El 19 de junio tendrán lugar unos comicios en Andalucía que pueden dar las claves de diversas tendencias que expresan fenómenos políticos estatales y se seguirán desarrollando de cara a las elecciones generales. En esta declaración hacemos un análisis del escenario político electoral andaluz y el posicionamiento político de la CRT.
Lunes 13 de junio de 2022
Los seis candidatos a las elecciones de Andalucía. / EFE
Las elecciones anticipadas en Andalucía se realizan en un marco de clima conservador generado por la guerra en Ucrania, crisis energética y subida de la inflación, en el contexto de una raquítica recuperación post pandemia. El gobierno del PP y el virtualmente desaparecido Cs busca consolidar su posición en la Comunidad Autónoma más poblada del Estado y evitar que sus 4 años de gobierno sean solo un lapsus en el tradicional dominio del PSOE en la Junta de Andalucía. Aunque no es su preferencia, para continuar en el cargo Juanma Moreno debe contemplar la posibilidad de tener que formar gobierno con la ultraderecha de Vox, que le disputa su base social al igual que ya hizo en Castilla y León. El PSOE-A por su parte busca recuperar uno de sus bastiones apoyados por el neorreformismo de IU-Podemos estructurado en “Por Andalucía”, un frente amplio que nació en crisis y supeditado a la estrategia de reeditar a escala autonómica el gobierno central del PSOE-UP o la experiencia de gobierno PSOE-IU que ya dirigió Susana Díaz en el pasado. Adelante Andalucía, ubicado a la izquierda del frente neorreformista, plantea su apuesta estratégica por el soberanismo andalucista, un proyecto difuso que se ubica como voz crítica de las políticas neoliberales del PP y PSOE y del apoyo cómplice de otras fuerzas a dichas políticas, pero no presenta una alternativa de independencia de clase que de una respuesta integra y efectiva a las necesidades de la clase trabajadora andaluza.
El contexto andaluz
Andalucía es una de las regiones más afectadas por las sucesivas crisis económicas, con un modelo productivo precario y de superexplotación basado principalmente en el turismo (más del 13% del PIB andaluz) y en el sector agroalimentario. Un modelo que condena a trabajos hiper precarios y dependientes de la estacionalidad a una gran parte de la población, cuando no directamente los expulsa del mercado laboral (20% de paro, 23,2% en el caso de las mujeres). El campo andaluz es una verdadero infierno de explotación a la población migrante en Jaén o Almería, sostenido en el racismo institucionalizado y avalado por los partidos del régimen.
Andalucía ocupa uno de los primeros puestos en cifras desahucios. Los alquileres han subido en el último periodo un 18, 2%. La juventud andaluza es la que más emigra de todo el Estado y uno de los colectivos que más sufre la precariedad, alcanzando tasas de paro de un 36,1% en menores de 25 años y hasta el 52,5% en menores de 20 años. Tan solo un 14% de los jóvenes puede emanciparse de sus padres. La situación no mejora para los mayores. La pensión media andaluza es un 11% más baja que la media española. En el caso de las pensiones por jubilación, el porcentaje se mantiene en un 10% menos que la media de todo el estado. En el caso de las pensiones no contributivas, los ingresos son menores de 421 euros al mes dejando a sus beneficiarias (67% de mujeres) en riesgo de exclusión social.
A esto debemos sumarle las políticas de recortes de los servicios públicos llevadas a cabo tanto por los gobiernos del PSOE, PSOE-IU, como ahora PP-Cs con el apoyo de Vox. Andalucía ha sufrido décadas de erosión de la Sanidad y Educación, que se vieron desbordadas durante la pandemia del Covid-19. Desde el despido de miles de docentes interinos durante el gobierno PSOE-IU a la negativa del PP a la estabilidad de los trabajadores interinos de la Junta de Andalucía, los recortes continuos en Sanidad y la precarización del personal sanitario, que han llevado al aumento del número de derivaciones y conciertos a la privada, por nombrar solo algunos casos. El gobierno de las derechas en Andalucía ha profundizado salvajemente un camino que ya había sido abierto por el social liberalismo del PSOE, con la complicidad de IU.
En este contexto se han producido una serie de luchas obreras contra la explotación y la pobreza que han sido de gran importancia en los últimos años. Con grandes ejemplos como Airbus en Cádiz, la lucha de las limpiadores de la Junta de Andalucía en Córdoba, la huelga de trabajadores públicos de INFOCA, de la plantilla de Zumosol, o la huelga del metal de Cádiz. Todos estos conflictos, y muchos otros menos conocidos, han sido respondidos con violencia por las distintas autoridades.
En este contexto, al igual que en 2018 y en periodos anteriores, Andalucía es un laboratorio en el que se ponen a prueba hipótesis generales. Los intentos de recomposición senil del bipartidismo, el crecimiento de la extrema derecha y la tendencia aliancista entre las derechas, hasta el intento igualmente senil de replantear el espacio del neorreformismo, las elecciones andaluzas adelantan tendencias que de una u otra manera verán su desarrollo a escala estatal.
¿Gobierno de derechas o gobierno “progresista” ?: la falsa dicotomía
En un contexto donde el 40% de los votantes aún no han decidido a quién apoyar, los partidos del régimen están echando toda la carne en el asador, en especial los cabezas de cada bloque. El PP y el PSOE se disputan el centro político mientras se cuidan de que otros partidos a derecha o izquierda respectivamente crezcan demasiado.
Las elecciones andaluzas se presentan como un debate entre dos posibilidades: un gobierno del PP con o sin el apoyo de Vox, o un gobierno del PSOE que recupere el poder apoyado por IU-Podemos y Adelante Andalucía. De esta forma resumieron el panorama tanto Juanma Moreno (PP) como Juan Espadas (PSOE) en el debate de RTVE, esforzándose en discutir quién de los dos era el mejor gestor de los negocios capitalistas. Una polarización entre las dos opciones que adelante los términos en que se planteará el debate las próximas elecciones generales.
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Desde un forzado posicionamiento de “moderación” cercano a Feijóo, Juanma Moreno trata de atraer a los sectores de centro derecha y a los sectores más conservadores y centralistas del electorado del PSOE. Esto no contradice que durante todo su mandato haya aplicado políticas de recortes y privatizaciones del mismo modo que Ayuso o que firmara los presupuestos con Vox. En políticas de recortes y de precarización laboral, no hay grandes diferencias entre el PSOE -que aplicó todas las reformas neoliberales en Andalucía- y el actual gobierno del PP. Moreno aprovecha esta realidad para señalar que, lejos de los aspavientos del PSOE, en cuanto a gestión capitalista de la comunidad no ha habido grandes diferencias entre ambos en términos económicos. El PP no ha iniciado los recortes en los servicios públicos ni la corrupción política como afirmaban los candidatos del PSOE y Por Andalucía en el debate de RTVE, más bien han continuado la senda trazada por el PSOE durante más de tres décadas.
Más allá del terreno doméstico, el PP no sólo se juega la Junta de Andalucía en estas elecciones, sino también sus posiciones de cara a las elecciones generales. Tras la guerra interna en la derecha española que acabó sepultando la carrera política de Pablo Casado, Alberto Feijóo ha enarbolado el estandarte de la “moderación” para diferenciarse de una extrema derecha que le pisa los talones. Moreno es uno de los principales apoyos de Feijóo para defender esta estrategia ante un PP que no es homogéneo al respecto de este planteamiento. Aunque el PP andaluz sí ha pactado con Vox en la anterior legislatura para poder gobernar, se mantiene el hecho diferencial de que no han compartido gobierno. Ahora que la ultraderecha exige más en sus negociaciones y quiere entrar al Ejecutivo andaluz, se complica el escenario para un PP que roza, pero no llega a la mayoría absoluta según las encuestas.
Es por esto que Moreno se mueve entre la estrategia de presentarse como el “voto útil” ante una parte del electorado del PSOE para evitar la entrada en el gobierno de Vox, y las apelaciones al PSOE a que le deje gobernar en minoría si son la lista más votada. Moreno llegó incluso a tender la mano a la posibilidad de pactos con el PSOE para las “medidas de Estado” si fuese necesario en la próxima legislatura.
Moreno trata de presentarse como un “Macron andaluz”, aspirando a ganarse la legitimidad ante el electorado por su gestión y el desgaste del PSOE por sus acciones en el gobierno del Estado. Pero la realidad no le ayuda: lo más probable, según las encuestas, es que tenga que pactar con Vox para poder formar gobierno.
El “renovado” PSOE-A, por su parte, continúa estancado en las encuestas en los 31-33 escaños que le dejarían en la misma situación que 2018. Un resultado que confirmaría la pérdida de la hegemonía construida durante décadas en su bastión andaluz. Con todo, no habría que darles por muertos, como advertía el propio Moreno a sus militantes a inicios de campaña. El PSOE ha construido una máquina de guerra electoral y unas redes clientelares en Andalucía durante 37 años que aún siguen funcionando.
El PSOE-A, no obstante, acude con una serie de contradicciones y lastres que aparentemente habrían impedido que se movilice todo ese voto que les abandonó en 2018. La primera es que la supuesta “renovación” no es tal. Para empezar, su candidato Juan Espadas, no es un recién llegado ni mucho menos: ha ocupado cargos en la Junta de Andalucía desde 1990, entre ellos viceconsejerías y consejerías durante alguno de los gobiernos implicados en casos de corrupción, hasta que los dejó para ser alcalde de Sevilla durante dos legislaturas. Espadas representa al viejo PSOE tecnócrata que no tiene problemas en pactar con la derecha cuando es necesario, como recordaron de forma amistosa tanto él como Moreno durante el debate de RTVE, para avanzar grandes medidas económicas o fiscales antiobreras. Para colmo de males, el candidato del PSOE carece absolutamente de carisma, presentando como su mayor activo la “moderación” política, simbolizada en que supo gobernar una alcaldía con el apoyo tanto de Podemos como de Ciudadanos. Un perfil insulso que busca limitar la fuga de votos por derecha hacia el PP.
El PSOE confía en que el miedo a la ultraderecha movilice el voto perdido, al mismo tiempo que trata de recuperar la imagen de respetabilidad y “saber gobernar”. Pero la operación no es fácil, ya que tras la pandemia el PP supo desviar toda crítica de la catastrófica gestión autonómica adjudicando la responsabilidad al Gobierno central, aprovechando por supuesto le gestión nefasta que hizo el gobierno PSOE-UP.
Aunque Espadas ha tratado de levantar la bandera de defensa de los servicios públicos y medidas como revertir los cambios en el Impuesto de Sucesiones que favorecen a los más ricos, la realidad es que entre el PSOE y el PP no hay diferencias sustanciales respecto a la política económica y ambos siguen siendo expresión de lo que se llamó el “extremo centro”. Como se cantaba en las plazas del 15M, “PSOE-PP, la misma mierda es”.
Espadas al igual que Moreno también planteó gobernar en solitario si era la lista más votada el 19J, aunque implicase gobernar en minoría y tener que buscar acuerdo para cada medida con fuerzas a su izquierda o a su derecha. Si en el caso del PP este discurso responde a que gobernar con la ultraderecha les incomoda para ganar votantes, en el del PSOE responde a una tendencia que intenta dar por amortizado el rol de Unidas Podemos en gobiernos de coalición.
Vox y un nuevo aviso del crecimiento de la extrema derecha
Para que el PP logre alcanzar una mayoría absoluta necesitará del apoyo de Vox, directa o indirectamente. Eso dicen todas las encuestas. A pesar de que Moreno trate de separarse de Olona, lo que es claro es que la agenda de la extrema derecha está presente, y cada vez más, en las elecciones andaluzas, siendo la tercera fuerza política. Aunque su candidata no está siendo la más acertada en los debates y ello la ha tenido apartada varios días del ojo público esta semana, la realidad es que Vox puede volver a dar la sorpresa como ya hizo en 2018 cuando el parlamento andaluz fue un preludio del escenario general.
La ultraderecha ya ha influido en el gobierno andaluz durante la pasada legislatura y ahora se plantea entrar a este al igual que en Castilla y León para aplicar una parte importante de su programa. La extrema derecha busca cobrarse así sus conquistas sobre parte de la base social del PP, sin renunciar a su objetivo de hegemonizar el flanco derecha del sistema de partidos para imponer una salida aún más reaccionaria a la crisis de régimen actual. En Andalucía, VOX apela al españolismo centralista y esgrime un discurso acérrimamente anticatalanista, llevando en su programa electoral esta cuestión como algo de primer orden.
Aún está por ver el resultado de las elecciones. Pero si Vox sigue creciendo, permitiéndose incluso jugar con un discurso demagógico de tintes populistas, es por el enorme malestar social alimentado por las políticas antipopulares del PSOE y UP en el Gobierno central, entre las cuales se encuentra la reforma laboral de Yolanda Díaz, que revalida la del PP, la gestión de la pandemia mediante el rescate masivo de las empresas a través de los ERTEs, la impunidad de las eléctricas con las facturas de la luz y del combustible batiendo récords históricos o el racismo institucional que sigue avanzando a golpe de porras y militarización de las fronteras. Y, por supuesto, el clima guerrerista y de rearme militarista con la excusa de la guerra de Ucrania. Qué mejor caldo de cultivo para la extrema derecha que el otanismo imperialista explícito que es una de las principales políticas del Gobierno PSOE-UP.
Debacle neorreformista: un frente amplio que solo existe para que gobierne el PSOE
La perspectiva política de “Por Andalucía”, coalición compuesta por Izquierda Unida, Podemos, Más País, Equo, Alianza Verde e Iniciativa del Pueblo Andaluz, era limitada de antemano para cualquiera. De todos modos, su candidata, Inmaculada Nieto, las aclaró rápidamente en el debate electoral de RTVE: cogobernar con el PSOE.
La coalición neorreformista tuvo un nacimiento accidentado, como poco, repleto de maniobras internas y puñaladas traperas entre los socios que provocaron dudas entre la militancia y el electorado. Una situación que continúa repitiéndose en campaña con virulentos ataques de IU a Podemos y viceversa. Algo que puede resumirse en que los actores de la coalición están unidos más por supervivencia que por convencimiento político. Lo único que los unifica, estrictamente hablando, es ser la muleta del PSOE.
La campaña de Por Andalucía está enfocada en atacar al PP y agitar el miedo a la ultraderecha, al mismo tiempo que se le lava la cara al PSOE evitando hablar de sus casos de corrupción y de sus recortes. La otra pata es reivindicar los supuestos “logros” del gobierno PSOE-UP como los ERTES, la reforma laboral de Yolanda Díaz y el Ingreso Mínimo Vital, una serie de medidas que no han supuesto mejoras en la calidad de vida de los trabajadores y que, en algunos casos, como la reforma laboral, la han empeorado. La impostura llega a tal punto que “Por Andalucía” quiere fingir que no fue su Gobierno el que mandó tanquetas a reprimir los barrios obreros de Cádiz.
Izquierda Unida, que hegemoniza la candidatura, está decidida a repetir la experiencia de cogobierno andaluz apoyándose en la experiencia estatal del gobierno PSOE-UP, al mismo tiempo que se prepara para convertirse en el principal apoyo a Yolanda Díaz en su pelea contra la dirección de Podemos.
En el plano estatal, Aunque Yolanda Díaz ha intentado desvincular su amable y moderadísimo proyecto “Sumar” del esperpento “Por Andalucía”, la realidad es que Andalucía es hoy el primer laboratorio de cómo sería el intento de reunificar el fragmentado espacio de lo que fue Unidas Podemos. Las encuestas apenas les dan 6-7 escaños, logrando por los pelos un grupo parlamentario propio y muy lejos de poder ser garantes de un cogobierno con el PSOE, mientras a pesar de los ataques totalmente antidemocráticos contra Adelante Andalucía, no han logrado borrarlos del mapa.
Adelante Andalucía: el andalucismo de izquierdas y sus límites
Adelante Andalucía, coalición entre Anticapitalistas, Izquierda Andalucista, Primavera Andaluza y Defender Andalucía, se presenta como la opción crítica por izquierda tanto al tándem PP-VOX en Andalucía, como al gobierno central PSOE-UP y sus representantes andaluces. Esto, junto con el discurso andalucista, son sus grandes estandartes en la campaña electoral. Desde Adelante Andalucía se critica tanto al gobierno de las derechas como al neoliberalismo progresista del PSOE y el gobierno central del PSOE-UP. En la falsa dicotomía que se ha planteado en estas elecciones entre PSOE-PP, rechazan ambas opciones y proponen construir una opción propia en clave soberanista, con un programa que aglutina algunas reivindicaciones económicas, sociales o democráticas progresivas, así como una perspectiva vaga de superación del capitalismo y planificación democrática de la economía en clave ecosocialista.
Sin embargo, los límites de Adelante Andalucía son claros e inmediatos, comenzando porque a pesar de que el partido que hegemoniza la coalición, Anticapitalistas, abogan por la ruptura con el capitalismo, el proyecto se encuentra subordinado a una estrategia soberanista y policlasista que corta las alas de una perspectiva emancipatoria de independencia de clase. Su programa, en especial su manifiesto fundacional, refleja una constante tensión entre unas pretensiones rupturistas y la aceptación y deseo de gestión democrática de las instituciones capitalistas. Al mismo tiempo que Adelante Andalucía afirma querer superar al capitalismo, reduce su estrategia política a la ocupación pacífica y metódica de las propias instituciones burguesas, en especial en el nivel autonómico, con el objetivo de negociar con el Estado Español una serie de transformaciones económicas y democráticas.
Una política reñida con un verdadero programa revolucionario de clase, que responde de forma lógica a la idea policlasista del sujeto que define la estrategia de la formación, el “pueblo andaluz”, donde las reivindicaciones obreras quedan diluidas como si se tratase de un movimiento más, debido a la necesidad de aglutinar la mayor cantidad posible de sectores de la sociedad y donde termina habiendo un desplazamiento del trabajador al ciudadano como sujeto político de las reivindicaciones y transformaciones que defiende el proyecto.
Esta dinámica es explicita si se comparan el Documento Político surgido de la Asamblea Constituyente de Adelante Andalucía, de junio de 2021, y su programa político para el 19J. Un programa que consta de infinidad de propuestas de gestión institucional, económica y social, en las que las apelaciones generales a la centralidad de la clase desaparecen completamente y es el ciudadano andaluz, de forma amplia, el que emerge a lo largo del texto como el sujeto para lograr una mayor participación democrática en las instituciones.
El otro gran límite de Adelante Andalucía es el hecho de que, si bien critican de forma correcta al PSOE por sus políticas socio liberales y por la represión que han desplegado contra las protestas obreras, no niegan que llegado el momento les darán sus apoyos para evitar un gobierno de las derechas. Su independencia política termina fácilmente en dos escenarios: o el PSOE les necesita para que no gobierne la derecha o les da un acuerdo significativo sobre alguna de sus reivindicaciones. A partir de ahí Adelante Andalucía, a pesar de sus importantes críticas al gobierno PSOE-UP y su negativa al cogobierno, puede acabar siendo otra pata izquierda apoyando un gobierno del PSOE.
La posición de la CRT: voto crítico a Adelante Andalucía
La CRT no presenta ninguna lista electoral en las elecciones andaluzas. Sin embargo, consideramos relevante posicionarnos políticamente ante las distintas opciones el 19J. Aunque no se presenta ninguna candidatura con una posición consecuentemente revolucionaria y de independencia de clase, a pesar de las profundas diferencias programáticas y en el plano de la estrategia política que tenemos con Adelante Andalucía, de las cuales solo manifestamos en esta declaración algunos aspectos generales de principios, consideramos que esta formación se ubica a la izquierda de las variantes neorreformistas que se presentan explícitamente como garantes de un gobierno social liberal con el PSOE. Por este motivo, llamamos a la militancia y los simpatizantes de la CRT en Andalucía, a dar un voto crítico por Adelante Andalucía.
Esto no significa en modo alguno replegar ninguna de las críticas que hacemos hacia su proyecto político, así como a la política que Anticapitalistas ha llevado adelante en Andalucía en el ultimo período. Especialmente su gestión del Ayuntamiento de Cádiz, cuyo alcalde José María González, “Kichi”. En el último período, Anticapitalistas ha estado al frente de la gestión del Ayuntamiento de Cádiz, cuyo alcalde José María González “Kichi” es dirigente de esta organización. Una posición institucional conquistada en 2015 que se destacó por su adaptación pasiva y reformista al régimen burgués, sin que haya logrado en todo este período ninguna mejora sustancial para la vida de las masas. Y peor aún, ni siquiera haya intentado seriamente desarrollar la lucha por conquistarlas, subordinándose a los límites impuestos por la institucionalidad capitalista. Al contrario, cuando emergió la lucha de clases, como vimos en la huelga del metal de Cádiz, Kichi se ofreció a la Junta de Andalucía como "mediador" en las negociaciones, dando un aval a una mesa de negociación tramposa en la que patronal y la burocracia sindical buscaban firmar un acuerdo a la baja que terminase con la huelga, como efectivamente sucedió.
La gestión de Kichi ha generado tal desencanto en sus ocho años al frente del consistorio, que en el Carnaval a principios de junio fue merecedor de una dura chirigota del grupo liderado por Antonio Martínez Ares -otrora fan del alcalde-, que entre otras frases dedicadas a ’Kichi’ han dicho: “Me importa un carajo que te enfades, enfadao está medio Cádiz y te importa un carajo a ti. De carnavales no voy a hablarte porque prontito estarás aquí. Mentira, eres una gran mentira, sin proyectos y sin miras”, para después acusarlo de “tirano, gordo de poder y prepotente”. Toda una metáfora de los limites del neorreformismo en el poder, opuesta a una política revolucionaria que intentaría al menos impulsar la lucha de clases en defensa de los interesas de la clase trabajadora (por ejemplo para acabar con los desahucios, llamando a fortalecer el movimiento de la vivienda, ocupar los bloques de los especuladores y luchar por su expropiación, en vez de desactivarlo como hicieron todos los ayuntamientos) y, al mismo tiempo, señalar a cada paso a la clase trabajadora que, sin la conquista del poder del estado, la política municipal es estratégicamente impotente.
En el caso de la provincia de Granada, animamos de la misma forma al voto crítico a la candidatura de IZAR. Nuestras diferencias con esta organización andaluza son públicas, tanto por su estrecha perspectiva sindicalista, como por su actitud oportunista frente a otras organizaciones populistas o estalinistas. En particular, consideramos un grave error haber establecido alianzas en el pasado con corrientes estalinistas como el PCPA, a los cuales recientemente han llamado nuevamente a hacer una alianza electoral. No obstante, en Granada representan una candidatura crítica con el gobierno PSOE-UP que levanta una serie de banderas en defensa de la ruptura con el capitalismo y por un programa de independencia de clase, por lo que llamamos a votarlos críticamente.
La necesidad urgente de construir una izquierda revolucionaria para la lucha de clases
Para enfrentar la crisis social y económica que se descarga sobre la mayoría de la clase trabajadora, con especial impacto sobre la clase trabajadora y el pueblo andaluz, es necesario poner sobre la mesa un programa de lucha que “patee el tablero” del posibilismo.
Un programa que represente una salida obrera y popular frente al proyecto político de la derecha y la extrema derecha, como ante la izquierda social liberal y proyecto neorreformista. Que incluya medidas como el aumento del salario mínimo y aumentos al nivel del IPC, que la inflación no se coma el salario; reducción de la jornada laboral sin reducción salarial: trabajar menos, para trabajar todos; una escala móvil de indexación automática de los salarios según el nivel general de los precios y el coste real de la vida; expropiación de las eléctricas y nacionalización de la banca; la derogación de todas las reformas laborales; la prohibición efectiva de todos los desahucios y la expropiación de todas las viviendas de grandes tenedores y especuladores; la defensa del sistema público de pensiones, la derogación de las reformas de pensiones del PSOE y el PP y la jubilación a los 60 años; una renta garantizada equivalente a un salario mínimo de 1200 euros para todas las personas que se han quedado sin recursos; el fin de la ley mordaza y la libertad y desprocesamiento de todos los presos políticos o la derogación de las leyes de extranjería y el cierre de los CIEs; un referéndum para poner fin a la monarquía; la defensa del derecho a la autodeterminación y la apertura de procesos constituyentes libres y soberanos en todo el estado, el rechazo a la OTAN, el militarismo imperialista y el cierre de todas las bases norteamericanas en suelo español, entre otras medidas.
Ninguna de estas y otras reivindicaciones puede lograrse integra y efectivamente en los estrechos marcos de las instituciones capitalistas. Deben imponerse mediante la lucha de clases y la autoorganización, lo que presupone un combate abierto contra la burocracia sindical que actúa como un agente directo de los capitalistas en las organizaciones obreras.
Cuando el fracaso del neorreformismo y la estrategia del cogobierno del estado imperialista español ha demostrado ser la mejor vía para que crezcan las derechas populistas y la extrema derecha, hace falta ensayar con urgencia una nueva hipótesis política que ponga en el centro la lucha de clases y la independencia política de todos los actores del régimen, incluida su pata izquierda: Podemos, Izquierda Unida y el PCE.
Las consecuencias trágicas para la clase trabajadora y las mayorías explotadas y oprimidas que nos depara el capitalismo generará inevitables explosiones sociales. Por ello, desde la CRT apostamos por la construcción de un fuerte partido revolucionario de trabajadores y trabajadoras con una estrategia para vencer. Las y los activistas juveniles, obreros y de los movimientos de lucha que han hecho una experiencia con el neorreformismo y no tienen ninguna confianza en la izquierda del régimen son la base para avanzar en este camino que es la tarea estratégica que tiene la izquierda que se revindica revolucionaria, anticapitalista y socialista.