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#PASTILLAS. Ambrose Bierce: el escriba del diablo

Ambrose Bierce era conocido como "el amargo". Hijo de padres calvinistas puritanos, hermanos desquiciados, hermana misionera comida por caníbales en África, nuestro Ambrose decidió mandar a todos ellos a pasear...

Pablo Minini

Pablo Minini @MininiPablo

Viernes 12 de julio de 2019 20:50

Ambrose Bierce era conocido como "el amargo".

Hijo de padres calvinistas puritanos, hermanos desquiciados, hermana misionera comida por caníbales en África, nuestro Ambrose decidió mandar a todos ellos a pasear. Abjuró de la religión. Entró en una escuela militar y lo echaron porque prendió fuego un pabellón, quién sabe si a propósito. Peleó en la Guerra Civil y llegó a general. Lo hirieron y volvió. Cuando terminó la guerra se dedicó a escribir cuentos y en diarios. Le fue muy bien: su biografía dice que "lo persiguieron la fama y la riqueza", cuando a otros los persiguen la miseria y el anonimato. Uno de sus cuentos, El suceso de Owl Creek Bridge, es de los mejores de la literatura norteamericana y mundial. Tan bueno es el cuento que hasta Borges se vio en la obligación de plagiarlo. (Lean el cuento de Bierce y luego El milagro secreto, de Borges. Son lo mismo, pero en diferentes épocas y con diferentes sentidos). Escribió cuentos terribles sobre soldados, escribió el "Diccionario del Diablo", que bien podría titularse el "Diccionario de los empresarios, periódicos y gobernantes estadounidenses".

Fue empleado de W. R. Hearst, empresario de medios, magnate, lumpen con plata. Bierce era conocido por ser un provocador. En la tapa del diario de Hearst escribió un poema:

La bala que rasgó el pecho de Goebel

No se puede hallar por ningún lado en el oeste

La razón: está acelerando

Para llegar a la cabeza de McKinley.

(Perdón la traducción que no replica la música del poema, que tiene más forma de pregón de juglar).

Goebel era gobernador de Kentucky, asesinado a tiros. McKinley era presidente de EEUU, bajo cuyo gobierno los yanquis abiertamente pelearon por la expansión comercial. Anexionaron Hawai, se adueñaron de Cuba y cometieron un genocidio en Filipinas.

El poema no le causó ninguna gracia a Hearst, que quería que EEUU le declarara la guerra a España por territorios. Bierce le dijo a Hearst que era un criminal y un asesino. A Bierce lo echaron, España perdió y Hearst ganó plata.

(Dato de color: el poema se público en 1900; McKinley fue asesinado en 1901 a balazos. No, no fue Bierce: fue un anarquista llamado Czolgosz.)

Bierce fue haciéndose más huraño, anti belicista, anti norteamericano. En 1913 decidió pelear contra los yanquis y se escapó a México, a pelear junto a Pancho Villa. Tenía 72 años.

A un amigo le escribió antes de irse:

"Adiós. Si oyes que he sido colocado contra un muro de piedra mexicano y me han fusilado hasta convertirme en harapos, por favor, entiende que yo pienso que esa es una manera muy buena de salir de esta vida. Supera a la ancianidad, a la enfermedad, o a la caída por las escaleras de la bodega. Ser un gringo en México. ¡Ah, eso sí es eutanasia!"

En enero de 1914 se pierde su rastro.

Lean al bueno de Bierce. O no. Pero cualquier cuento escrito después de 1900 tiene algún rastro de él, lo reconozca o no su autor.

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