El viejo operador político socialista y exvicepresidente del Gobierno le achaca Sánchez que no quiera abstenerse para investir a Rajoy ni ir a nuevas elecciones. Hay que elegir entre “lo uno o lo otro”, dijo este martes a la prensa.
Martes 12 de julio de 2016
Alfonso Guerra no ha dejado nunca de operar en la política española. Vicepresidente del Gobierno durante el mandato de Felipe González, entre 1982 y 1991, y tristemente famoso por su frase “cambio 10.000 militantes por diez minutos de televisión”, ha salido al ruedo este martes para intentar influir en las negociaciones de gobierno.
Para el viejo operador del PSOE, resulta "contradictoria" la posición de su propio partido de negarse a facilitar la investidura de Rajoy mediante la abstención y a la vez no propiciar nuevas elecciones.
Ante la posibilidad de que el PSOE tenga que decidir si permite un nuevo gobierno de Rajoy o se va a una nueva cita con las urnas, Guerra sostiene que hay que decidir: “o lo uno o lo otro”.
Mano derecha de Felipe González desde hace más de tres décadas, son conocidas las inclinaciones de Guerra hacia un pacto con el PP, e incluso si hiciera falta, una “gran coalición” para salvar al Régimen, como tantas veces ha dicho su jefe. Aunque su posición esta vez ha sido políticamente más sutil.
Lo que sí ha alertado Guerra es contra cualquier intento de negociar la formación de gobierno con Podemos y mucho menos si hay partidos soberanistas en esa "coctelera". "Fue mucho más viable formar un gobierno tras el 20-D y hubo un partido que lo negó, no lo quiso hacer y ahora está llorando para que se haga con peores condiciones numéricas", dijo Guerra, cargando sobre Podemos -como lo viene haciendo Sánchez- la responsabilidad del escenario actual.
El viejo dirigente socialista ha recordado también que él había vaticinado la posibilidad de nuevas elecciones tras el 26J, puesto que “todos los partidos se encuentran en una posición bastante intolerante respecto del resto”.
Las presiones sobre el PSOE -tanto por el PP, Podemos como el propio PSOE internamente- no son pocas. Desde el establishment se presiona a Sánchez ante el espantajo que significarían unas terceras elecciones y la profundización de la crisis que esto provocaría en el Régimen. Por otro lado, Podemos mantiene su presión, al menos en el terreno discursivo, con el único objetivo de ocupar el espacio político del PSOE.
A pesar de esto, la aritmética parlamentaria no impide a priori que pueda salir un gobierno del PP. Ahora bien, nos encontraríamos ante un gobierno con poca legitimidad social y política. Por ello, todas las posibilidades están aún sobre la mesa, sin descartarse incluso otras “recetas” ya inventadas y puestas en práctica, como el “tamayazo”. Sea cual sea el resultado y las maniobras para conseguirlo, la “temida” pasokización para el PSOE aún no está descartada.