchos debates. Yo creo que hace varias décadas, pero desde los setentas, ochentas, que se habló mucho sobre la crisis del marxismo y cierto ¿divorcio?, no sé si es la palabra, entre feminismo y marxismo con muchas corrientes que justamente tenían un cuestionamiento hacía esto como una relación no positiva. ¿Y cómo ves vos que ha evolucionado ese tipo de debates y cómo se debería reencarrilar eso en el presente?
- A ver, mirá, respecto del tema de la relación entre feminismo y marxismo, y lo que pasó en los años setenta respecto del marxismo. Yo creo que eso es producto de las tradiciones selectivas, diría otro amigo dentro del campo del marxismo, Raymond Williams. Yo creo que hay un proceso de transmisión selectiva y lo que muchas jóvenes tienen por la historia del feminismo, es la historia del feminismo estadounidense, que es un feminismo de mujeres blancas de clase media que han ignorado y rechazado de manera sistemática otras líneas dentro del propio feminismo, como las feministas negras. Hay una colectiva más que conocida de feministas negras en los años setenta, la Colectiva del Río Combahee, que se afirman en una posición como feministas negras y proletarias, además de lesbianas, ¿no?
Entonces la imagen de ese feminismo entre comillas “puro”, ese feminismo entre comillas “de mujeres”, es lo que impide pensar en esto que las marxistas descubrieron bien rápido, que es que en la forma bajo la cual una proletaria vive su condición de mujer (estoy pensando en un texto maravilloso de Rosa Luxemburgo que se llama así: La proletaria), es muy diferente de la manera como una burguesa vive su condición de mujer.
Yo creo que en este sentido el marxismo construye aportes muy centrales para pensar históricamente el lugar de las mujeres, no de “las mujeres” como si existiera ese abstracto: las mujeres, las mujeres como eso abstracto no existe. Existen las mujeres proletarias, las mujeres racializadas, las mujeres racializadas y proletarias, las mujeres disidentes sexuales, racializadas y proletarias que son las que tienen la peor suerte.
Digo, creo que el marxismo tiene en ese sentido herramientas teóricas muy valiosas para pensar y que la historia del feminismo ha sido escrita de manera selectiva por quienes, por ejemplo, ignoran soberanamente la historia de las feministas marxistas, e ignoran mucho más soberanamente la historia de los feminismos en el sur, ¿no? O consideran, por ejemplo, que la apelación a la maternidad como forma de resistencia es una manera tradicional de resistencia que no condice con el feminismo. O sea, lo que no se adecue a su feminismo no es feminismo, entonces a mí eso me hace muchísimo ruido.
Me parece que quienes venimos de esas tradiciones subalternizadas, tenemos que recuperar los hilos de la tradición. Por eso he tenido siempre muchísimo interés por la recuperación de los siglos de mi propia tradición y por pensar también las dificultades, digamos. Esas relaciones entre feminismo y marxismo no fueron históricamente siempre, entre comillas, “siempre lo mismo” hubo momentos sumamente complejos de muchísimo retroceso. El stalinismo les quito a las mujeres soviéticas derechos conquistados en 1919. De hecho, cuando una revisa textos de Lenin sobre los derechos de las mujeres creo que una entiende que, en ese momento revolucionario, en ese momento de concreción de la primera revolución proletaria había una alianza muy fuerte entre feminismo y marxismo. Había también disputas y debates, por supuesto. Pero me parece que pensar la relación entre feminismo y marxismo solamente como relación entre el agua y el aceite es el producto de una construcción hecha por las feministas burguesas y liberales que son indudablemente la forma dominante del feminismo. En todas las tradiciones existen formas dominantes y subalternizadas, y yo creo que quienes pertenecemos a otras tradiciones teóricas y políticas tenemos la obligación de recuperar nuestras propias genealogías por decirlo de alguna manera, Lautaro.
- Es muy interesante lo que decís, se me abrió una arista en ese sentido que es decir, bueno, si dentro de los feminismos aparecen estos debates, estas tradiciones que están más tapadas también. Yendo al campo de la izquierda y dentro de cómo dentro de las izquierdas se ha abordado el tema de feminismo, que ha sido tan heterogéneo, ¿no? (vos ponías el caso de la revolución rusa y lo que implicó el stalinismo como retroceso) ¿Creés que también es importante que dentro de esos espacios de las izquierdas se vuelva a retomar (bueno, hoy estamos con Engels, pero…) todos estos hilos que vos decías de continuidad entre los distintos pensamientos que surgieron desde el marxismo hacia tomar y no subestimar la problemática de la opresión de la mujer, las distintas formas de violencia?
- Yo creo que es muy importante, porque la tradición, nuestra propia tradición de izquierda, tiene muchísimo para aportar y es verdad que sobre todo en las organizaciones partidarias ha sido muy difícil, digamos, instalar estos asuntos de debate. Pero me parece que esa dificultad también tiene que ver con la complejidad de la tradición marxista y de las tradiciones de las izquierdas. Lo mismo pasa con la acusación de eurocentrismo. Es cierto que hay tensiones, yo creo que lo peor que podemos hacer es negar esas tensiones y esas dificultades. Pero también al mismo tiempo cuando una hurguetea aunque sea un poquitito, se encuentra con Carolina Muzzilli, por ejemplo, en la Argentina, que hace el primer informe sobre la situación de las obreras. Y es una socialista y es una feminista que critica inclusive el feminismo dentro de su propio partido, el Partido Socialista Argentino en ese momento.
Entonces a mí me parece que hay tensiones, que hay que hurguetear en esas tensiones, que hay que ponerlas en debate. Creo que la peor manera de resolver los conflictos es barriéndolos bajo la alfombra. Entonces me parece que sí es importante para nosotros y nosotras como personas de izquierda recuperar esa parte de nuestra propia tradición, que ha sido borrada muchas veces, que ha sido lateralizada muchas veces, porque es incómoda.
Por ejemplo, pensando un poco en Kollontái, en Aleksandra Kollontái. Cuando ella escribe ese texto que se llama Autobiografía de una comunista sexualmente emancipada, una genia la Aleksandra. Y bueno, yo accedí ese texto cuando apareció en el horizonte de mi vida, para mi felicidad, el Marxist Internet Archive. Recién ahí pude acceder ese texto que durante muchísimo tiempo no había sido accesible, precisamente porque la imposición de una determinada manera de ver el, entre comillas, “problema de las mujeres”, hacía difícil discutir estos temas. Pero también recordar que estos temas han sido sistemáticamente traídos a debate por activistas feministas y marxistas.
Entonces creo que eso es lo que tenemos que hacer. Saber que tenemos esa tradición compleja, con discusiones. Que hay líneas dominantes y líneas subalternas también dentro de nuestra propia tradición. Y que vale la pena, Lautaro, hurguetear en esos textos, hurguetear en ese pasado. Porque ese pasado está en el presente. Y en este momento necesitamos más que nunca, traer ese pasado al presente.
- Bueno, sobre estas últimas cosas que estás planteando, para cerrar, quería transmitirte que este es un regalo que te vamos a hacer de parte de las ediciones del Instituto del Pensamiento Socialista. Un libro con distintos autores marxistas que analizan la situación de las mujeres, la revolución y el socialismo. Así que muchísimas gracias por estar aquí. Y por último también pedirte que le hables a todas las jóvenes y los jóvenes que pueden estar viendo este podcast. ¿Por qué crees que en tiempo están difíciles como los que estamos atravesando en el mundo, en esta época, un libro como este (El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, de Federico Engels) puede ser un aporte clave para ellos?
- Para mi, y yo soy una persona que se dedica a eso, a la docencia. Llevo haciendo eso 40 años de mi vida, y me parece que una tiene que poder dialogar con los libros. Los libros no son adoctrinadores. Los libros son tesoros que vienen desde el pasado y que te interpelan en el presente. Y eso es lo que hace Engels, traerte una serie de reflexiones. Cuando Engels dice que los seres humanos somos seres comunitarios, está poniendo el dedito en la llaga del individualismo neoliberal. Cuando dice que un ser tan frágil como el ser humano no podría sobrevivir sino en comunidad, creo que plantea un dilema fundamental para pensar. Vos podés transmitir eso y contarle a alguien que Engels dice eso, pero creo que no hay nada mejor que leerlo por vos mismo, por vos misma.
Entonces, sí creo que las personas jóvenes tienen que apostar a la lectura porque el dogmatismo es mal consejero. Y las frases hechas cierran la cabeza, impiden pensar. Yo creo que en este momento más que nunca necesitamos pensar para transformar este mundo tan difícil en el que estamos viviendo. El país en el que yo nací, en el que yo crecí, tenía 4% de pobres, Lautaro. Este país, el país en el que están creciendo mis nietes, es un país que tienen 57%, con índices de indigencia impresentables. Creo que sigue siendo un compromiso tratar de transformar ese mundo.
-Muchísimas gracias
- Gracias a ustedes.