El programa de televisión Planeta Calleja estrenó temporada en enero con Ana Botín como invitada. Un lavado de cara para la presidenta de un banco que es responsable de miles de desahucios, despidos y el financiamiento de empresas contaminantes.
Martes 28 de enero de 2020
El escenario elegido para el viaje de aventuras en el conocido programa de TV fue Groenlandia. Rodeados por la inmensidad de lagos y glaciares, Ana Botín y Jesús Calleja hablaron sobre el cambio climático y compartieron anécdotas sobre la vida familiar de los Botín. La presidenta del Santander hizo referencias al feminismo y se mostró preocupada por el calentamiento global, observó con sus propios ojos el deshielo del polo norte y escaló hasta la cima de un glaciar.
Varios expertos en comunicación empresarial y marketing corporativo avaluaron como un gran acierto su aparición en ese programa. Qué mejor pink-green-washing (empresas que buscan mejorar su imagen hablando de feminismo o ecología) que la aparición en un show de entretenimiento masivo. La emisión de Mediaset batió récord de audiencia, con 2,7 M de espectadores.
Botín está en campaña mediática. Hace unos meses, en una conferencia con sus colegas banqueros, les dijo que tenían que recuperar la confianza perdida de la población. Aseguró entonces que fueron “los errores de unos pocos” los “que contaminaron la percepción de la opinión pública” acerca de los bancos.
En Planeta Calleja, la banquera sostuvo sin ruborizarse que los bancos no habían desahuciado a nadie desde 2012. Estas afirmaciones, completamente falsas, provocaron la respuesta indignada de la PAH y asociaciones de vecinos como la Coordinadora de vivienda de Madrid, quienes comentaron la “cara de cemento armado” que lleva Botín.
“Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), las ejecuciones hipotecarias iniciadas e inscritas en los registros de la propiedad fueron en total: 120.535 en 2014; 102.477 en 2015; 73.104 en 2016, 53.010 en 2017 y 54.764 en 2018” reseñaba poco después Carmen Marchena en Diario16. Nada menos que 403.890 desahucios solo en los últimos años, sin considerar los del período más duro de la crisis.
En el libro Patriarcado y capitalismo (Akal, 2019), Cynthia Burgueño y Josefina Martínez dedican el primer capítulo a polemizar con el feminismo neoliberal de Ana Botín y a desenmascarar estas operaciones de lavado de imagen por parte del capitalismo financiero.
La fortuna personal de Ana Botín se estimaba en 2018 en 300 millones de euros, con una retribución anual de 11,01 millones, una cifra 404 veces más alta que el salario medio español y 641 veces superior al salario más frecuente.
Detrás de la cara amable de Ana Patricia Botín se encuentra uno de los grupos financieros más grandes del mundo, con tentáculos en todos los continentes y negocios con gobiernos autoritarios como el de Bolsonaro en Brasil.
Las autoras lo explican: “Según Michiel van dijk y Bart Slob, del Centro de Investigaciones de Multinacionales de Holanda, el Banco Santander está detrás de la financiación de empresas como Tractebel, una multinacional con sede en Bruselas responsable de decenas de plantas hidroeléctricas y termoeléctricas que han generado impactos humanos y ambientales catastróficos en américa Latina”.
También desarman la estrategia eco-friendly del Santander, al denunciar su responsabilidad directa en desastres medioambientales y humanos en países de América Latina:
“El 25 de enero de 2019, una gigantesca marea de fango y residuos arrastró todo lo que encontró a su paso en la localidad de Brumadinho, en el estado brasileño de Minas Gerais. La ola de barro se tragó en minutos a 250 personas, una tragedia que se produjo por el quiebre de los diques de contención del depósito de una mina, perteneciente a la empresa Vale S. a., una de las compañías mineras más grandes del mundo. Las empresas mineras e hidroeléctricas están cambiando el paisaje del Amazonas , la principal reserva verde del mundo (…), bloquean el paso del agua con monumentales represas de cemento y fuerzan el desplazamiento de las poblaciones locales e indígenas. Para llevar adelante todas estas acciones necesitan financiamiento. El fondo de inversión del Grupo Santander que actúa en Brasil tiene una importante participación en las acciones de la empresa minera Vale do Rio doce, responsable de la tragedia de Brumadinho”.
Los alardes de feminismo por parte de Ana Botín no pasaron inadvertidos, generando indignación entre miles de trabajadoras que sienten que nada las une a esta millonaria liberal.
Diario16 denuncia esta semana que, mientras el Banco lanza una campaña de “flexiworking” (horarios flexibles y trabajo en casa) con el objetivo de “conciliar la vida laboral y la vida familiar” de sus empleados, viene de aplicar un ERE durísimo, imponiendo el retiro obligatorio a trabajadoras que son madres de niños pequeños. “No es momento de ser madre”, cuenta una trabajadora que fue el mensaje de su jefe en el banco.
En Patriarcado y capitalismo se relata otra escena que resume lo que implica este “feminismo neoliberal” de Ana Botín:
“El 8 de marzo de 2019, un grupo de delegadas del comité de empresa del Banco Santander intentaron entrar en la sede de la Gran Vía de Madrid para informar a las empleadas sobre su derecho a huelga. Esto fue impedido por el personal de seguridad, que cerró las puertas, vulnerando el derecho básico del comité a ejercer su actividad. «¡Ana Botín no es feminista!, ¡Ana Botín no es feminista!» cantaron, como respuesta, las trabajadoras. La huelga del 8M comenzaba así dejando blanco sobre negro que no hay sororidad posible cuando la lucha de las mujeres se cruza con una guerra de clases”.
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