Ambientalistas del colectivo “Aquí no” pertenecientes al puerto de Topolobampo, Ahome, Sinaloa, denunciaron haber sido objeto de amenazas de muerte por parte de personajes que impulsan la puesta en marcha de una planta de amoníaco en las periferias de dicha comunidad.
Sábado 27 de marzo de 2021 17:36
El pasado jueves 25 de marzo ambientalistas del colectivo “Aquí no” pertenecientes al puerto de Topolobampo, Ahome, Sinaloa, denunciaron haber sido objeto de amenazas de muerte por parte de personajes que impulsan la puesta en marcha de una planta de amoníaco en las periferias de dicha comunidad.
La lucha contra este proyecto ecocida data del 2013, año en el cual Gas y Petroquímica de Occidente (GPO) llega al puerto de Topolobampo planteando la creación de un complejo petroquímico que se conforma en 3 etapas; la primera contempla la construcción de una planta de amoniaco para producir fertilizantes, la segunda consiste en la edificación de otra planta para producir urea y la tercera en materializar una planta productora de metanol.
Topolobampo se encuentra en las inmediaciones del Sistema lagunar Santa María – Topolobampo – Ohuira, el cual desde el 2 de febrero del año 2009 es designado como humedal de importancia internacional de acuerdo con la Convención Ramsar.
Dicha convención conforma un marco legal internacional que protege ecosistemas como este. En tanto tratado intergubernamental, fue formulado en la ciudad iraní de Ramsar, en 1971, entrando en vigor en distintos países a partir de 1975.
La cámara de senadores de nuestro país aprueba la adhesión de México a la convención en 1984, entrando en vigor a nivel nacional oficialmente el 4 de noviembre de 1986.
Además, contiguas al área del humedal se encuentran dos importantes centros ceremoniales (tradicionalmente denominados “ramadones” o “enramadas”) de la nación indígena Yoreme-Mayo: uno en la comunidad pesquera de Lázaro Cárdenas y el otro en Ohuira. Por esa razón la resistencia frente a la planta de amoniaco involucra no solo al colectivo “Aquí no”, sino también a pueblos Yoreme-Mayo, quienes han advertido las consecuencias tan graves que tendrá la implementación del proyecto ecocida en cuestión.
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En su estudio de riesgo GPO ha reconocido que de haber una fuga de 3.6”, los efectos serán mortales en un radio de 2 kilómetros a la redonda, a razón de la liberación de sustancias tóxicas; en caso de una ruptura más grande, el daño podrá abarcar hasta 15 kilómetros, alcanzando incontinenti al pueblo de Topolobampo y a los campos pesqueros Lázaro Cárdenas y Paredones, pero también a el Maviri y Ohuira.
GPO es una transnacional subsidiaria de la empresa suiza “Holding” y la alemana “Proman AG”. Estas empresas son apoyadas por políticos sinaloenses como los exgobernadores Francisco Labastida Ochoa (PRI) y Mario López Valdez (“Malova”, originalmente PRI pero luego adherido al PAN), así como del ex secretario de gobierno (en el sexenio de Malova) y hoy candidato de la alianza Morena-PAS a la alcaldía de Ahome, Gerardo Vargas Landeros
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En la denuncia pública que realizaron los ambientalistas, señalan que operadores de GPO les han hecho llegar mensajes en los cuales advierten que les ofrecerán dinero, pero de no doblegar su lucha contra la empresa, habrá plomo.
Esta no es la primera vez que quienes resisten contra la planta de amoníaco son objeto de agresiones o amenazas: el 16 de noviembre de 2020, el mencionado candidato del Morena-PAS a la alcaldía de Ahome, Gerardo Vargas, se topó con manifestantes de los pueblos Yoreme-Mayo e integrantes de “Aquí no” durante una protesta que estos se encontraban llevando a cabo en la autopista Los Mochis – Navojoa.
Vargas, envalentonado bajo el cobijo de sus guaruras, lanzó improperios, amenazas y retó a golpes a dirigentes del movimiento contra la planta de amoníaco.
Esta es una muestra más de que, frente a las elecciones 2021, no hay un “mal menor” en Sinaloa: absolutamente todos los partidos políticos del régimen, así como sus bloques de alianzas (Morena-PAS y PRIANRD) son proyectos de derecha, perjudiciales a los derechos e intereses de trabajadores, la juventud, las mujeres, pueblos indígenas y sectores populares.
Este escenario muestra la necesidad de construir una alternativa desde abajo e independiente del gobierno y los partidos patronales; es imprescindible la unidad en torno a esos principios, así como la movilización combativa. En el Norte del país urge el fortalecimiento de una alternativa política de clase, un partido de trabajadores socialista y revolucionario, para poder ir más allá de las limitaciones de elegir el "mal menor".