A 11 años de su nacimiento, el ministerio de Culturas y Turismo no pudo descentrase de las políticas mercantilistas y "hollywodenses" que caracterizaron su accionar. Hoy, el autonombrado gobierno de transición da la espalda a la agenda de la gestión de las culturas y las artes desapareciendo la cartera ministerial.
Sábado 6 de junio de 2020
Foto: Radio Solidaria RKM
"Hemos ordenado reducir tres ministerios: el Ministerio de Deportes y el de Cultura pasarán al Ministerio de Educación. El Ministerio de Comunicación pasará al Ministerio de la Presidencia. Todo lo ahorrado será invertido en salud y la lucha contra el coronavirus" con esta frase la autoproclamada presidenta Jeanine Añez borró el esfuerzo de iniciado el 2009 fecha de creación del Ministerio de Culturas y Turismo.
La instauración de esta nueva cartera se dio como resultado de una lucha social de 33 años, iniciada en 1975 con el Instituto Boliviano de Cultura, posteriormente elevado al rango de Secretaría Nacional de Cultura, luego a Viceministerio de Cultura; el 2006 pasó a ser el Viceministerio de Desarrollo de Culturas para finalizar en Ministerio de Culturas el 2009.
Esta entidad, creada con el fin de formular e implementar políticas en el campo de las culturas y turismo en Bolivia, tuvo bajo su autoridad tres viceministerios: Descolonización, Interculturalidad y Turismo; cada uno clave para el “desarrollo ideológico y económico” del Estado Plurinacional de Bolivia.
Aunque la justificación ideológica de su creación tuvo como asidero el concepto de descolonización de las culturas, muchas de las actividades de impacto nacional fueron contradictoras con este planteamiento. Por ejemplo, en 2011 más de 300 parejas fueron apadrinadas por el entonces presidente Evo Morales Ayma y la ministra Elizabeth Salguero en una ceremonia de “casamiento intercultural”, que naturalizó el concepto occidental, jerárquico y heteronormado de matrimonio, bajo la presencia de las autoridades espirituales de las 36 naciones y pueblos indígenas reconocidas.
Durante la gestión 2014, el ministro de Culturas, Pablo Groux, fue el responsable principal de la organización y ejecución de los cierres de campañas departamentales del MAS para las selecciones nacionales realizadas en octubre de esa gestión y la entrega de obras de gran envergadura como el aeropuerto internacional de Chimoré en el Chapare.
Bajo su autoridad, los funcionarios del ministerio organizaron apoteósicas presentaciones musicales que contaron con renombrados artistas internacionales (Grupo Bronco y Ráfaga) y nacionales (Los Kjarkas). Éstos últimos fueron contratados, también por el ministerio de Culturas y el de Comunicación, para las gestiones 2015, 2017, 2018 con fondos del Tesoro General de la Nación (TGN) y del IDH llegando a ganar 3.248 Bs por minuto en un concierto para el Gobierno (Datos Correo del Sur, 2018).
De igual manera, fue el ministerio de Cultura, bajo la dirección de Marko Machicao, que acogió el Dakar −competencia expulsada de África por su innegable impronta colonial− bajo el erario nacional. Contradictoriamente, el presupuesto asignado a esta cartera tuvo su curva más alta en las gestiones 2015 (170 millones de bolivianos); 2016 (197 millones de bolivianos) y 2017 (157 millones de bolivianos) (Datos del Ministerio de Planificación), cuando el grueso de las partidas fue asignado en la logística de la organización de esta competencia automovilística.
En Bolivia esta actividad fue ampliamente cuestionada desde el ambientalismo, que denunció el impacto en la flora y fauna de los parques nacionales y el aumento de las emisiones tóxicas. También tuvo una columna detractora entre los profesionales arqueólogos, quienes registraron la destrucción de sitios arqueológicos causada durante el paso de las caravanas de competidores y espectadores.
En 2014 junto con la Cancillería del Estado, el ministerio de Culturas, a la cabeza de Pablo Groux recuperó la “Illa del Ekeko”, una pequeña figura antropomorfa asociada a los cultos de la fertilidad en épocas prehispánicas que se encontraba en el museo de Berna, Suiza. Sin embargo, el recibimiento de este símbolo poco o nada contribuyó a la mejora de los museos bajo tuición nacional, que hasta ahora no cuentan con una reglamentación propia y cuyos recursos son prácticamente nulos. Tal es el caso de Museo Nacional de Arqueología con sede en La Paz, cuyo limitado espacio no le permite aún contar con bodegas apropiadas para almacenar sus cuantiosas colecciones.
El 2017, ignorando la paupérrima situación de museos nacionales, bajo la dirección de la ministra Willma Alanoca, se inauguró el "Museo de la Revolución Democrática y Cultural - Orinoca" en un pequeño pueblo a 187 km de Oruro. Esta nueva estructura levantada sobre 10.814 m2 y con un gasto 7,1 millones de dólares alberga entre sus colecciones un conjunto de regalos personales del ex presidente Evo Morales Ayma recolectados en 11 años de mandato, fotografías, vestimentas e instrumentos musicales representativos de las naciones y pueblos originarios.
El museo fue ampliamente cuestionado por el poco impacto económico producido a nivel regional y nacional derivado principalmente de su alejamiento de las rutas turísticas consolidadas y su fondo museístico dedicado la personalidad del mandatario. El Periódico Digital Erbol (Julio 2017) señaló que el gasto mensual del mantenimiento de infraestructura superaba a los 91.000 Bs, mientras que el ingreso no pasaba los 3200 Bs.
Después del golpe de Estado realizado en octubre del 2019, la cabeza del sector fue la Sra. Martha Yucra Apaya, ex -dirigente de la ciudad de El Alto, quien inauguró su gestión con el escándalo “Frazadas”, donde se repartieron canastones navideños con mantas que tenían estampado su rostro. El presupuesto de la gestión 2020 se limitó a 80 millones de bolivianos, mientras otros ministerios contaron con amplios presupuestos como el destinado a los ministerios de Gobierno (4.024 millones de bolivianos) o de Defensa (3.451 millones de bolivianos) (Datos del Ministerio de Planificación).
En marzo de este año, a través de la Resolución Ministerial 096/2020, se postergó “hasta nuevo aviso” la entrega de la octava versión de los premios “Eduardo Avaroa” y todas las actividades artísticas y culturales programadas y auspiciadas por esta cartera debido a la emergencia del coronavirus. Esta decisión, desató la indignación pública entre los distintos gremios artísticos, quienes iniciaron un reclamo en redes sociales, que desembocó en la solicitud de destitución inmediata de la ministra Yucra y una rendición extraordinaria de gastos públicos.
Pamela Soleto de “Mentes Ociosas” declaró para la Izquierda Diario que los pliegos petitorios realizados por los distintos sectores artísticos (Cine, Variedades, Teatro, Literatura, etc.) no fueron atendidos. La artista señaló que “entre las iniciativas sugeridas en el marco de la cuarentena por COVID-19 destacan la obligación de continuidad y ampliación de fondos concursales y la necesidad de reactivar la labor artística, siguiendo protocolos de bioseguridad, a través de la Casa del Artista”.
En el ámbito internacional, las distintas instancias destinadas a la cultura impulsaron medidas económicas paliativas para que no se paralice el sector. Por ejemplo, el representante de la Secretaría Nacional de Cultura de Paraguay instauró 9 medidas de contingencia para el sector, donde se destacan los festivales virtuales, que no sólo generaron fuentes de trabajo sino que tuvieron efectos positivos en la población. En Ecuador, se levantaron listados para ayudar a los “trabajadores de arte y cultura en mayor situación de precariedad”, además de crearse el programa “Desde casa” con una inversión de un millón de dólares al rubro.
Frente a la cuarentena, el Ministerio de Culturas de Bolivia distribuyó entre los artistas más necesitados de Potosí los “canastones de miseria” que fueron ampliamente criticados desde la opinión pública y parodiados desde el sector artístico.
Este recuento significativo de desaciertos económicos, políticos e ideológicos auspiciados por el Ministerio de Culturas allanaron el camino para la arremetida de la derecha conservadora que, a través de un recalcitrante catolicismo y racismo, niegan la importancia social de la democratización de la cultura y el arte como labor primordial del Estado.
Así, con la desaparición del Ministerio de Culturas, se reafirma la posición estatal de un gobierno ilegítimo y transitorio de invisibilizar el aporte reflexivo y crítico que hacen los gestores culturales, trabajadores de los museos nacionales y artistas independientes para cuestionar la desigual conformación social de la realidad boliviana y para acallar los distintos intentos de construir la diversidad en términos de igualdad.
Hoy es necesario que los sectores más vulnerados de la cultura, como los artistas en variedades (payasos callejeros y cuentacuentos) cuyos ingresos han quedado anulados por la cuarentena dinámica, así como los sectores más elitistas (cineastas y audiovisuales), cuyos fondos económicos han quedado a la deriva, unan esfuerzos por evidenciar la emergencia social que vive Bolivia frente a la arremetida de la derecha conservadora y capitalista.