Àngels, educadora de un centro de día de personas con diversidad funcional e intelectual, recuerda el papel de Pere Aragonés en las políticas neoliberales de la último govern.
Jueves 18 de marzo de 2021
Soy el Àngels, militante de Pan y Rosas y de la CRT, y actualmente estoy trabajando como educadora en un centro de día de personas con diversidad funcional e intelectual. Un ámbito de los servicios sociales, en el que como tantos otros, estamos sufriendo la precariedad desde hace años, con sueldos muy bajos, pocos recursos, y dónde en la mayoría de los centros las ratios de personas usuarias por profesional son muy elevadas.
Todo esto es consecuencia de los duros recortes que nos han impuesto desde hace años los diferentes gobiernos de turno, tanto durante las legislaturas de Convergencia y sus herederos, con el apoyo y participación de ERC, como también en los años del Tripartit. Unos recortes que han facilitado las externalizaciones y privatizaciones de todos los servicios públicos, y han hecho que hoy en día pase algo tan aberrante, como que empresarios del IBEX 35, como Florentino Pérez, monopolice gran parte de la gestión de los servicios sociales y haga negocio.
Es por eso que rotundamente no doy ningún apoyo en un Gobierno de Pere Aragonés, porque parece que desde determinados partidos políticos, como la CUP que se lo está planteando, se estén olvidando que él fue el adalid de la famosa “Ley Aragonés”. Una ley que no buscaba otro cosa que profundizar todavía más la privatización de todos los Servicios Públicos.
Aunque desde los diferentes movimientos sociales se consiguió que no saliera adelante, no podemos obviar que el pasado verano y en plena pandemia, el gobierno de JxCat y ERC aprobó el Decreto 69/2020 que no es más que una Ley Aragonés encubierta por los servicios sociales, y que facilita mayores externalizaciones.
Una muestra más que evidencia que con la formación del nuevo gobierno no tendrán ninguna intención de revertir los recortes, sino todo el contrario, seguirán protegiendo los intereses de las grandes empresas.
Así lo hemos visto con la nefasta gestión que han hecho durante la pandemia con las residencias de gente mayor, un auténtico crimen social donde se han hecho patentes las consecuencias más crudas de estas políticas neoliberales. Porque solo en Cataluña el 83% de las residencias están en manos privadas.
Por todos estos motivos, aquellas trabajadoras que hemos estado en la primera línea en los servicios esenciales durante la pandemia, sin recursos ni el material de protección adecuado, se nos hace muy difícil entender que desde partidos que se hacen decir de izquierda anticapitalista se planteen apoyar a los mismos que son directamente responsables de nuestra precariedad.
Como tampoco lo entendemos las que votamos y salir a las calles al 1 de octubre del 2017. Porque tanto ERC y JxCat no solo han demostrado que no tienen intención de cumplir el mandato del referéndum, sino que contrariamente son ellos los que nos enviaron los Mossos d’Esquadra a reprimirnos y detenernos durante las protestas de Urquinaona, en las cuales defendíamos la libertad de sus propios presos. Y así mismo lo están haciendo en las actuales protestas contra el encarcelamiento de Pablo Hasel.
Pienso que nos sobran los motivos por no apoyar la investidura del Gobierno de Pere Aragonés, que no será más que una reedición de todo el que acabemos de nombrar. Por eso, no entenderíamos que la CUP le apoyase, ni mucho menos que se haya planteado la posibilidad de entrar al govern. Si lo hacen ,al final estarán siendo cómplices de los recortes y privatizaciones de los servicios públicos, así como de la brutal represión contra aquellos que defendemos los derechos más básicos. Es por eso que necesitamos construir una izquierda de clase, independiente de las instituciones y la patronal, que apueste por la lucha en las calles.