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Red Internacional
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OPINIÓN. Alperovich habló y pateó el tablero del peronismo tucumano

El senador blanqueó su distanciamiento con el vicegobernador Jaldo y afirmó en relación a 2019 que “si quiero ser candidato a gobernador lo seré”.

Maximiliano Olivera @maxiolivera77

Viernes 29 de junio de 2018

En una entrevista rica en definiciones, el senador José Alperovich agitó el avispero peronista de cara a 2019. En diálogo con La Gaceta, el ex gobernador se refirió a las elecciones provinciales donde la actual fórmula de gobierno integrada por Juan Manzur y Osvaldo Jaldo puede ir por la reelección. “El año que viene puede ser candidato a gobernador Jaldo, puede ser Manzur o Alperovich. Si quiero ser y Manzur quiere ser, podemos ser los dos. Él irá por un lado y yo por otro. Si es que decido salir”, sostuvo y para que no queden dudas remató: “Si yo quiero ser candidato a gobernador, lo voy a ser. No me va a prohibir nadie que no lo sea, al contrario”.

Entre las definiciones más importantes está la de un distanciamiento con el vicegobernador. “No tengo relación con Jaldo. Yo no me peleé con él, pero él se peleó conmigo. No tengo relación hace como un año”, afirmó en un mano a mano con la periodista Gabriela Baigorrí. "Son sus actitudes lo que me llevó a no tener relación. No tuve una pelea y tampoco quiero tenerla, pero hace un año que no tengo relación", se explayó el ex mandatario.

Para dejar en claro que el distanciamiento político es con Jaldo, dedicó algunas frases a su relación con el gobernador. “Vamos a apoyarlo a Juan y vamos a seguir trabajando. No voy a traicionarlo nunca a Juan, somos amigos. Puedo mirar a los ojos a todo el mundo tranquilo. Nunca he traicionado, nunca he mentido. Puedo tener defectos, sí; pero puedo mirar de frente a todo el mundo”, afirmó.

Algunas de los dichos más sobresalientes que dejó Alperovich fueron también contra lo que sucede en la Legislatura, como un tiro por elevación a Jaldo. En torno a la reforma política que se debate en la cámara las apreciaciones del senador fueron propias de las de un opositor. "Eliminar partidos comunales es nada. Eso es para chamuyar a la sociedad. La verdadera reforma política, si se quiere hacer, es eliminar los acoples e implementar el voto electrónico", planteó en un desafío a la iniciativa oficialista que coordina Jaldo. El vicegobernador ha llevado la voz cantante en la negativa a una reforma constitucional para eliminar los acoples y sosteniendo que con la eliminación de los partidos municipales y comunales (unas 700 fuerzas) es suficiente, junto a una negativa al voto electrónico.

Esta definición del ex gobernador fue acompañada por un poco creíble mea culpa sobre la implementación del régimen de acoples durante su mandato. “Fui uno de los que impulsó la reforma constitucional con el acople (en 2006) y me equivoqué mal”, planteó.

Un largo y sinuoso camino hasta 2019

El peso de las palabras del Alperovich suman un nuevo movimiento en la guerra fría peronista tucumana de cara a las elecciones provinciales del próximo año. Tres nombres con poder disputando el sillón de Lucas Córdoba pero también disputando el esquema de poder del PJ, donde el ascenso de uno implica la condena de otro.

Aunque parezca risueño, la interna peronista tuvo una primera cristalización en dos cumpleaños de abril. Primero fue el festejo de los 63 años de Alperovich, donde se mostró rodeado de un grupo fiel que incluye a pocos funcionarios, legisladores e intendentes y más bien aglutina a un grupo de “exs”. La respuesta vino con los 60 años de Jaldo, quien se aferró a su poderío territorial en el interior. Manzur, un invitado en común.

Desde entonces cada movimiento de uno de los integrantes del tridente del peronismo tucumano es interpretado como un mensaje al resto. Cesantías en la Legislatura, cambios de funcionarios, votos en el Senado, viajes y algunas fotografías. Entonces, la aparición de Alperovich distendido en una entrevista se inscribe en esta serie de movimientos, algunos calculados, otros intempestivos.

El mensaje general hacia el peronismo es tajante: son tiempos de comenzar a alinearse en un bando. Alperovich elige a Jaldo como polarizador para avanzar en un recuento globular de fuerzas. Una afrenta directa a Manzur sería declarar temprano una guerra que nadie está muy decidido a dar. El tranqueño además es una figura clave en la disputa por el poder territorial, ese que hace ganar elecciones.

Pero los mensajes también van hacia a Manzur. “Yo lo puse de gobernador, ¿cómo no lo voy a ayudar? ¿Cómo no voy a querer que le vaya bien? En lo que pueda voy a estar”, sostuvo. Un respaldo condicionado, ¿acaso quiso decir que así como lo puso lo puede sacar?

Aunque se excusa de hablar de candidaturas por la supuesta lejanía de los comicios, Alperovich admite que tiene encuestas. Los comentarios, intencionados y todo, señalan que el ex gobernador tiene un importante piso en la intención de votos, mucho más de lo que a sus adversarios les gustaría. En esa aproximación al tercio de votantes que no lo votaría nunca, hay un número similar que lo votaría y que el senador apuesta a que sea su piso.

Por su lado, Manzur no puede esquivar el convite y debe manifestar sus intenciones de repetir para no quedarse sin voluntades por falta de ambición cuando todavía le queda más de un año y medio para terminar su mandato. En ese esquema de “Manzur-Jaldo 2019” —que ya tiene a sus apologéticos en los medios y en las paredes— el vicegobernador se beneficia acumulando poder desde la Legislatura a la espera de nuevas cartas. Como un problema secundario queda la capital, donde Germán Alfaro hace de las suyas con el ala del peronismo integrada a Cambiemos.

“Podemos ser los dos. Él irá por un lado y yo por otro”. La frase de Alperovich da en la incógnita que envuelve a propios y ajenos: si la sangre llegará al río. Con la llegada de los tiempos del macrismo, el peronismo tucumano se movió entre el apoyo a las grandes políticas de Cambiemos y la retórica opositora para no perder espacio. Un contundente triunfo en 2015 le dio una fortaleza política que sobresalió en un peronismo nacional golpeado. Pero en ese triunfo se incubó la confusión de quién detenta el poder local (“la victoria confunde; la derrota educa”, decía un teórico de la estrategia militar), algo sintomático para un movimiento verticalista. Cuesta imaginar una interna del poder que gobernó la provincia desde 2003 y muchos ya lo consideran como una guerra fraticida. Entonces, las palabras de Alperovich puede también ser leídas como un bluff a la espera del próximo movimiento de cartas.