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Red Internacional
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Crisis Migratoria. Alemania: deportaciones exprés por “zonas de tránsito”

Más rápido, más inhumano. De eso se trata la modificación a las leyes de asilo en Alemania. Pero aún hay más. Las deportaciones deberán acelerarse aún más con la instalación de “zonas de tránsito” cerca de las fronteras.

Martes 27 de octubre de 2015

Refugiados esperan a las puertas de un centro de acogida cerca de Wegscheid (Alemania), 27 de octubre, Foto: EFE/Armin Weigel

La nueva y más restrictiva ley de asilo se votó de urgencia a mediados de octubre y entró en vigor el pasado sábado, una semana antes de previsto. En total fue la cuarta (!) modificación de carácter restrictivo dentro de los últimos 13 meses.
Como el año pasado, se extendió la lista de “países terceros seguros”, se incrementó el tiempo que los refugiados deben permanecer en las instalaciones de primera admisión de refugiados, se remplazarán las ayudas financieras por ayudas en especie y se acelerarán las deportaciones. Pero este último punto se presta a más debates dentro de la Gran Coalición de gobierno. Están discutiendo cómo deportar aún más rápidamente a los refugiados.

¿Introducción de “zonas de tránsito”?

Para acelerar los procedimientos de asilo más allá de lo previsto por la nueva ley, se propone ahora introducir “zonas de tránsito” para refugiados. Es decir, la creación de instalaciones cerca de las fronteras en las que la gente debe quedarse hasta finalizar los trámites de asilo.
En los hechos eso significaría detenciones en masa en las fronteras y la creación de campos de internamiento. El dirigente de la conservadora Unión Cristiana Social (CSU), Horst Seehofer, no disimula en lo mínimo cuál es el objetivo: “Quienes vienen de los Balcanes, quien viene de países seguros, pasa a la zona de tránsito – se examina en uno, dos días – y vuelve a su país.” Hasta ahora, los trámites de asilo tardan varios meses. Reducir este periodo a pocos días socava aún más las leyes ya enormemente limitadas de asilo para refugiados de los países balcánicos.
El modelo para esa propuesta es el denominado “procedimiento en terminales de aeropuerto” que se practica en los aeropuertos alemanes. Si se considera una solicitud de asilo como “evidentemente injustificada”, se puede mandar de vuelta a la gente directamente en el mismo día y hasta entonces se las detiene en cárceles de deportación en los aeropuertos instaladas explícitamente para eso.

Disputa con la socialdemocracia

El partido socialdemócrata SPD rechazó esta propuesta en un primer momento. Semejantes “zonas de tránsito” significarían formalmente encarcelar a los refugiados hasta examinar sus solicitudes. No se establecerían semejantes “centros de reclusión de masas” con el SPD. En su lugar, serían necesarias instancias gubernamentales que rápidamente decidan sobre solicitudes “evidentemente injustificadas” para poder mandar de vuelta a esas personas.
Sin embargo, este fin de semana se llegó a un acuerdo sobre las “zonas de tránsito”, más allá de que sigue en disputa su nombre. El ministro del interior de la provincia de Renania del Norte-Westfalia, Ralf Jäger del SPD, las denominó cínicamente como “centros de viaje”. Lo que está claro es que más allá de la denominación, están de acuerdo con su contenido fundamental. Las deportaciones deben ser posibles más rápidamente. Lo que pretende el SPD es evidente: deportaciones “con rostro humano”. Pero en este u otro caso, las consecuencias son las mismas: miseria, tortura y desolación para los deportados.

Presión por parte de la CSU

La CSU se movilizó en las últimas semanas en contra del rumbo del gobierno de la canciller Merkel. Varios políticos de la CSU advirtieron contra la “desintegración de la Unión Conservadora”. Efectivamente, están bajando en las encuestas. Estas cifras más bajas son expresión de la polarización fuerte de las últimas semanas. En consecuencia, Markus Söder de la CSU remarcó en el espíritu de Franz-Josef Strauß*: “Si fallamos en ese caso, la [populista de derecha] ’Alternativa para Alemania’ y otros se establecerán permanentemente. Nadie puede querer eso. Por eso la CDU y la CSU deben acercarse de nuevo.” Esa afirmación deja en evidencia la presión que siente la CSU por la emergencia de la formación populista de derecha Alternativa por Alemania. Su propio electorado está descontento con el rumbo del gobierno. Consecuentemente, la CSU pretende llegar a ellos con campañas nacionalistas. La invitación oficial al presidente húngaro Viktor Orban por parte de Seehofer algunas semanas atrás es solo una expresión de eso.

Zigzags en la cuestión de los refugiados

El rumbo del gobierno no fue uniforme en los últimos meses. Abogando por una “cultura de la bienvenida” durante el verano, donde incluso llegó a suspender la convención de Dublín para refugiados sirios, bajo la presión de la llegada de decenas de miles de refugiados y de la opinión pública, esta política hoy es fuertemente cuestionada por parte de la CSU y de gran parte de la CDU y el SPD. Habríamos llegado a los “límites de nuestras capacidades”, decía Sigmar Gabriel (SPD). Deberíamos limitar las cifras de los refugiados de guerras civiles, comunicó Seehofer.
Por su parte, las multinacionales alemanas se mostraron codiciosas frente a la expectativa de cientos de miles de trabajadores baratos del exterior y exigieron la suspensión del salario mínimo para los refugiados. Las patronales buscan beneficios de esta crisis, aun cuando sea en relativa contradicción con la acción de sus propios representantes políticos.

Unidad de refugiados y trabajadores

El endurecimiento de la ley de asilo divide a los refugiados aún más entre “refugiados económicos” y refugiados de guerra. Entonces, mientras que los refugiados provenientes de zonas de guerra deben ser integrados lo más rápido posible al mercado laboral y el sistema educativo alemán, a los refugiados de los países balcánicos se los priva aún más de sus derechos y los deportan aún más rápidamente. La Comisión Europea con Jean-Claude Juncker a su cabeza está de acuerdo con esa premisa, ya que “el cruce sin obstáculos de las fronteras es inaceptable.” Eso no quiere decir otra cosa que un aumento brutal de la represión.

El desafío es desarrollar un gran movimiento democrático en ligazón con el movimiento obrero para combatir esa perspectiva. Para ello, los sindicatos deben afiliar a los refugiados y darles la oportunidad de luchar juntos con sus compañeros contra los ataques a sus condiciones de vida y de trabajo. Solo así se puede superar la división racista dentro de la clase trabajadora. Un movimiento de este tipo debe defender la demanda de abrir todas las fronteras.

Solo así se puede evitar que los refugiados sean utilizados para bajar los salarios y que ellos mismos deban vivir y trabajar bajo condiciones miserables. Ya que mientras siguen amenazados por las deportaciones, están sujetos a la arbitrariedad del Estado alemán y de los capitalistas.

*Nota del traductor: Franz-Josef Strauß era un político de derecha y dirigente de la Unión Conservadora Social que en 1986 afirmó que “no debe haber un partido legitimado democráticamente a la derecha de la CSU”, disputando así un espacio de derecha populista en contra de nuevas variantes de derecha.