Brindamos en esta ocasión el artículo "¿Es posible hacer una revolución o una contrarrevolución en una fecha fija?", publicado en Los primeros 5 años de la Internacional Comunista.
Viernes 30 de octubre de 2020 23:58
Ilustración: Ana Laura Caruso
Trotsky escribió este artículo en Pravda el 23 de septiembre de 1923 a propósito de la discusión sobre la insurrección en Alemania.
Para situarnos, haremos un breve pantallazo de los acontecimientos de 1923 –el "año terrible", el "año inhumano" según define el historiador Pierre Broué– que fueron precipitando una situación revolucionaria y adelantaremos algunos contenidos del tomo 2 de Revolución en Alemania, que será publicado en noviembre de este año.
En primer lugar, en enero se produce la invasión francesa y belga a la cuenca del Ruhr. Esta región, rica en carbón y hierro, era una reserva estratégica para la riqueza de los países. Poincaré, en ese momento primer ministro de Francia, ocupa la región usando como excusa el pago de reparaciones de guerra dispuesto en el Tratado de Versalles. Alemania tenía que soportar esa pesada carga como resultado de su derrota. Como consecuencia de ello el gobierno de Ebert llama a una "resistencia pasiva". Esto desemboca en grandes huelgas, en especial ferroviarias, manifestaciones y sabotajes, muertos y heridos. Además, alimenta una campaña nacionalista que da rienda suelta a las fuerzas de la derecha, que crece con Adolf Hitler y los nacionalsocialistas. Comienza a perfilarse un enfrentamiento entre revolución y contrarrevolución.
En segundo lugar, la inflación es galopante. Se acelera la caída del salario real, la pequeñoburguesía está arruinada, la desocupación crece. La inflación, que nivela hacia abajo las condiciones de vida de los trabajadores, aniquila la aristocracia obrera, reduce a trabajadores calificados con mejor salario al nivel de peones. Ante esta situación, el sindicalismo es impotente, los convenios colectivos son irrisorios.
El Partido Comunista alemán (KPD) crece no solo en número sino en organización: aumentan sus miembros dentro de la juventud, la tirada de sus periódicos y las "fracciones comunistas" dentro de los sindicatos reformistas. El movimiento de los consejos de fábrica se desarrolla a un ritmo muy rápido durante 1923, favorecido tanto por la acción militante de los comunistas como por la descomposición y la parálisis de los sindicatos reformistas. Son organismos muy flexibles, dirigidos por obreros de fábrica, sin “rentados”, más cercanos a la vieja tradición socialdemócrata de delegados de base que a los funcionarios del aparato sindical que combinan tareas tradicionalmente reservadas a los sindicatos con otras más propiamente políticas. También estos consejos de fábrica dirigidos por los comunistas van a crear comités de control para fiscalizar los precios de los alimentos y de los alquileres y combatir la especulación. Por último, se forman las Centurias Proletarias en todo el país. La necesidad de armamento del proletariado, que estuvo presente desde 1918, como consecuencia concreta de respuesta a la invasión del Ruhr se pone a la orden del día. Todas estas políticas llevadas adelante por el KPD eran pensadas en frente único en los sindicatos y con el ala izquierda de la socialdemocracia.
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La preparación de la insurrección
Desde junio se intensifican las huelgas y manifestaciones hasta que en agosto el gobierno de Cuno cae. El 8 se reúne el Parlamento mientras masivas manifestaciones obreras reclaman su renuncia. El 11 de agosto se lanza la huelga general, con choques con la policía en distintas ciudades y el resultado de 30 muertos. El 12 se forma el gobierno de Stresemann, conocido como la "gran coalición". El 15 se levanta la huelga que recorrió todo el país. Esta tomó por sorpresa a los dirigentes soviéticos, pero también a los del KPD porque la reacción obrera que tiró abajo el gobierno indicaba que la situación estaba mucho más madura de lo que pensaban.
El buró político del partido ruso se reúne el 23 de agosto y toma la decisión de impulsar la insurrección en Alemania. Durante semanas se debate en Moscú su organización. La comisión alemana del Ejecutivo de la IC (Kuusinen y Radek), los dirigentes alemanes de las dos tendencias del partido alemán (una de derecha dirigida por Brandler y otra de izquierda encabezada por Ruth Fischer) y los dirigentes rusos Trotsky y Zinoviev se dedican a analizar la situación alemana, a definir las consignas y a realizar los preparativos técnicos. En esas discusiones surgen diferencias en torno a si hay que formar soviets previamente a la insurrección, que era la opinión de Zinoviev, o si los consejos de fábrica jugarán el rol de los soviets en la insurrección, que era lo que pensaban Trotsky y Brandler.
Esta última es la resolución que se impone. Pero Brandler, apoyado por Radek, no está de acuerdo en que se fije una fecha para la insurrección. La izquierda alemana, Zinoviev y Trotsky insisten en esto. Este último plantea elegir la fecha simbólica del 7 de noviembre, que da un plazo razonable para la preparación y coincide con la prestigiosa fecha de la insurrección de Octubre en Rusia. Finalmente Brandler propone que la definición la hagan los dirigentes alemanes en el momento en que consideren atacar con el menor riesgo de errores.
En el artículo que ponemos a disposición Trotsky fundamenta la necesidad de fijar una fecha específica. Recuerda que las contrarrevoluciones de ese momento, como el golpe de Estado de Mussolini en Italia, el golpe de Zankov en Bulgaria o el pronunciamiento español, se produjeron en una fecha establecida por sus jefes, en el marco de una coyuntura favorable para ellos. Y esto se aplica mucho más para una revolución proletaria: " El Partido Comunista no puede tener una actitud de espera ante el creciente movimiento revolucionario del proletariado. Hacerlo es adaptarse al punto de vista del menchevismo. Los mencheviques tratan de ponerle freno a la revolución mientras está en proceso de desarrollo, explotan sus éxitos ni bien consigue sus primeras victorias y se esfuerzan tanto como pueden en impedir su triunfo. El Partido Comunista no puede tomar el poder ubicándose al margen del movimiento revolucionario, sino solo mediante una dirección política, organizativa y técnico-militar directa e inmediata de las masas revolucionarias, tanto en el período de preparación lenta como en el momento decisivo del derrocamiento. Por esta razón, precisamente, el Partido Comunista no puede utilizar la ley liberal según la cual las revoluciones ocurren pero jamás se hacen y, por lo tanto, no se pueden fijar para una fecha específica. Desde el punto de vista del espectador, la ley es correcta, pero desde el punto de vista de los dirigentes es una simpleza y una vulgaridad… Imaginemos un país en el que las condiciones políticas de la revolución proletaria están bien maduras o madurando día a día en forma obvia y evidente. Bajo tales circunstancias, ¿cuál debería ser la actitud del Partido Comunista frente al problema de la insurrección y de ponerle fecha?... Si el país está atravesando una profunda crisis social, si las contradicciones se agravan al extremo y las masas trabajadoras están en constante fermento; si el partido se apoya en la indiscutible mayoría de trabajadores y, en consecuencia, en todos los elementos más activos, con más consciencia de clase, los más sacrificados, entonces la tarea a la que se enfrenta el partido (la única posible bajo esas circunstancias) es fijar el momento preciso en el futuro inmediato, momento en el que la situación revolucionaria favorable no pueda volverse abruptamente en nuestra contra, y entonces concentrar todos nuestros esfuerzos en la preparación del golpe, subordinar toda la política y la organización al objetivo militar en vistas, para asestar ese golpe con la máxima potencia". El artículo además recorre concretamente lo sucedido en la Revolución de Octubre como ejemplo de la intervención del Partido Bolchevique.
La insurrección fallida
A fines de septiembre se define la entrada del KPD en los gobiernos socialdemócratas de izquierda de Sajonia y de Turingia. El 10 de octubre se conforma el gobierno obrero con representantes comunistas en Sajonia y el 13 de octubre los comunistas ingresan en el gobierno de Turingia. La estrategia consiste en utilizar esa posición para armar a la clase obrera y preparar la insurrección. El 18 de octubre, el gobierno de Stresemann decide movilizar al ejército contra Sajonia y Turingia. El KPD realiza preparativos militares frenéticos, calcula en 60.000 el número de integrantes de las Centurias Proletarias en Sajonia.
El plan de acción de la insurrección incluye que en una Conferencia Nacional de Consejos de fábrica, que se reúne el 21 de octubre en Chemnitz, se vote una huelga general a realizarse el 23 de octubre. En esa Conferencia, Brandler dice que la Sajonia obrera amenazada debe llamar a todos los proletarios alemanes en su ayuda y mociona la huelga general en defensa de los gobiernos obreros de Sajonia y Turingia. El ministro de Trabajo del gobierno sajón, Georg Graupe, socialdemócrata de izquierda, plantea que Sajonia ya tiene su “gobierno de defensa obrera y republicana” que hay que defender, en el que participan los comunistas, y solo ese gobierno es el que debe adoptar los medios de acción a definir. Mociona que se retire la propuesta de Brandler y amenaza con retirarse de la Conferencia con todos los que responden a su corriente si se impone la huelga. Brandler cede a este planteo y retira su moción. El plan insurreccional naufraga estrepitosamente. Solamente salen a la lucha los comunistas de Hamburgo, a quienes la dirección del KPD no llegó a avisar de la retirada, y son reprimidos ferozmente.
Así, el plan construido en torno a la "Sajonia roja" se hundió en pocos días y con él las esperanzas de victoria de la revolución proletaria en Alemania en octubre de 1923.