La apertura del proceso de impeachment por el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha (PMDB) y todos los nuevos contornos de la crisis política plantean nuevos y mayores desafíos para la izquierda. Algunos apuntes críticos sobre las respuestas ofrecidas.
Sábado 5 de diciembre de 2015
La nueva situación política luego de la aprobación por Cunha del pedido de impeachment (destitución parlamentaria) de Dilma abrió una serie de debates en la izquierda brasilera. Veamos:
1) De un lado, todo un arco político que va desde los petistas hasta figuras centrales del PSOL como Ivan Valente, Marcelo Freixo y Jean Willys, y la variante pseudo “ultra” del PCO decidió asumir la defensa de Dilma con el argumento de que no habría pruebas de corrupción, entonces no habría motivos para el impeachment. Willys centró las críticas en Cunha y su chantaje. Ninguno de ellos ofreció cualquier distanciamiento de Dilma, sin ningún diálogo con los millones que están enojados con los ajustes y con la corrupción. Maringoni, ex candidato a gobernador de San Pablo por el PSOL, fue aun más lejos, trazando un “plan improbable” de cómo Dilma regalaría un caballo de madera y hasta podría adoptar medidas progresistas. Se pusieron todos contra Cunha e incluso, en alguna medida como consejeros del PT, dando un paso más allá en el giro del partido en acercarse y hacer frentes con el petismo.
2) De otro lado, están las corrientes a la izquierda del gobierno, que intentan presentar una política independiente tanto de la derecha como del oficialismo. Es el debate con estas corrientes, especialmente con el PSTU y el MES de Luciana Genro, el foco de este artículo. La cuestión de verificar en qué medida el discurso y las propuestas de esos partidos o corrientes es fundamental para encontrar lo que sería una verdadera política de izquierda independiente en la actual situación.
3) El PSTU finalmente lleva hasta el final su posición desvergonzada de meses: ofrecer como salida al gobierno en crisis de Dilma una propuesta de “elecciones generales” para que el pueblo cambie a todos si quiere (sic) (nota oficial del PSTU). Esa propuesta muestra que el PSTU está tan moldeado por el actual régimen –que le reserva básicamente solo algunos limitados espacios sindicales cuya preservación se hizo la única misión o sentido de existencia del partido-, que no logra pensar más allá de la disyuntiva: “el socialismo que un día queremos ver” o la política tal cual es hoy. Sin coraje para atacar al régimen político de conjunto, el partido se contenta con intentar repetir nuevamente lo mismo esperando resultados distintos. (Recordemos que su principal ideólogo, Valério Arcary, en más de una ocasión recientemente, y en particular en el I Salón del Libro Político en San Pablo, dejó en claro su temor a que cualquier cambio en la constitución en la actual coyuntura sería inevitablemente para peor).
4) La posición del MES de Luciana Genro, por otro lado, es un poco más sutil: llega a coquetear con una política correcta, para terminar defendiendo su contrario. Argumenta a favor de una Asamblea Constituyente, para terminar amparando la farsa política petista (por el momento dejada de lado) de “constituyente exclusiva”. Sin duda se mueven por consideraciones de viabilidad y por una sabiduría política que solo puede tener quien esperó al 2003 para darse cuenta que el PT “cambió de lado”.
5) La posición de Genro es algo “errática”. Comienza diciendo que “Dilma cosecha lo que plantó...”, como si el PT fuese víctima de la situación, por haber alimentado al “malvado” Cunha. Luego dice que el ajuste de Dilma, ese sí, “sería motivo para un impeachment”, desde que no fuese empujado por Cunha, como si ese mecanismo pudiese ser de hecho un instrumento progresista para que los trabajadores se libren de un gobierno impopular. Termina volviendo al lecho petista, con la propuesta de “Constituyente exclusiva”.
6) Esta última propuesta fue diseñada por el PT para causar confusión y ofrecer una pseudo respuesta, luego de Junio de 2013. Ahora es usada por el PSOL, causando un grado de confusión enorme. Para el PT, la “Constituyente” sería “exclusiva” porque explícitamente estaría con las manos atadas frente a todos los problemas profundos del país: solo podría legislar sobre el “sistema político”. Los negocios de la Vale con decenas de congresistas y candidatos, los escándalos de corrupción muestran cómo es imposible aislar el “como” funciona esta “democracia” del “para quién” funciona. Separar lo político de lo económico y social es funcional a blindar el status quo. El PSOL usa otro argumento para llegar a la misma formulación, pero difícilmente podría esconder que su intensión es dar más “viabilidad” a la propuesta, creando una amalgama con la propuesta que el PT por ahora cajoneó. En el texto de Luciana Genro ya citado, un largo trecho de Roberto Robaina (también del MES) cumple el papel de expresar toda la ambigüedad de su posición. Al mismo tiempo que correctamente muestra que una constituyente impuesta por la movilización de las masas tendría un efecto fundamental sobre su propia politización y conciencia, Robaina hace cuestión de llamar por el mismo nombre, “Constituyente exclusiva”, y recuerda directamente la propuesta que Dilma hizo en su pronunciamiento oficial en medio de las movilizaciones de Junio de 2013.
7) El PSTU, como ya vimos, ni se atreve a hablar de Constituyente: creen que la iniciativa de poner en debate todos los problemas nacionales sería "inconveniente", y prefiere la política ciertamente más "cautelosa" de convocar a nuevas elecciones generales, para los mismos cargos y con las mismas estructuras del régimen político actual, para que el pueblo "cambie a todos los que quiera" (sic).
Con el pretexto de que una nueva Constituyente llevaría a una legislación más conservadora que la actual (como si un proceso constituyente no trajese a la superficie justamente todos los "grandes problemas" que la burguesía se rehúsa a debatir), con ese pretexto el PSTU defiende "elecciones generales a todos los cargos", sin cambiar la estructura política del país ni cuestionar a ninguna de las instituciones de la democracia burguesa: esa sí una receta casi cierta para el triunfo electoral de la oposición de derecha a Dilma y al PT.
Por lo demás, esa es una buena muestra de cuál es el real tenor de radicalismo que se esconde bajo la verborragia de "huelga general" que el partido agitó a lo largo del año (sin poner de hecho todo su peso en ninguno de los varios procesos de lucha de clases que podrían abrir un camino más favorable a ella).
8) Frente al intenso debate político nacional que la maniobra de Cunha sobre el impeachment abrió, la tarea de la izquierda clasista y revolucionaria es mostrar que los trabajadores pueden y deben intervenir en la crisis con una política claramente independiente, que sea consecuente con la necesidad de poner tirar abajo al régimen de políticos parásitos, corruptos y reaccionarios. De propagandizar fuertemente la necesidad de sustituir el régimen capitalista por un verdadero gobierno de los trabajadores de la ciudad y el campo, a partir de sus propios consejos obreros y populares, sin patrones. Agitar desde ya, en el camino de ese gobierno de ruptura con el capitalismo, todas las banderas democráticas fundamentales que están en las manos de la clase trabajadora, y un paso concreto para salir del impasse entre este gobierno y la oposición de derecha es sustituir el régimen podrido de los ricos y sus partidos por una gran Asamblea Constituyente, Libre y Soberana, con verdaderos representantes del pueblo, elegidos bajo nuevas reglas realmente democráticas, sin las enormes restricciones que existen hoy, y de modo de permitir un grado cualitativamente mayor de organización y expresión política de la clase trabajadora, de las comunidades y movimientos populares, y del pueblo pobre y oprimido en general.
Edison Urbano
Integrante del Movimiento de Trabajadores Revolucionario de Brasil.