"No es fuego es el capitalismo" es la consigna que ha levantado un sector importante de la juventud en referencia a la catástrofe ambiental que azota al pulmón del globo. ¿Quiénes son los responsables?
Viernes 23 de agosto de 2019 03:10
“No es fuego, es capitalismo” es la consigna que ha levantado un sector importante de la juventud en referencia a la catástrofe ambiental que azota al pulmón del globo y que no ha dejado a nadie indiferente. Y es que las imágenes reveladas por la NASA son impactantes. En estas se muestra la magnitud del territorio afectado por los mega-incendios que se estima alcanza las 600.000 hectáreas en 17 días, solo en Brasil, aumentando en un 80% respecto al año pasado en esta misma fecha.
Pulmón del globo
El Amazonas a menudo se conoce como los pulmones del planeta ya que se estima que produce el 20% del oxígeno en la atmósfera de la Tierra, además de participar activamente en el proceso de descarbonización de la atmósfera, lo que impacta sobre el ciclo del carbono. Así como también en el ciclo hídrico en América Latina, esto ya que las plantas absorben agua por sus raíces, la que viaja hasta las copas y por el proceso de transpiración llega a la atmósfera en su fase gaseosa, y si consideramos las millones de hectáreas que hacen este proceso, nos podremos imaginar “el río” que se genera sobre la selva.
Este río se desplaza en forma de sistemas frontales hacia los países del sur arrastrando con las lluvias el CO2 atmosférico -principal gas de efecto invernadero asociado al calentamiento global- al suelo, descarbonizando el aire y permitiendo la fijación del carbono en los suelos, alimentando los ríos entre otros aspectos claves.
El Amazonas así se estimaba que tenía aproximadamente la mitad del tamaño de Estados Unidos: es la selva tropical más grande del planeta, y no sabemos cuáles serán las repercusiones que tendrá esto, con mega-incendios que implican un salto en la destrucción de la Amazonia, liberando enormes masas de dióxido de carbono.
Con resultados catastróficos se están cumpliendo las promesas de Bolsonaro
Bolsonaro hizo promesas de campaña para restaurar la economía explorando el potencial económico de la Amazonía, criticando a las advertencias de deforestación de la agencia como dañinas para las negociaciones comerciales.
El director del Instituto de Investigación Espacial (INPE), que vigila de forma satelital el Amazonas, fue despedido después de una disputa con el Presidente; el director defendió los datos satelitales que mostraban que la deforestación era un 88% más alta en junio que el año anterior, y Bolsonaro calificó los hallazgos de “mentiras”.
En referencia a las causas, el ultraderechista Jair Bolsonaro declara descaradamente que se debe a la temporada seca y culpa de los incendios a las ONG ambientalistas, a quienes viene persiguiendo y reduciendo su financiamiento, como alguna suerte de venganza contra su gobierno.
Por su parte el ministro de Medio Ambiente de Brasil, Ricardo Salles, tuiteó el miércoles que los incendios fueron causados por el clima seco, el viento y el calor. Pero el meteorólogo de CNN, Haley Brink, dijo que los incendios son “definitivamente inducidos por el hombre” y no pueden atribuirse a causas naturales como los rayos.
A esto se suman las afirmaciones de Adriane Muelbert, ecóloga que ha estudiado el papel que desempeña la deforestación del Amazonas en el cambio climático: “En los años anteriores, [los incendios forestales] estaban muy vinculados a la ausencia de lluvia, pero este ha sido un año bastante húmedo”, afirma añadiendo que “esto nos lleva a pensar que estos son incendios provocados por la deforestación”.
Así también lo afirma Paulo Moutinho, investigador del IPAM, un organismo de investigación amazónico explica que el alarmante aumento de incendios en la Amazonía se debe al aumento de la deforestación.
En la misma tónica, un estudio de la NASA revela que la Amazonía brasileña perdió el equivalente a Alemania producto de la deforestación entre 2000 y 2017. Es que se trata de un política que, si bien, es profundizada por el gobierno de Bolsonaro, también hay responsabilidad de los gobiernos del PT (Lula Da Silva – Dilma Rousseff), ya que es parte estructural del desarrollo capitalista de Brasil la depredación de los recursos naturales.
Agro-negocio, minería, deforestación: El capitalismo
La deforestación genera pérdida de humedad de los suelos y permite que el fuego se propague rápidamente, como si fuese rociado por bencina. Esta causa encuentra asidero en la necesidad de encontrar nuevos nichos de acumulación de recursos naturales como, por ejemplo, para incentivar la extracción de madera e incentivar la producción de la industria maderera, la exportación de minerales, el agro-negocio con extensas plantaciones de soja, entre otros, y aquí el papel de Bolsonaro es criminal así como la subordinación de Brasil al imperialismo.
La deforestación ligada al agro-negocio no es casual. Esta ha cumplido un rol crucial con las “quemas controladas” que muchas veces quedan fuera de control, las cuales se han realizado bajo prácticas que utilizan los agricultores con el incendio provocado para limpiar terrenos para cultivar soja.
El Amazona no es solo un pulmón mundial para la naturaleza, sino también una fuente de acumulación de riqueza para las grandes compañías capitalistas que ocupan esta como fuente de insumos.
Así, por ejemplo, la producción de carne y soja, que viene en constante aumento, es a su vez una fuente fundamental de la deforestación. Empresas multinacionales ligadas al imperialismo están devorando la Amazonia para plantar soja. Y la carne alimentada con esta soja (pollos, cerdos y vacas) termina en los estantes de los supermercados, norteamericanos, europeos (y ahora crecientemente chinos) y en los mostradores de empresas de comida rápida como Kentucky Fried Chicken y Mc Donald´s. En ese sentido, la norteamericana Cargill no oculta que está ayudando a establecer plantaciones de soja en la Amazonia y, junto a Archer Daniels Midland (AMD) y Bunge, controlan el 60% de la soja brasileña. Además, estas tres compañías juntas controlan más de tres cuartas partes de la trituración de soja en Europa.
Otro de los grandes problemas es la riqueza de minerales e hidrocarburos de esta zona. El 15% del bioma amazónico tenía concesiones mineras y contratos para la extracción de petróleo y gas. Adicional a esto, más de 800 concesiones mineras se otorgaron en áreas protegidas y, con 6.800 solicitudes a la espera, pendientes de aprobación.
Otra de las industrias que amenaza la existencia de la Amazonía son los proyectos de energía hidroeléctrica. En el 2016, la ONG alertó que en ese momento había unas 154 represas para la producción de energía y estaban planificadas para su construcción 227. En este sentido, "el aumento de las represas en la Amazonia amenaza el flujo natural de sus ríos, altera los ciclos naturales y pone en grave riesgo especies como los delfines y peces migratorios. El suministro de agua para las comunidades locales y el transporte de alimentos, también se ven afectados por cuenta de la producción de energía en la selva amazónica", asegura la ONG.
Así también son múltiples las marcas que en mayor o menor medida utilizan productos provenientes de la destrucción el Amazonas, sea en la cadena de distribución a proveedores de numerosas y reputadas marcas internacionales y prestigiosos minoristas, incluyendo una larga lista de grandes compañías capitalistas: Adidas, BMW, Carrefour, EuroStar, Ford, Honda, Gucci, IKEA, Kraft, Nike, Tesco, Toyota y Wal-Mart, entre otras. Y es que Latinoamérica, Brasil y particularmente el Amazonas es fuente de materias primas para el mundo, particularmente para la gran industria capitalista.
Así la guerra comercial entre EEUU y China también es un factor donde producto de los aranceles impuestos por Trump, China reemplazó las compras estadounidenses con las de Brasil. Como resultado, Brasil se ha convertido en el mayor exportador de soja a China, y al mundo. En 2018, el primer año de la guerra comercial, las exportaciones brasileñas a China crecieron un 35% en comparación con 2017.
Pongamos fin a la depredación de la Amazonia de Bolsonaro y los capitalistas
Carne, soja, minerales, energía, madera, son parte de los insumos y productos de la cadena de valor de grandes compañías, y también fuente de consumo para el planeta. El amazonas nutre al mundo con sus recursos, que se hoy se dan en el marco de la búsqueda de la ganancia y nuevos mercados por parte de los capitalistas.
Es la juventud quien ha venido expresando en movilizaciones contra la destrucción ambiental, así como las fuertes denuncias por parte de las comunidades originarias. Es necesario que estas fuerzas se unan a los trabajadores y amplios sectores populares, para enfrentar la destrucción del Amazonas. Para eso se necesita un programa y una estrategia anticapitalista que junto con la clase trabajadora pueda luchar por un futuro.
Es decir, un programa para terminar con la barbarie capitalista y conquistar un sistema de producción que ponga por delante las necesidades de los trabajadores, jóvenes las comunidades y del medio ambiente donde todos los avances de la técnica, la ciencia, así como las ganancias de la agroindustria, pasen a estar en función de una economía planificada; no de las ganancias de los capitalistas que destruyen el planeta tras sus intereses.
Es fundamental avanzar en esta lucha, pero no para conquistar un capitalismo reformado o su expresión verde, que ha mostrado ser una total ilusión, sino que para terminar con toda forma de explotación y opresión. Lo que es imposible de conquistar en los marcos del capitalismo actual, que solo busca la ganancia, poniendo el dinero por sobre la vida humana y de la naturaleza.