El secretario general del gremio estatal, se manifestó a favor del proyecto de reforma pactado entre el Gobierno y la CGT, argumentando que no perjudica a los trabajadores.
Viernes 24 de noviembre de 2017 09:57
Andrés Rodríguez, secretario general de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN) mostró una vez más su faceta de abanderado de traicionar a los trabajadores y, en diálogo con la radio Futurock, defendió a capa y espada el acuerdo que cerraron el Gobierno y la CGT en torno a la contrarreforma laboral.
Uno de los modelos de la burocracia sindical, millonario, oficialista de todos los gobiernos y cómplice de las privatizacionesy despidos en el Estado durante la década de los noventa, aseguró que el concilio al que lograron arribar con el gobierno luego de la (pantomima de) negociación, no contiene modificaciones que perjudiquen a los trabajadores.
Al tiempo que sale a la luz el proyecto oficialista para preparar una ley de Modernización del Estado, que trasciende un informe que habla de “dotaciones óptimas” y según el cual “sobran” 20 mil trabajadores estatales, y se anuncia que no habrá bono de fin de año para el sector (cuyo salario se viene deteriorando desde hace años a raíz de las paritarias a la baja firmadas por el propio Andrés Rodríguez), el dirigente de UPCN afirmó que “el acuerdo fue positivo para ambas partes. No estábamos de acuerdo con el primer borrador del Gobierno, pero en estas tres semanas se fueron limando las diferencias”.
En un sector donde UPCN anunciara con bombos y platillos las cláusulas de presentismo y productividad firmadas con la última paritaria, quedó a las claras que los avances sobre los derechos y conquistas de los trabajadores pueden darse en los acuerdos por gremio.
Aun así, lejos de repudiar la cruzada antiobrera del macrismo (y mucho menos de mostrar algún reflejo espasmódico de enfrentamiento), Rodríguez agregó "No nos quedó un sabor amargo. El corazón del acuerdo es el blanqueo de los trabajadores y la reducción de la litigiosidad y nosotros coincidimos con ambas cosas".
Frente al acuerdo en torno a la reforma, algunos sectores de la CGT, como el moyanismo, se pronunciaron en contra y criticaron a los dirigentes que encabezaron la negociación. En relación a estas diferencias, Andrés Rodríguez afirmó que “cada uno puede opinar como quiera, pero el consejo directivo de la CGT aprobó esta reforma por mayoría”.
Si bien ya hubo algunas acciones como el primer corte a la altura del Obelisco del 16 de noviembre (convocado por el sindicalismo combativo con los trabajadores de PepsiCo a la cabeza) y los cortes de ATE de ayer, varios sindicatos y sectores combativos que están contra la reforma también están dispuestos a movilizar el día que el proyecto de ley se trate en el Congreso. Estos sectores “disidentes” de la CGT, así como también las CTA, numerosas organizaciones y un polo independiente del sindicalismo combativo también exigen que desde las centrales se convoque a paro y movilización a nivel nacional ese día para frenarla. También se realizará una movilización convocada desde la CTA y movimientos sociales para el día 6 de diciembre.
Se trata de una medida con un alto nivel de adhesiones pero que, para el caso, llega tarde a lo que pudo haber sido una presión desde abajo a los cabecillas de la CGT, que casi gratuitamente entregaron en bandeja de plata a su base cerrando este acuerdo con el Gobierno.
Hay, sin embargo, niveles tan altos de repudio hacia este proyecto, inclusive entre los propios afiliados a sindicatos dirigidos por quienes pactaron con el macrismo, como el caso de Andrés Rodríguez, que el panorama no está cerrado todavía. La disposición para enfrentar el plan oficialista es grande, así como las posibilidades de torcer la balanza y que la reforma no pase.
Si los sindicatos que se oponen a la reforma laboral se ponen al hombro la tarea de hablar con cada trabajador, tanto de su base como de aquellos sectores descontentos con sus dirigentes conciliadores, y se logra una unidad amplia mediante asambleas de donde surjan planes de lucha fuertes, la convocatoria a un paro y otras medidas a la altura del ataque, el escenario podría ser menos favorable al Gobierno.
Si se tiene en cuenta que sólo a raíz del descontento pasivo y generalizado que generó el plan, el macrismo tuvo que retroceder en los puntos de avance más brutal que planteaba el borrador, entonces nada está dicho y una respuesta de estas características podría dar por tierra con la reforma neoliberal.