La trabajadora metalúrgica reincorporada con la lucha y militante de Pan y Rosas cuestionó que haya sectores del movimiento de mujeres que defienden las medidas económicas del gobierno y denunció la complicidad que tienen las burocracias sindicales en el hambre de las familias obreras. “El feminismo que no cuestiona este sistema capitalista merece ser superado”. La necesidad de pelear el paro efectivo este 8 y 9M.
Viernes 6 de marzo de 2020 20:16
Alejandra llevó adelante una lucha enorme junto a sus compañeros, cuando fueron despedidos en junio de 2018 por la patronal Siam durante la gestión de María Eugenia Vidal. Mientras el gobierno de Macri intentaba asestar un duro golpe a las familias trabajadoras, con inflación, tarifazos, y el endeudamiento del país con el FMI, la burocracia sindical peronista jugó un rol cómplice para dejar pasar miles de despidos y suspensiones. El gremio metalúrgico fue uno de los más afectados.
Sin embargo, en las entrañas de la zona sur del conurbano bonaersense, en Avellaneda, las y los trabajadores de Siam-Newsan mostraron que había otro camino diferente a la resignación: dieron una lucha heroica enfrentando los despidos, poniendo en pie un acampe que los unió a los vecinos del barrio, buscando la coordinación con otros sectores que se encontraban en lucha como Coca Cola, Pilkington, llevando adelante cortes en el Puente Pueyrredón, recorriendo universidades y logrando la solidaridad de los jóvenes estudiantes y tendiendo lazos con el movimiento de mujeres, poniendo en pie la Comisión de Mujeres de Siam en lucha para denunciar el acoso y discriminación laboral, peleando para que las mujeres puedan tener representación gremial y para que las familias obreras no se queden en la calle. De esta forma, lograron reincorporaciones que llevaron a Alejandra de nuevo a su puesto en la fábrica, y que mostraron un ejemplo invaluable al conjunto de la clase obrera de nuestro país, con las mujeres en la primera línea de la lucha, para enfrentar la miseria y el hambre que nos quieren imponer.
Con el cambio del gobierno y la asunción del peronista Alberto Fernández la situación de las familias obreras también es alarmante. La legitimación de la deuda ilegítima que votó el Congreso, a excepción de los diputados del Frente de Izquierda Unidad, abre una importante discusión acerca del futuro de la clase trabajadora de conjunto, los jóvenes, los jubilados y las mujeres, que son las más afectadas por la crisis y el ajuste. Solo por poner el ejemplo del gremio metalúrgico, la planta de Newsan en Campana anunció nuevas suspensiones rotativas a más de 70 mujeres operarias, quienes tienen las peores categorías y en muchos casos son sostén de hogar.
Con el objetivo de preparar las movilizaciones que habrá en nuestro país y en todo el mundo en el marco del Día Internacional de las Mujeres, Alejandra, referente también del Movimiento de Agrupaciones Clasistas (MAC), participó en el Club Obrero de Monte Grande de una charla junto a María Chaves, fundadora de la agrupación Pan y Rosas. Allí planteó los desafíos que tiene el movimiento de mujeres en la actualidad: “El feminismo con expectativas de construcción desde el Estado como Mayra Mendoza u Ofelia Fernandez, exponentes del feminismo kirchnerista y reformista, les transmiten a las mujeres que desde el Estado capitalista nuestra situación va a mejorar. Pero sin embargo lo que hacen es naturalizar y sostener que nuestro país sigue siendo un país dependiente, semicolonial, con una estructura pobre, que nada tiene que ver con los recursos que tenemos. Ese feminismo que no cuestiona y que sostiene este sistema capitalista merece ser superado”, señaló.
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“Todas las que estamos acá trabajamos o vivimos en los municipios del conurbano bonaerense y sabemos el estado en el que se encuentran la salud pública, la educación, las viviendas. Entonces, ser feminista y no ver ninguna contradicción con seguir pagándole al FMI y los bonistas, hay que cuestionarlo”, afirmó Alejandra. “Hoy en el conurbano hay miles de comedores de merenderos, de mujeres que tratan de paliar la situación de otras mujeres, pero lo hacen por un sueldo que no llega ni a diez mil pesos, y que hoy sus hijos puedan recibir una copa de leche en un merendero tampoco soluciona sus vidas. Entonces, la resignación de pelear a fondo contra este sistema y contra las políticas que se aplican cotidianamente no tiene nada que ver con la lucha que tiene que dar el feminismo en el movimiento de mujeres. Por el contrario, tenemos que tomar estas peleas que damos cotidianamente para ponerlas al servicio de cuestionar profundamente este sistema capitalista, ponerlas al servicio de cuestionar el rol de las instituciones y organizaciones que lo sostienen, empezando por el rol de las dirigencias sindicales, por ejemplo”.
Es el ejemplo del sindicato docente que arregló con el gobierno una paritaria a la baja, a espaldas de los trabajadores de la educación, donde las mujeres conforman el 75% y el 50% son sostenes de hogar. O de la UOM, que como denunció un trabajador del parque Industrial de Burzaco en La Izquierda Diario, en los últimos años sufrieron más de 70.000 despidos y 20.000 suspensiones, con la complicidad de la burocracia. Siendo un sector fundamental para la industria hoy sus trabajadores y sus familias viven en los márgenes de la pobreza.
“No puede ser que sigamos naturalizando que haya un feminismo que solo pelee por nuestros derechos políticos, democráticos pero no cuestione la profunda desigualdad que sigue habiendo en el ámbito laboral, la profunda desigualdad económica, que no cuestione el capitalismo como sistema donde vivimos. Eso lleva a que se naturalice, por ejemplo, que las direcciones de los movimientos de desocupados se sienten a dialogar con la Iglesia, y no se cuestione cómo se ponen esos merenderos y comedores de forma organizada a funcionar junto a los trabajadores y los sindicatos, discutiendo cómo le damos una salida a la crisis a la sociedad de conjunto. Por eso mismos nosotras no nos resignamos porque sabemos que el principal problema sigue siendo la desigualdad social y económica.”.
En ese sentido, enfatizó el rol milenario y opresor que continúa ejerciendo la Iglesia sobre las vidas de las mujeres. Basta recordar el fuerte lobby y la enorme presión que ejerció que durante el tratamiento del proyecto de ley de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, y señalar que se prepara para movilizar a Luján este 8 de marzo en contra de este derecho bajo el lema “sí a la mujer, sí a la vida” con el objetivo de seguir condenando a las mujeres pobres a morir en la clandestinidad del aborto.
Nosotres, la clase obrera
Las mujeres somos la mayoría de la clase obrera: metalúrgicas, aeronáuticas, obreras textiles, empleadas domésticas, enfermeras, docentes, jóvenes precarizadas, entre tantas. El capitalismo necesitó la incorporación de las mujeres al mundo laboral como mano de obra barata, asimilando al patriarcado y la opresión de género para maximizar sus ganancias. Sufrimos, en ese sentido, una doble opresión porque somos las que tenemos las peores categorías, los trabajos subcalificados, precarizados, las que primero sufrimos las suspensiones y despidos, somos discriminadas cuando tenemos hijos, y a la vez, somos las encargadas de las tareas de cuidados y el trabajo doméstico no remunerado, que sigue recayendo en mayor medida sobre sus espaldas.
Nosotras, junto a nuestros compañeros somos quienes movemos los hilos del país. Es una fuerza social enorme en las fábricas, los servicios, los barrios obreros, hospitales, escuelas, que hoy se encuentra encorsetada por las dirigencias sindicales, las responsables de que millones de familias estén pasando hambre, y que se encuentra dividida y separada. ¿Qué pasaría si la clase obrera en su conjunto tomara en sus manos el reclamo por el derecho al aborto legal para que dejen de morir mujeres pobres? ¿Qué pasaría si el movimiento de mujeres tomara en sus manos la pelea por recuperar los sindicatos para ponerlos al servicio de los intereses de las y los trabajadores, y no de la patronal y los empresarios? ¿Y si acompañara a las familias de los trabajadores que hoy se encuentran en la calle y se solidarizara con los miles de desocupados que exigen trabajo? ¿Y si se uniera esa fuerza para enfrentar el ajuste que planifican para pagarle al FMI? Sin lugar a dudas, el gobierno se encontraría con un problema enorme. Pero esta no es la intención de las dirigencias sindicales, como la CTA de la provincia de Buenos Aires, que anunció que no se descontará el día de paro convocado el próximo 9M solamente a las mujeres. Mucho menos la de la Unión Ferroviaria y La Fraternidad que envían patotas a las ferroviarias que cortan las vías exigiendo ser reincorporadas a sus puestos.
De lo que se trata es de pelear por una organización que pueda imponer esta perspectiva. Al respecto, Alejandra dijo: “Por eso, desde Pan y Rosas venimos siendo parte durante todos estos años de poner en pie comisiones de mujeres, no solo en los ámbitos de estudio y trabajo sino también en las luchas que vienen dando los trabajadores, que dan peleas enormes, poner en pie fabricas que cierran, producto de que a los capitalistas ya no les resultan redituables y cierran dejando familias en la calle”, explicó.
Las comisiones de mujeres de la gráfica bajo control obrero de Madygraf, la de la papelera Ansabo recientemente puesta a producir por sus trabajadores, la de las compañeras de los trabajadores despedidos de la multinacional Coca Cola y el papel que cumplió la Comisión de Mujeres de Siam durante el conflicto en la planta de Avellaneda, dan cuenta del rol que pueden jugar las mujeres para pelear por una salida favorable a las familias obreras y es fundamental en las luchas contra los empresarios y sus políticos.
“No solo hay que ver a las comisiones de mujeres como ejemplos de resistencia hoy para paliar el hambre, sino también como el germen de una nueva sociedad, donde apuntemos a organizar la producción colectivamente. Podemos imaginarnos cómo sería nuestra vida de distinta si por ejemplo se organizaran desde el Estado grandes lavaderos comunitarios, grandes comedores comunitarios, donde todos tengamos trabajo, donde todos colaboremos y podamos organizar la sociedad en nuestras manos”, explicó Alejandra.
“Por eso es importante este debate. Las que decidimos militar es un paso muy importante que a veces cuesta un montón, pero que no es imposible. Lamentablemente, la idea que nos quieren hacer creer que una salida individual es posible, no es así. Muchas de las mujeres que estamos hoy acá luchamos por una salida colectiva porque sabemos que es la única forma de terminar con este sistema. Por eso queremos construir un feminismo ligado a los trabajadores, porque sabemos que la única forma de pelear por la emancipación de las mujeres es pelear por la emancipación de la clase trabajadora en su conjunto. No partimos de cero, las feministas socialistas tenemos una tradición que nos esmeramos por recuperar, de las mujeres comuneras, de las bolcheviques, que también hace años se plantearon distintos problemas que hoy siguen persistiendo, como la unión libre, el trabajo doméstico y cómo liberarse de él, la igualdad ante la ley y la igualdad ante la vida”, y finalizó: “Quiero invitarlas a todas a luchar cotidianamente, a construir una organización como Pan y Rosas que de estas peleas en los sindicatos y centros de estudiantes. Y para que este debate de ideas no quede solo en debate, este 8 y 9 de marzo necesitamos ser miles en las calles para dar esta pelea por nuestras vidas y exigir el paro efectivo para que no haya ni una muerta más por aborto clandestino, por el desconocimiento de la deuda ilegal, ilegítima y fraudulenta, y contra las suspensiones, despidos y cierres de fábrica. Demostremos nuestras fuerza contra estos partidos y burocracias que quieren que nos resignemos, que bajemos la cabeza y que aceptemos la miseria de lo posible. Marcharemos junto a las comisiones de mujeres de Ansabo, de Coca Cola, y Madygraf, entre muchas otras. Las y los trabajadores tenemos nuestra historia y nuestra tradición y queremos pelear por una vida que realmente valga la pena ser vivida”.
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