Ante un escenario político convulsivo y de incertidumbre, la derecha viene dando pasos ofensivos para capitalizar el descontento que trae consigo la actual crisis financiera abierta. ¿Qué salida proponer ante esto? El mensaje es claro: ¡Que la crisis no recaiga en los hombros de la clase trabajadora y la paguen los capitalistas!
E.E. Vergara Valparaíso, Chile
Lunes 5 de diciembre de 2016
¡Que la derecha no pase!
El escenario de la política internacional está cada vez más convulso. En Estados Unidos, Trump sale electo a presidente, capitalizando el descontento de la población estadounidense contra los partidos tradicionales del establishment que hasta hoy habían gobernado.
En Cuba, la muerte de Fidel Castro, un hecho político mundial, abre un escenario de incertidumbre para la isla, que si bien el capitalismo ya se venía restaurando, el debate sobre las conquistas de la revolución cubana y su posible retroceso, al igual que las declaraciones de Trump por la relación entre EE.UU y Cuba, abre un mayor espacio para las medidas pro-capitalistas que están impulsando los dirigentes de la isla. En Brasil, el golpe institucional de la derecha orquestado por el actual presidente Michel Temer (cuyo gobierno hoy día también está siendo cuestionado por problemas de transparencia y corrupción) fue el último golpe asestado para lograr destituir el gobierno corrupto de Dilma Rosseauf. En Argentina, el gobierno derechista y pro empresarial de Mauricio Macri promueve ajustes para la clase trabajadora. Venezuela ha sido suspendida del Mercosur, dejando políticamente en buen pie a la oposición al gobierno de Maduro. En Chile el gobierno de la Nueva Mayoría tiene crisis internas por mayor polarización entre los partidos de la coalición, con una derecha ofensiva e intransigente y una centroizquierda reformista deslegitimada incapaz de llevar adelante la agenda por si sola.
En Europa está pasando algo similar: En Francia, después de una árdua lucha contra la reforma laboral de Hollande, con miles de trabajadores organizados en sus sindicatos protagonizando las movilizaciones y jornadas de protesta en las calles, con el movimiento estudiantil solidarizando y parando las universidades, el candidato ultra liberal François Fillon ha ganado por mayoría las primarias presidenciales para las elecciones del 2017, cuya contrincante será la candidata de la extrema derecha, Le Pen. En este mismo marco, en Italia se llevó a cabo el 4 de diciembre un referéndum con amplio apoyo al NO, que culmina con el anuncio de renuncia al cargo de presidente de Matteo Renzi, dejando el espacio abierto para las elecciones anticipadas.
Frente a un escenario de incertidumbre, ¿qué salida le queda a la clase trabajadora?
Existe en el aire una sensación de incertidumbre por lo que pasará. Hay una pugna tácita hoy en día entre la ultra derecha conservadora y la burguesía liberal, peleándose a nivel internacional por los mandatos de los países. Sacando lecciones de lo ocurrido en Francia (la lucha contra la reforma laboral anti-obrera de Hollande y la masividad y combatividad de las protestas), es que ahora todo ese descontento lo está capitalizando la derecha por no existir una alternativa que haya sido la expresión política de todo ese descontento en las calles. Una alternativa que se haya parado frente al gobierno de Hollande con independencia de clase tanto de los empresarios y la burguesía, así como también de los socialdemócratas reformistas incapaces de llevar sus promesas electorales hasta el final. Ahora en Italia, la posible renuncia de Renzi deja el escenario político abierto a las hipótesis. ¿Que pasará ahora?
Sigamos el ejemplo de la izquierda en Argentina
Ante el avance y la ofensiva de la derecha a nivel mundial, se abren desafíos importantes para la izquierda. Necesitamos que la clase trabajadora tenga una voz política independiente y consecuente, que pueda plantarse frente a los empresarios y ser una férrea oposición ante el plan de ajustes y austeridad que propone la burguesía internacional como la solución a la crisis financiera abierta y que recaerá, si o si, en los hombros de la clase trabajadora.
Por esto, es necesario que miremos más detenidamente la experiencia del FIT (Frente de Izquierda y los Trabajadores) en Argentina. Después de un multitudinario acto en el estadio de Atlanta hace dos semanas con 20.000 personas, el FIT ha demostrado que la única fuerza capaz de hacerle frente a los ajustes y a la crisis es la de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud organizada en sus sindicatos, en las comisiones de mujeres y en las universidades. Una izquierda de los trabajadores que lucha por el socialismo, desde una perspectiva revolucionario e independiente de los capitalistas.
Ha demostrado que es necesaria una fuerza política que le haga la pelea a la derecha, y nos ha mostrado como esto es realmente efectivo; porque no basta con quien pelea más dentro de las cuatro paredes del parlamento si no se es capaz de organizar paralelamente a esto una fuerza social de las y los trabajadores, las mujeres y la juventud que encarnen movilizaciones contra las leyes de los empresarios. Sin este importante elemento, todas las demás alternativas de "izquierda" son meros espejismos que, si no cuentan con esta fuerza organizada detrás, están condenadas a arrodillarse ante los planes de los empresarios y la burguesía internacional.