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Red Internacional
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APUNTES EN TORNO A LA ETNICIDAD DE EVO MORALES Y ALEJANDRO VILCA. Alejandro Vilca: kolla, trabajador y socialista

Hace poco se llevaron a cabo las elecciones legislativas PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) en Argentina. Dos logros se tuvieron en estas elecciones: ubicar al Frente de Izquierda Unidad como la tercera fuerza política nacional, y ser la mejor elección del FITU en las PASO y con resultados históricos, como el de Alejandro Vilca, obrero de la recolección, que tiene buenas chances de llegar al Congreso como diputado de los y las trabajadoras en representación de miles de jujeños y jujeñas.

Sábado 25 de septiembre de 2021

Foto: La Izquierda Diario Jujuy

El sábado 18 de septiembre, los principales referentes del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) en el Frente de Izquierda Unidad (FIT-U) tuvieron, en el Club Obrero de la fábrica recuperada Madygraf, un encuentro con trabajadores, jóvenes y mujeres donde conversaron sobre los resultados y desafíos que dejó la elección de las PASO. En este encuentro Alejandro Vilca manifestó lo siguiente:

Imagínense si entra un obrero de la recolección, alguien de que su piel es marrón y que tiene un apellido coya. Eso no solo genera valor y esperanza sino también mucho ánimo de salir a luchar, porque los trabajadores ven que a los poderosos se lo pueden enfrentar.

Estas palabras fueron motivadas por la repercusión que tuvo el importante resultado electoral en Jujuy, donde Alejandro, obtuvo casi un 24% de los votos, lo que expresa la convergencia con sectores que hicieron experiencias de lucha y reconocen ese rol de la izquierda. Mineros de El Aguilar, choferes de colectivos, trabajadoras y trabajadores de la salud, docentes, vecinas y vecinos de Campo Verde, azucareros y familias de La Esperanza y Chalicán, jóvenes de la marea verde, comunidades originarias, ambulantes, rurales, entre tantos otros y otras.

En una entrevista realizada a Alejandro Vilca en C5N, el periodista Gustavo Silvestre, haciendo referencia a que tiene una historia bastante similar a la de Evo Morales, le preguntó si lo conoce, y esto es lo que responde Vilca: “no lo conozco, se quién es, conozco la trayectoria, pero no comparto sus ideas..., aunque sí fue progresivo cuando asumió como presidente (kolla N.d.R) (…) pero tenemos muchísimas diferencias, porque para nosotros la salida es un gobierno de los trabajadores”.

En palabras de Alejandro Vilca, este es el programa, la política y la estrategia que lo diferencia de Evo Morales: “Tenemos que abrir los ojos y dar ese paso que es hacer política con una herramienta que diga que se puede construir un mundo donde realmente se pueda vivir. Esto solamente lo puede hacer la clase trabajadora con un gobierno de los trabajadores, pero no se alcanza si no se construye un partido” (…) “En provincias como las nuestras la política está restringida solo para los blancos, las mineras y los terratenientes. Que un obrero de la recolección los desafíe se ve poco. Ellos decían que era un chiste. No solo le demostramos (con los votos y la campaña N.d.R) que no somos un chiste, sino también que podemos discutir política y que tenemos un sueño, un futuro que es terminar con esta sociedad capitalista”. (Con simpatizantes y militantes, Alejandro Vilca y Del Caño debatieron los desafíos de la izquierda - La Izquierda Diario).

Alejandro Vilca es un referente de los sectores obreros y populares y con él se identifican por su historia, por sus esfuerzos para combatir la pobreza. Hijo de una madre que trabajó como empleada doméstica, tuvo que trabajar desde muy chico para ayudar en casa. Para mantener sus estudios universitarios trabajó como albañil, mozo, vendedor de helados, hizo de todo. Fue en ese momento que optó por la militancia revolucionaria al unirse al Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS).

Siendo parte del PTS, tuvo un rol destacado en la organización de miles de trabajadores y trabajadoras estatales y municipales precarizados contra el trabajo en negro, una pelea que le valió represalias de la dirección del SEOM (Sindicato de Empleados y Obreros Municipales) y la intendencia de Jujuy. De ahí su ingreso a la recolección en la delegación municipal del populoso barrio Alto Comedero, donde años después será parte de una importante pelea que les permitió el pase a planta permanente de todos sus compañeros. En 2011, cuando se constituyó el FIT en todo el país, Vilca encabezó la lista de candidato a gobernador, y en 2013 y 2015 estuvo a muy pocos votos de ingresar como diputado. A fines de ese año fue expulsado del SEOM por defender a sus compañeros como delegado de base. En 2017, con más de 63.000 votos, ingresó junto a Natalia Morales y Eduardo Hernández como diputado provincial. Fue la primera vez que diputados del pueblo trabajador y la izquierda trotskista conquistaban un puesto de lucha en el parlamento jujeño.

La instrumentalización de la cultura y el ser kolla

Para las y los socialistas revolucionarios, que buscamos la destrucción del Estado capitalista para reemplazarlo por un nuevo tipo de Estado, obrero y campesino, es de gran importancia pelear por la abolición de toda forma de opresión, ya sea étnica, de género o identitaria. Peleamos por la autodeterminación de los pueblos originarios, por el reconocimiento y valoración de sus diferentes formas de expresión cultural y por la restitución de sus territorios que les han sido arrebatados sistemáticamente a lo largo de más de quinientos años.

La cuestión étnica ha sido y sigue siendo un caballito de batalla para ganar votos y la aceptación de sectores oprimidos y explotados de la sociedad. Esta es la manera como Evo Morales, Alejandro Toledo en el Perú y Yaku Pérez en el Ecuador, han sabido capitalizar e instrumentalizar nuestra cultura y las demandas de los pueblos originarios a favor de los intereses de los grandes capitales extranjeros, los agroindustriales y las burguesías nacionales.

En el caso de Evo Morales, quien asumió su primer mandato en la ciudadela de Tiwanaku -Toledo lo hizo en su momento en Machupicchu- no podemos negar que durante su Gobierno se avanzó en un conjunto de reformas constitucionales e institucionales, como las autonomías territoriales indígenas, la titulación de tierras priorizando a las mujeres en este derecho propietario, la inclusión de 36 lenguas en el estatus de “idiomas oficiales”, la ley contra el racismo, la institucionalización del pluralismo jurídico mediante la incorporación de la jurisdicción indígena, originaria, campesina, el respeto a los usos y costumbres de los pueblos originarios en la elección y nominación de sus autoridades tanto locales como para la Asamblea Legislativa Plurinacional y otras. Sin embargo, resultó un fracaso la resolución de estas demandas democráticas estructurales sin avanzar en la destrucción del Estado capitalista del cual ha sido garante, mediante sus aparatos represivos, de la estructuración clasista y racial de la sociedad boliviana y que puso de manifiesto la avanzada derechista que culminó en el golpe cívico, policial, militar y clerical en el 2019.

Eduardo Molina señalaba que el “secreto de su estilo de “liderazgo” (de Evo Morales N.d.R) radica en utilizar la popularidad y ascendiente personal, como caudillo de masas, indígena y salido de las filas del movimiento cocalero, para arbitrar entre las clases nacionales y negociar con el imperialismo, aprovechando una base económica favorable y una fortaleza política que le permitió bastante “juego”. Por un lado, conteniendo las aspiraciones populares y “pasivizando” al movimiento de masas apoyándose en la cooptación de los sindicatos y movimientos sociales. Por otro, mientras preserva la gran propiedad privada de la tierra, las minas, fábricas y bancos, regatea y pacta con el empresariado, los terratenientes y el capital extranjero buscando ampliar el cauce de un mayor desarrollo capitalista nacional.

En este sentido, pelear por las demandas de los pueblos originarios como pretende Evo Morales y el MAS, no pasa por folklorizar las costumbres y saberes ancestrales ni mucho menos por asimilarlos dentro los sectores de la clase dominante como una condición para mejorar su situación de vida mediante el ascenso social y económico. No es lo mismo ser coya, quechua o guaraní desde una condición de clase explotada y racializada, que coya que explota a su gente y hace negocios al gran estilo del empresariado boliviano, como las capas altas y la burguesía de origen indígena o popular que prefirieron mantener el orden y la “paz social” colaborando con los golpistas antes que contribuir a la movilización y a la resistencia al golpe; con lo cual se evidencia que, si bien la lucha de los pueblos originarios se expresa contra el problema “racial”, la esencia de sus luchas y su resistencia tiene un carácter de clase.

Pelear por las demandas de los pueblos originarios tampoco pasa por invertir la pirámide social como proponía Felipe Quispe el Mallku: los indios arriba y los blancos y mestizos abajo. Si bien el Mallku -contrariamente a muchos “izquierdistas”, indianistas e indigenistas- supo mantener una posición combativa y coherente con sus principios, y que lo ubicó del lado de los sectores populares más humildes y empobrecidos del campo y de la ciudad; tuvo una concepción que rechazaba la lucha de clases, por lo mismo, su discurso ideológico estuvo cargado de contradicciones y límites que ponía en primera línea las diferencias étnicas y raciales, pero separadas de las posiciones de clase. Felipe Quispe no pudo abandonar esta y otras contradicciones políticas como cuando participó del partido electoral “Jallalla”.

Pelear por las demandas de los pueblos originarios tampoco pasa por asumir posiciones ahistóricas y eclécticas como la de sectores indigenistas e indianistas que pretenden volver a una Bolivia originaria y autóctona, y en la que aspiran enarbolar la bandera de la restitución del poder y la reconstrucción del Tawantinsuyu como expresión de una profunda descolonización pero sin afectar las bases materiales de este sistema. Es decir, sin destruir el Estado capitalista como producto y expresión de dominación de clases e instrumento de opresión y explotación de la clase trabajadora, campesinos, indígenas y el pueblo empobrecido.

Pelear por las demandas de los pueblos originarios tampoco pasa por devaluar la importancia de estas reivindicaciones democrático estructurales referidas a los pueblos originarios, como lo hace el POR (Partido Obrero Revolucionario) y diversas organizaciones de izquierda. La negativa a ver la existencia de naciones y pueblos oprimidos que ven amenazadas sus conquistas -aunque formales, tienen una enorme significación simbólica- no solamente expresa la absoluta incomprensión de cómo puede construirse la alianza obrera y campesina para pensar la revolución socialista, ya que sin esas masas indígenas y campesinas no habría alianza obrera campesina y, por lo tanto, tampoco revolución, sino que también representa un problema estratégico fundamental.

Desde la LOR-CI, organización hermana del PTS y que impulsa la Izquierda Diario en Bolivia, manifestamos que solamente se podrá dar respuesta a las demandas de los pueblos originarios con la alianza, movilización y autoorganización de los y las trabajadoras, campesinos, indígenas y el pueblo empobrecido, con la construcción de un partido revolucionario con hegemonía obrera y con un programa revolucionario para vencer, y que al calor de las luchas se instaure una sociedad socialista fundada en la cooperación de los productores libres, estableciendo nuevas relaciones sociales y culturales, sin explotados ni explotación, sin oprimidos ni opresión.

La alianza entre los diversos trabajadores y trabajadoras del campo y la ciudad tiene una dimensión estratégica, ya que sin la misma es imposible construir los volúmenes de fuerza suficientes para vencer la resistencia de la burguesía capitalista y sus instituciones. Esta alianza es inconcebible sin que las y los trabajadores asalariados hagan suyas estas demandas de carácter nacional e identitario de los pueblos originarios. Es insostenible la transformación de la clase obrera en un sujeto político independiente si las reivindicaciones de naturaleza identitaria y que tienen una fuerte carga simbólica y un poder de movilización no las toman en sus manos.

Todo esto es justamente lo que ha demostrado Alejandro Vilca con el PTS en el FIT-U. Quienes votaron por él lo hicieron sobre la base de reconocer en él un aliado de clase que pone su espacio en el parlamento al servicio de la lucha de las y los trabajadores y de los sectores populares que han venido peleando por sus derechos, a la salud, a la vivienda, etc. La candidatura de Alejando Vilca, un obrero de la recolección de origen koya y de una familia humilde es un valioso punto de apoyo porque representa que sí es posible avanzar, con independencia de clase, en organizarse junto con los sectores más explotados y oprimidos mostrando que una política propia, de las y los de abajo, y contra los ajustes capitalistas es posible. Lejos de ser una romantización o instrumentalización de su origen étnico o color de piel, Alejandro nos muestra que las y los trabajadores podemos organizarnos para tomar las riendas de nuestros destinos en nuestras manos.